STAY RIGHT WHERE YOU ARE

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El gobierno del Reino Unido había declarado el estado de alarma en el país durante 15 días. La causa era un virus que causaba los mismos síntomas que la gripe denominado coronavirus y cuya principal peligrosidad radicaba en que no había una vacuna eficaz contra él y era altamente contagioso. Aunque en los primeros compases de la pandemia la actitud del primer ministro había sido la de la resignación. Es decir, como no se podrá frenar al virus y el número de muertes serán inevitables, intentemos proteger la economía para los que sobrevivan. Lo que en un principio se denominó la estrategia propia del espíritu flemático inglés (keep calm), recibió un aluvión de críticas tanto de la parte científica como de la prensa. Se consideraba una irresponsabilidad poner en peligro a buena parte de la población y además las medidas de contención radicales de otros países se habían demostrado efectivas. No había evidencia alguna de que quienes se contagiaran se volverían inmunes y de que hubiera un segundo ataque del virus. El golpe financiero era inevitable y había que intentar salvar a la mayor parte posible de población vulnerable.
 

La recomendación era no salir de casa si no era estrictamente necesario. A pesar de lo cual el gobierno británico permitía a la gente salir para hacer ejercicio siempre y cuando lo hicieran individualmente. Eso contrastaba con las medidas altamente restrictivas de España que lo desaconsejaban totalmente. Quizás los británicos estaban preocupados por la salud mental de la población y privarles de su momento de deporte podría devenir en otros problemas añadidos. 

- Por primera vez el gobierno toma una medida que a mí me va bien -comentó sarcástico Enzo leyendo el periódico esa mañana-. Ya no tengo que justificarme por no salir de casa.

De repente por obra y gracia del coronavirus se estaba paralizando un país entero. Reino Unido no era de los países más afectados con 2.890 casos por el momento, le superaban Italia, España y Francia. Pero sin duda impresionaba salir al jardín y no oír el acostumbrado ruido del incesante tráfico londinense. Se habían cerrado museos, colegios, centros de mayores, teatros, cines. Era una situación totalmente excepcional. Estaban en peligro incluso los inminentes Juegos Olímpicos.

Tras el chapuzón inconsciente de Tarek en las aguas embravecidas de Cornualles había cogido un constipado que tras unos días había degenerado en síntomas claramente gripales: tos, dolor de garganta y fiebre. Con lo cual tanto Enzo como Tarek, uno por síntomas directos y otro por posible contagio, eran candidatos a estar infectados.

El doctor Deacon de paso que estaba de visita aprovechó para con un hisopo sacarles muestras a ambos de la nariz y así enviarlo cuanto antes al laboratorio.

De los dos solo Tarek dio positivo por coronavirus. Según John las medidas se tenían que extremar porque al ser seropositivos eran grupo de riesgo por su inmunodepresión. No era indispensable que ingresara en el hospital, podía mantenerse aislado en el domicilio durante 14 días hasta que la gripe se curara con analgésicos y jarabe para la tos, mucho líquido y descanso. 

Tenían la casa ideal para desaparecer uno de la vista del otro sin dificultad. Ahora el lugar de residencia de Tarek se escogió que fuera Daffodil Lane, el edificio anexo destinado a los invitados. Su vida debía trascurrir durante dos semanas completas en aquella habitación con las visitas diarias de Duncan o Svetlana para traerle comida y el doctor Deacon que le echaba un vistazo cada tres o cuatro días. El único que aparecía al menos una docena de veces por allí era Enzo.

Le echaba de menos una barbaridad, así que solía asomar su cabeza por la rendija de la puerta de su habitación con su outfit obligado, la mascarilla y los guantes.

- Coeeee -le saludó desde la puerta.

- Hola, mascarilla sexy -sonrió Tarek poniéndosela él también.

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora