ENZO EFSERYAN (FREDDIE MERCURY) ES UN PROMETEDOR ACTOR DE CINE QUE SE ENCUENTRA EN UNA ENCRUCIJADA CON SU NOVIA PAULINE AMOS (MARY AUSTIN). LO QUE PARECE EL FINAL DE TODO, SERA SOLO EL INICIO DE UNA NUEVA VIDA PARA ENZO.
HAY HOMBRES QUE MERECEN UNA...
- ¿Puedo quedarme aquí unos días? –preguntó de repente casi tímido Tarek poniéndose el pijama que le alargó.
Enzo se quedó observándole con los dedos de su mano apoyados en su mejilla izquierda. Al no recibir respuesta Tarek se dio la vuelta interrogándole con los ojos.
- No, te quedarás toda la vida o no hay trato –sonrió maquiavélicamente.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al ver a Tarek poner los ojos en blanco se disculpó por su osado comentario.
- Oh, no pidas disculpas que no sientes en absoluto –le amonestó con una media sonrisa en combinación a sus ojos enrojecidos de llorar.
- Tienes razón. Este es tu hogar y puedes estar en él lo que desees. ¿Así mejor? –torció su cabeza graciosamente haciéndole reír esta vez.
- Gracias. ¿Dónde voy a dormir?
- Tu cuarto de enfurruñamiento lo ha ocupado de momento Svetlana, la nueva cocinera. El cuarto de Desmond es una jauría. Espero que no te importe ocupar nuestra cama de matrimonio –puso cara de falsa inocencia-. Aunque también puedes dormir junto a Duncan pero ronca como un condenado.
- Está bien.
Tarek abrió la cama y se deslizó con suavidad entre las sábanas restregando su rostro por la almohada como un gatito juguetón. Enzo volvió a quedarse obnubilado contemplando la belleza inusual de su ex marido.
Tarek nunca pensó que solo el tacto de aquellas sábanas y la almohada contra su rostro le fueran tan familiares y gratas. Tan unidas a sus vivencias dentro de esa habitación. Había vuelto a su terreno, a su hogar. No quería darle más vueltas a la cabeza. Ya tendría el día siguiente para tomar decisiones.
- Duérmete, cielo mío. Mañana lo hablamos todo –Enzo colocó levemente la rodilla sobre la cama para susurrarle las palabras en su oído.
Tarek se dio la vuelta bruscamente y agarró su mano con fiereza. Sus ojos le suplicaban.
- No te vayas –rogó levantando las sábanas para hacerle entender que entrara a la cama.
Enzo le miró sorprendido. Se quitó con rapidez su bata de seda sin hacerse de rogar y de un salto se coló a su lado. Tarek se arrastró contra su cuerpo, frente a él de costado, abrazándole por la espalda. Las yemas de sus dedos tocaron el suave vello de su nuca y descansó la mejilla contra el tapiz suave del vello de su pecho.
Enzo aún no se creía que le volvía a tener dentro de su cama. Nunca le había parecido tan frágil y tan necesitado de él como en aquellos momentos. Pegó con fuerza sus labios en su frente y Tarek levantó su rostro a él. Parecía radiografiar cada uno de sus rasgos.
- Despiértame mañana a las seis y media. Tengo que ir a trabajar.
Enzo afirmó sabiendo que no lo haría y sin tardar, tonificado y calmado, se durmió profundamente.