En lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad. Hasta que la muerte nos separe. ¿No era así?
Siempre había sido así. Habían pasado enfermos todo su matrimonio. La cuestión de la enfermedad había sido superada con creces.
Tarek se vió arrastrado a aceptar las reglas del juego como había hecho con Enzo desde que se conocieran. Estaba su amor desmesurado por él y luego muy por debajo todo lo demás. De modo que intentó afrontar la prueba que él le planteaba como un acto heroico de amor supremo. Si quería acelerar su proceso de deterioro, ¿quién era él para impedírselo?
Los primeros días escogía los rincones más alejados de la casa para poder llorar a gusto. Aprovechaba cuando Enzo dormitaba. Últimamente tenía muchos períodos de pequeñas siestas y duermevelas y apenas abandonaba la habitación.
Aquella casa ya no era la misma desde que él no deambulaba por ella. Cada una de las bonitas estancias se convertían en simples espacios silenciosos y grises. Daba igual toda la belleza que se desplegara en cada uno de los rincones de Marygold Alley, sin la presencia de Enzo en cada rincón perdía toda su personalidad. Era él quien aportaba el ingrediente definitivo de belleza a una estancia, a una situación, a una conversación.
- Oh, lo siento. Venía a...
Duncan se quedó parado en el umbral de la puerta sin atreverse de momento a penetrar. Vio a Tarek arrodillado con la frente apoyada en un sillón, los hombros agitados por los sollozos.
Tarek se encontraba en la habitación de Duncan asumiendo el encargo de Enzo de montarle las estanterías de arce blanco canadiense. Y sintió esa familiar angustia subiendo por su pecho y aquella preciosa estancia era tan idónea como otra cualquiera para desahogar ese dolor que se veía obligado a contener para no perturbar a Enzo.
- Solo venía a ver qué tal lo llevabas con las estanterías... perdóname -se disculpó suavemente Duncan disponiéndose a irse.
- No te vayas -se incorporó Tarek secándose las lágrimas a toda velocidad.
- Lo siento. Creo que no hay nadie en esta casa que en algún momento del día no llore por las esquinas.
- A veces me levanto con la mente muy positiva -se limpió con el dorso de la mano su nariz goteante. Duncan le ofreció un pañuelo-. Hoy por ejemplo he dormido relativamente bien, solo me he despertado dos veces. Me he tomado un té y he subido a empezar a trabajar. Pero no podía pasar por el dormitorio sin entrar a ver a Enzo. Me he arrimado de puntillas a la cama y dormía tan plácidamente como un bebé. Y me vi en la necesidad de arrimar mi mano a sus labios para ver si notaba su aliento. El corazón me iba a mil por hora y pensé angustiado que si estaba muerto, si él había muerto solo... -se llevó la mano a la boca volviendo a brotar lágrimas de sus ojos.
Duncan le abrazó contra su pecho y Tarek apoyó su frente en su hombro, sin poder evitar los sollozos. La diferencia de centímetros de altura parecía más visible aún con la notoria fragilidad de Tarek.
- Y cuando noté ese aliento calentan... calentando mi mano -balbuceó intentando expresarse-, sentí gratitud y al mismo tiempo culpabilidad, angustia, auténtico miedo de mis reacciones. Porque no es sano ¿verdad? No es sano pensar cada minuto del día en su muerte.
Tarek se soltó por fin de su abrazo y se sonó la nariz estruendosamente. Duncan no tenía palabras de consuelo para él, aún intentaba asimilarlo lo mejor que podía. Era su gran amigo, la persona con la que se había confesado un millón de veces y la cual sabía muchos de sus profundos secretos. Llevaban tantos años juntos como un viejo matrimonio y habían vivido multitud de situaciones. Algunas realmente estrambóticas y surrealistas, pero nada podía prepararle para lograr apoyar y comprender la decisión de su amigo.
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MR BAD GUY
FanfictionENZO EFSERYAN (FREDDIE MERCURY) ES UN PROMETEDOR ACTOR DE CINE QUE SE ENCUENTRA EN UNA ENCRUCIJADA CON SU NOVIA PAULINE AMOS (MARY AUSTIN). LO QUE PARECE EL FINAL DE TODO, SERA SOLO EL INICIO DE UNA NUEVA VIDA PARA ENZO. HAY HOMBRES QUE MERECEN UNA...