MR BAD GUY

KEEP YOURSELF ALIVE

¿Y si tenía razón? Le miró muy atento a sus palabras, como hipnotizado. Era una fuerza de la naturaleza arrolladora. Un torrente de testosterona que le estaba volviendo a él, otro torrente de testosterona importante, del revés.

- Déjate de frases, Lars. Tenemos que planear algo para mañana.

- ¿Qué quieres hacer mañana? –se inclinó un poco hacia adelante, con mucha curiosidad por sus palabras.

- Quiero seguir con mis compromisos. Quiero seguir con mi vida.

- No, eso no. ¿Qué más?

- Oh, por favor. No seas así.

- No estoy dispuesto a dejarte escapar todavía. Te necesito. Ahora mismo no podría follarme a ningún hombre que no fueras tú.

Enzo no podía creerse que hubiera dicho eso. Para él debía ser la declaración de amor más increíble que había salido de sus labios. Le debía estar mirando con expresión bobalicona. La boca absurdamente abierta porque con su mano extendida, palma para arriba, empujó su barbilla para cerrársela. Enzo tragó saliva, confundido.

- ¿Soy el único hombre del mundo para ti ahora?

No estaba de acuerdo con esa manifestación tan rotunda y le indicó moviendo su rostro de izquierda a derecha y encogiéndose de hombros. Notó que intentaba evitar reírse. De repente pensó que era el hombre más ególatra del mundo y no debería haberse puesto en evidencia así.

- Típico de ti, Enzo. Digo que te necesito y tu absurda y presuntuosa mente de trendsetter ya lo traduce como que te quiero.

- Yo no he dicho eso.

- Te encanta fantasear con eso ¿eh? Con que yo en realidad soy uno más del rebaño. Que babeo por ti. Yo solo te estoy usando en mi propio beneficio. Pero en tu mundo egoísta y fatuo piensas que me enamoraré como un becerro.

- ¿Qué pretendes encerrándome aquí sino que me enamore?

- Pretendo lo que estoy haciendo. Aliviarme contigo las veces que lo crea oportuno. Hacerte ver quién es el que manda. Enseñarte la lección.

- Yo nunca podría enamorarme de ti ¿sabes? Los hombres como yo no nos enamoramos –le mintió descaradamente y suplicó que no se notara que mentía.

- No sé si os enamoráis o no, me trae al fresco. Yo solo quiero enseñarte buenos modales.

- Buscando mi dolor.

- Oh, sí. Las zorritas como tú solo disfrutan cuando las humillan.

- Yo no disfruto, Lars. Y creo que lo sabes, por eso disfrutas tú.

Sus palabras parecieron afectarle un poco porque bajó ligeramente su cabeza rubia de pelo muy corto mirándose las rodillas y quitando una pelusa imperceptible de su bóxer.

- Muevo mucha gente a mi alrededor –arremetió para hacerle entender lo difícil de la situación.

- Eres un it boy.

- No, cariño, soy un actor.

- Solo a veces.

- A veces no. Siempre.

- Te dedicas a ir de fiestas, a aparecer en todo tipo de saraos. Para mí lo que hacéis es basura.

- Me da igual lo que pienses de mí.

- No te da igual. Te duele, lo mismo que te duele ese trasero que te he zurrado.

Enzo se ruborizó al instante. Podía estar contento, muy rara vez sus palabras no le afectaban. Se incorporó del sofá y levantó ligeramente las dos gasas de sus nalgas. Sintió un gran resquemor.