LAZY ON A SUNDAY AFTERNOON

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Enzo buscaba una y otra vez la mano de Tarek y se la estrujaba sin compasión. Iban de camino a Eastbourne para conocer a sus suegros por primera vez. Posponerlo por más tiempo era ridículo y reconocía que era lo justo. Tenían por delante un viaje de casi tres horas hasta la costa sureste de Reino Unido. Eso no ayudaba mucho al impaciente Enzo.

- ¡Auuuuu! –se quejaba Tarek con el enésimo apretón.

- Perdona. No lo puedo remediar.

- Pues estrújate las pelotas, a ver si puedes remediarlo.

- Oh, por favor. Ponte en mi lugar. ¿Dónde esta tu empatía? Estoy muy nervioso. ¿Tendré que comerme todo lo que me pongan sin dejar nada?

- Más te vale.

- Pues esto está mejorando por momentos.

- Estaba bromeando. No van a ponerse a mirar lo que dejas en el plato.

- Pero si dejo algo lo tomarán como un desprecio y no quiero.

- Enzo, mis padres son dos personas normales y corrientes. No te van a someter al tercer grado. Cálmate.

- Se me ocurren tres mil millones de cosas interesantes que hacer un domingo por la tarde en vez de ir de visita a casa de los suegros. Carl, ¿podemos dar la vuelta?

- Carl, no hagas caso.

La timidez de Enzo era digna de estudio. Podía verse acosado por el mayor de los azoramientos y sin embargo resolver la situación con elegante soltura.

Los padres de Tarek eran una pareja de egipcios que habían emigrado a Reino Unido para buscarse una mejor vida. Su padre; Hasani, era un calco exacto de Tarek, estaba recién jubilado tras dedicarse a la docencia en diferentes partes del territorio inglés. Su madre; Aziza, era una mujer muy guapa de pelo plateado y mucha clase. Era notoria la diferencia de edad con respecto a su padre.

En fin, no podían ser menos amedrentadores. Con lo cual, a Enzo le fue fácil ser encantador y a ellos enamorarse. Lo que solía pasarle a la inmensa mayoría de los mortales con él.

Había pasado con nota aquel primer encuentro y al entrar por la puerta trasera del Range Rover, suspiró de agotamiento estirándose sobre el asiento de cuero blanco.

- Menos mal que se ha acabado –dijo Enzo secándose un sudor imaginario de la frente.

- Te has portado muy bien –comentó Tarek sorprendido.

- Yo siempre me porto bien.

- ¿Ah, si? Qué morro tienes. Vamos a dar un paseo por la playa -le propuso estirando la mano para que se la agarrara. 

- Oh, no. Estoy languideciendo con este olor a mar. Quiero volver a Londres.

- Todavía no. Hoy vamos a hacer solo lo que yo quiera, para variar.

La playa estaba desierta a aquellas horas. Ya anochecía muy pronto y la única gente que había estaba como ellos paseando por el paseo marítimo.

- Así que esto es Eastbourne –dijo Enzo dejando que Tarek le enrollara una maxi bufanda al cuello.

- Las gaviotas parecen águilas imperiales de gordas que están y siempre andan metiendo ruido. Pero a mí me encantan.

- Cuando seamos un par de ancianos gruñones vendremos aquí a disfrutar nuestra jubilación. Hasta entonces a mí esto me deprime.

- Solo vamos a dar un paseo. Será indoloro.

- Tengo el culo helado.

- Pero es que tenemos una conversación pendiente.

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora