STOP ALL THE FIGHTING

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- Shhh... ya está, mi amor. Ya está –le calmaba Enzo dándole besos pequeñitos en la boca entreabierta.

Le tapó con la sábana con infinita dulzura mientras le acariciaba de arriba abajo las piernas temblonas.

- Oh, Dios. ¿Aún tiemblo? –preguntó con la voz también algo trémula del cercano placer.

- Un poquito –confirmó Enzo encantado abarcando su bonito trasero con ambas manos y apretándole más a él-. Me has jodido el almohadón con tus dientes.

- Y tú mis calzoncillos, estamos empates.

Le besó los ojos cerrados y las pestañas y se durmieron ambos en cuestión de segundos.

Cuando Tarek abrió sus hermosos ojos grandes parecía que había salido de un profundo letargo. Las horas de sueño ininterrumpido le habían dejado en el cuerpo la indeleble huella del bienestar. Su cuerpo era como un instrumento recién afinado a pesar de que el trasero le dolía inmisericordemente. Se movió con sutileza apartando la sábana que le rozaba y miró en derredor. La enorme cama solo la ocupaba él. Echó un vistazo al almohadón destripado y se llevó las manos a la cabeza con leve sonrisa. El sonido de un suave tecleo le hizo incorporarse. Enzo estaba frente a su portátil concentrado. Tarek optó por colocarse boca abajo para no hacérselo pagar caro a su trasero y apoyando su cara en las palmas de la mano, observó en silencio a Enzo sin hablar ni moverse. No fue hasta pasados unos minutos cuando se percató de que su bella durmiente se había despertado.

- Eh, no te he cansado lo suficiente –dictaminó con un poso de tristeza mirando el reloj-. Has dormido unas pocas horas.

Tarek cimbreó coqueto su pequeña cintura con sonrisa resplandeciente. Le miró con adoración y los ojos entornados del sueño. En una jornada normal a esa hora ya estaría trabajando.

- Hoy no voy a poder trabajar en el jardín. No quiero levantarme. Estoy destrozado.

- ¿Si? –se relamió Enzo con una sonrisita.

- Eres un cabrón. Un grandísimo cabrón. Deja de teclear y mírame.

Le hizo un guiño y Tarek le lanzó un beso que agarró simbólicamente hacia sus labios mientras volvía a teclear tras dedicarle una sonrisa sexy de las suyas. Tarek se quedó inmóvil con las endorfinas aplaudiendo entre ellas.

- Te doy el día libre.

Tarek se levantó de la cama y al andar unos pasos sintió un dolor intenso en el dedo gordo.

- ¡Auuu! –aulló con ganas.

- ¿Qué pasó?

- Me he cortado con un cristal. Ayyyy.

- A ver. Déjame. Eso te pasa por romperme cosas. ¿Ves?

Se levantó de la silla y le sentó en la cama de nuevo. Le hizo apoyar el pie sobre su rodilla.

- Estoy sangrando. Deja que me lo cure.

Otra vez su maravillosa lengua, la lengua más sexy del planeta tierra le rodeó la herida. Tarek le miraba rendido de amor pero con expresión dolorida.

- Me resquema.

Colocó el dedo gordo de Tarek sobre sus alucinantes labios de faraón persa y sopló con suavidad.

- El trasero aún me duele –le informó lastimero.

- ¿Quieres que te ayude con eso? –esbozó una sonrisa leve hasta casi estallar en carcajadas.

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora