- Tengo que salir a tomar el aire, sino agujereare una de estas ventanas con la cabeza –dijo Tarek con la mirada perdida soltándose del abrazo de Pauline-. Llámame con lo que sea.
Pauline asintió con tristeza dándole un beso en la mejilla.
La sala de espera estaba en la planta 3, fuera de la UCI, así que Tarek atravesó los laberínticos pasillos hasta poder llegar a la calle.
En el exterior hacía un calor espantoso. Era un junio atípico en Londres. Había nubes lenticulares en el cielo, anunciadoras siempre de la canícula. Se acercó a Paddington Basin, el canal que discurría desde Little Venice. Atravesó uno de los muchos puentes y contempló absorto el flujo de barcos turísticos que iban pasando alegres y despreocupados por el Támesis.
Londres estaba bellísima aunque Tarek no era capaz de vislumbrar nada que pudiera aliviarle de aquel peso mastodóntico que sufría en el pecho.
Cogió el móvil del bolsillo trasero de sus pantalones y marcó el número de su trabajo. Les informó lo más calmado que pudo de lo que pasaba. Tenía tres días por ingreso pero esto se estaba complicando. Fueron muy comprensivos y empáticos con él asegurándole que podía tomarse los días que le hicieran falta. Tarek se lo agradeció. Se habían portado con él siempre muy bien pero lo cierto es que él era un empleado modelo. Siempre puntual, responsable, con ese saber estar tan necesario en un trabajo de cara al público. Llevaba allí más de un año y nunca les había fallado. Ahora, por suerte estaba recibiendo el mismo trato.
Las cuentas del rosario que tenía enrollado en torno a su muñeca seguían clavándosele en la piel. Ahora era el momento y el lugar ideal, podría arrojarlo al Támesis. ¿Por qué se empeñaba en mantenerlo como si fuera un talismán? Estaba claro que Dios no existía.
Desanduvo el camino de nuevo hasta el hospital St. Mary. Entró por el ala Reina Isabel, la Reina Madre. La recepción estaba a la derecha y una cafetería a la izquierda. Tarek continuó todo recto y giró a la derecha hacia los ascensores y la planta tercera donde estaba la sala de espera.
Pauline estaba junto a Darya sosteniéndola cariñosamente su mano. Ambas miraban al suelo como perdidas. Amir y Uma, la hermana de Enzo se tomaban un café en una esquina. El doctor Deacon estaba también, así como Duncan y Dave. Tras entrar Tarek apareció la agente de Enzo, Joanna. Tarek sintió que el estómago le daba vueltas.
- Siéntate, vamos –le condujo John hasta un sofá cercano-. Estás sudando.
- Es este horrible calor. Salí porque pensaba que iba a sufrir un ataque de ansiedad y resulta que vengo peor. Hace espantoso. ¿No sabes más?
- No. Yo os aconsejo que os vayáis. En cuanto haya alguna novedad, yo me comprometo a llamaros de inmediato. Aquí no vais a hacer nada.
- ¿Y si despierta?
- Si despierta yo os llamo.
- ¿Y si muere? –las lágrimas ya empezaban a asomar a sus ojos.
- También tendría que llamaros con todo el dolor de mi corazón.
- Si ha de morir, me gustaría estar junto a él cuando deje este mundo –John le alargó un pañuelo.
- El coma es imprevisible. Puede durar minutos, días o años.
- No, yo no pienso moverme de aquí. Pase lo que pase estaré lo más cerca de él que pueda.
- Eres muy terco tú ¿eh?
- Te doy la razón.
El último parte médico antes de que todos se fueran yendo poco a poco seguía sin ninguna novedad que aportar. Enzo llevaba tres horas en coma.
La noche se presentaba muy larga y John no dejaba de insistir en que se fuera a casa, que allí no pintaba nada. Tarek le ignoraba. Seguía jugueteando con las cuentas de su rosario como si oyera llover.
Pensó: "Una vez que no has acabado en el Támesis, voy a darte un buen uso". Le desenrolló de su muñeca y empezó a rezar. Rezó un rosario, y cuando terminó, otro, y luego otro más. Era como si no pudiera parar, como si aquello aliviara su dolor y le infundiera fuerza. Su misma desesperación e impotencia le dejaban nulas opciones. Los minutos y horas nocturnas pasaban mucho más lentos. La quietud de la sala, el calor asfixiante que no se iba. Todo era desagradable y perturbador. Aquella sucesión de rosarios como extraños mantras le ayudaban a disociarse de su pena. A no entrar en una espiral de malos pensamientos.
El doctor Deacon le acompañaba a ratos. En calidad de médico el tenía el privilegio de poder ver a Enzo aunque poco le podía decir de él. Solo que seguía profundamente dormido. De vez en cuando se iba, estaba un rato ausente y regresaba.
Tarek iba por el quinto misterio y eran las cinco y media de la mañana. John entró con el paso más vivo de lo habitual y Tarek levantó la vista con una cuenta oscilando entre sus dedos.
- Ha despertado –anunció con sonrisa luminosa.
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MR BAD GUY
FanficENZO EFSERYAN (FREDDIE MERCURY) ES UN PROMETEDOR ACTOR DE CINE QUE SE ENCUENTRA EN UNA ENCRUCIJADA CON SU NOVIA PAULINE AMOS (MARY AUSTIN). LO QUE PARECE EL FINAL DE TODO, SERA SOLO EL INICIO DE UNA NUEVA VIDA PARA ENZO. HAY HOMBRES QUE MERECEN UNA...