DEAD ON TIME

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La partida de Taron fue muy emotiva para todos. Se despidieron de él en Marygold Alley con un "Hasta pronto". Enzo no quería lágrimas pero hubo unas cuantas. Prometió ir a visitarle en el primer viaje que le surgiera a América. Mientras le abrazaba sabía que sería la última vez. Era un Taron huesudo, casi etéreo. Muy diferente de aquel americano robusto y henchido de salud que conoció en Cannes.

La eterna cuestión que sobrevoló su mente cuando Taron le comunicó su enfermedad era si él le había infectado. Tenía visos de ser así ya que anteriormente a él había tenido nula experiencia sexual con hombres pero no era tarea fácil rastrear el reguero de víctimas que habían ido cayendo relacionadas con él. Sean y Lars podían habérselo pegado a Enzo también. No había ninguna certeza de nada pero a veces no podía evitar darle vueltas a la cabeza. Latigarse con culpabilidades que no sabía a ciencia cierta su veracidad.

Tarek también estuvo allí en esa "despedida". Su amistad a través de los años durante toda su relación con Enzo se había afianzado y ni el divorcio había conseguido distanciarlos.

Enzo sentía que la cocina sin Taron ya no sería la misma. Ahora que se acercaba la Navidad pensaba en aquellos jugosos pavos que rellenaba al puro estilo americano y que les hacía probar siempre en Acción de Gracias y Navidad. Aquel ritual complejo que convertía la cocina durante unos días en un campo de batalla lleno de munición en forma de mazorcas de maíz, manzanas reinetas, pasas de Corinto y un sinfín de ingredientes. Cuantos más mejor. Los banquetes antológicos que preparaba con aquella soltura y solvencia, su sonrisa de boy-scout iluminando cada rincón de su vida.

Enzo cogió aquel colorido delantal que le había regalado en Los Angeles, durante su 35 cumpleaños. Aún olía a una mezcolanza de cosas distintas y pensó que si esa prenda de ropa hablara podría escribirse un buen bestseller. Sonrió suavemente volviendo a colgarle de su percha.

- Anímate –las manos de Tarek le presionaron con cariño los hombros por detrás-. Iremos a verle por su cumpleaños. Le daremos una sorpresa. ¿Lo organizamos?

Enzo se volvió y le dedicó una mueca lo más parecida a una sonrisa. Tenerle ahí todavía volvía la cocina un poco más luminosa.

- ¿Qué tal fue el fibroscan? –cambió de tema Tarek para no entristecerle más.

- Bien, bien. Mi hígado aún aguanta.

El tema no era mucho más alentador pero se sintió complacido de que Tarek estuviera pendiente. El siempre lo estaba.

- Estupendo. ¿Ya empezaste el tratamiento?

- Si, estaré cuatro semanas a prueba y veremos como funciona.

- ¿Cómo va a funcionar? Pues bien. Enzo, ¿has pensado ya en lo que te dije sobre la jornada completa en la peluquería?

- Pues no, no he vuelto a pensar en ello. Tengo un montón de cosas en la cabeza, encanto.

- Pues deberías. Sería lo suyo dar una respuesta ya.

- ¿Tú no te has planteado ampliar a jornada completa pero aquí?

Tarek le miró con los ojos como platos, bastante mosqueado. No se podía creer que le saliera con esas.

- No me mires así. A eso se le llama contraoferta. Y creeme, es muy razonable.

- ¿Cuándo has sido tú razonable? Estamos casi en invierno. Ahora no se justifica un trabajo de jardinero a tiempo completo.

- Claro que se justifica. Siempre dices que andas justo con las cuatro horas.

- Pero no en otoño e invierno, Enzo.

- Podrías completar tu jornada siendo mi peluquero particular, me encanta los cortes que me haces. También podrías cortarle el pelo a Duncan...

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora