I'M HEADING FOR THAT STORMY WEATHER SOON

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El novelista francés Marcel Proust escribió una vez, "El auténtico viaje al descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en tener una nueva mirada". Esa manifestación que guardaba una gran verdad fue justamente lo que les pasó tanto a Enzo como a Tarek en ese pequeño y gran viaje exploratorio.

Volvieron a Londres con una nueva mirada sobre las cosas. Sufrieron el síndrome del hombre occidental torturado por tener esa vida y ese mundo a su alrededor tan distinto al que habían dejado atrás.

En total habían pasado dos meses en tierras africanas, tres semanas más de lo planeado. Vinieron con mucha información de la que no tenían ni idea sobre su enfermedad y con el orgullo de haber sido los mejores cooperantes que pudieron ser.

Pero en cuanto pisaron un pie en Heathrow su sentimiento natural fue sentirse ajenos a ese mundo que ahora consideraban artificial. Las prisas, el stress, la gente aislada de los demás con sus cascos, sus portátiles. El contraste era muy grande con respecto al ritmo de vida en Africa.

Claro que allí había miseria, desigualdad, un millón de dramas personales. Pero lo que primaba por encima de todo era la alegría. La alegría a pesar de los reveses de la vida. Y un ritmo distinto, unos rostros brillantes y puros, ganas de aprender, sentir y avanzar.

Y ahí estaban ellos dos. Occidentales y pertenecientes a ese gremio de la gente a la que en teoría no les faltaba de nada. Sin embargo, como muchos antes que ellos, habían vuelto del llamado Tercer Mundo completamente revolucionados.

Eso no era precisamente positivo. Durante los primeros días se comportaron como dos zombis por su amada casa intentando reconectar con cuanto habían dejado atrás, con poco éxito.

Como si el tiempo se quisiera poner de acuerdo con ellos, les recibieron días interminables de lluvia persistente y frío, que no contribuían a mejorar su ánimo.

Tarek pasaba las horas en el jardín empapándose para evitar pensar demasiado. Enzo le aconsejó que fuera a visitar la consulta de un psicólogo para ayudarle a canalizar todo lo que se le había quedado atravesado en el alma. Tarek era un acuariano de manual. La mayor parte del tiempo cerebrales con sus sentimientos, ocultándolos hasta el paroxismo, pero desviviéndose por descubrir los de los demás. Así que la idea del psicólogo no le atraía lo más mínimo, pero hizo caso a su marido. Acudía a su consulta una vez por semana para explicarle una y otra vez por qué no podía olvidarse de Essien.

Por su parte, Enzo tenía que cargar con sus propios demonios también. Los dos meses como cooperante habían sido un trabajo para él. Una ocupación en la cual se sintió útil y cuyos frutos los veía al instante. Su esfuerzo siempre tenía una recompensa inmediata. Ni en su labor como actor había sentido cosa parecida. Y ahora, de repente, volvía a Londres para reemprender su vida de jubilado. Algo que detestaba por muchas distracciones que tuviera alrededor. A veces solo quería estar a solas con todos sus gatos y olvidarse del mundo. Aunque procuraba ocultar hasta lo indecible ese lado sombrío para no preocupar a todos sus seres queridos. Enzo era así, un cóctel de contradicciones, pero un bizcochito muy blando por dentro. Al que era fácil desmigar y zampar en un santiamén.

 Al que era fácil desmigar y zampar en un santiamén

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MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora