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17.04.24

/ ꒰ solecito ꒱ ᘏ (♡ ) . "Tus ojitos que contemplo con delirio"˚◞💌

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Llevaban diez años juntos, un largo tiempo para los demás. Varios admiraban su relación, más que nada por todos los problemas que tuvieron antes de hacerse novios, como fueran hablando de ellos para mejorar su amistad y después su vida amorosa. Tanto México como Argentina se disculparon por las actitudes groseras que tuvieron, perdonándose y haciendo las paces. Para llevar ocho años juntos, ellos explicaban que todo tenía que ver con ser sinceros entre ellos y confiar en el otro, cuidarse mutuamente también. Ambos trabajaban, eran las representaciones de territorios, por lo que el trabajo no era sencillo.

No solo eran novios, de hecho estaban casados. Tuvieron un noviazgo de seis años y su matrimonio apenas cuatro. El suceso fue totalmente privado, donde solo asistieron amigos junto con las divisiones territoriales de ellos, hablando de sus estados y provincias. Fue una celebración magnífica. memorable, llena de cariño de la pareja. Se prometieron diversas cosas, entre ellas la promesa de siempre estar para el otro, lo típico. México juró por su vida dar todo por él, agarrándole la mano y mirando los ojos de Argentina antes de jurar cuidar de él, porque había duda acerca de su salud. Argentina parecía irse deteriorando, en ocasiones el brillo de sus ojos desaparecía, el cansancio poseía su cuerpo, limitando su movimiento.

Los doctores otorgaron un resultado y era la advertencia de tragedia: "Debes prepararte en caso de tragedia. Argentina se debilita con el tiempo. Si la situación territorial empeora, me temo que la muerte es inminente". La noticia no tardó en propagarse por el mundo, dando a saber en cada rincón del mismo que la muerte de Argentina sería inevitable en algún momento. Muchos dirían que era obvio, pero no para ellos, puesto que la edad que tenían en esos tiempos si se comparan con la edad de un humano común y corriente, no llegaba ni a los treinta años.

Por fortuna, Argentina consiguió ayuda profesional y junto a México lograron que unas medicinas fueran apropiadas para mantenerlo en pie. Fueron meses exhaustivos y preocupantes para todos, en espera de una buena noticia, algo que levantara la fé para la patría argentina. Si fallece, todo un gentilicio se quedaba sin representación general del territorio, quedando solo las provincias que poco a poco irían cayendo por lo mismo. México hizo de todo para cuidar de su amado, aún más de lo normal. Intentaba hacer que salieran por unos minutos al jardín de la casa, hacer distintas actividades en la cama para mayor comodidad del argentino. Dolía, sus ojos llenándose de lágrimas al notar la voluntad que conservaba de levantarse y hacer sus actividades diarias, intentando cocinar como tanto amaba o siquiera doblar la ropa que México lavaba, aunque fuera sentado en la cama.

—¿Cómo te sientes hoy, solecito? —preguntó el mexicano con una sonrisa, acercándose a la cama con un vaso de agua y la pastilla que debía tomar Argentina. Había enfermado después de tantos años, aunque no era grave, solo una fiebre por haberse expuesto al frío de la noche hace unos días.

—Mejor. Gracias por cuidar de mí estos días —agradeció después de tomar su pastilla, dándole un beso en la mejilla —¿Estás ocupado? —cuestionó, agarrándole la mano para que no se fuera.

—Un poco, tengo trabajo que hacer, pero eso puede esperar —sonrió, abrazando a su pareja, otorgándole besos en todo el rostro mientras lo hacía reír de las cosquillas que causaba, —¿Qué deseas hacer hoy, mi amor? Lo que tu quieras, corazón. Dime y lo haremos —habló, sus manos sosteniendo al argentino de la cintura, después arreglando su cabello, colocando mechones detrás de su oreja, sonriendo por lo lindo que se veía.

—Ah, no tengo idea. Todavía me siento enfermo, no tanto como hace unos días, pero no tengo mucha energía —respondió, bostezando al final antes de apoyarse en México, suspirando antes de cerrar sus ojos unos segundos. —¿Podemos quedarnos en casa?

—Claro, mi amor. Lo que tú pidas, solecito —contestó. —¿Tienes hambre? Puedo cocinarte algo también. Si no, podría salir a comprar tus galletitas favoritas.

Argentina sonrió, mirando a su esposo y besando sus labios. —Prefiero las galletas.

—Bien —rió suave, revolviendo el cabello al argentino antes de levantarse de la cama, —tómate la pastilla, corazón, Iré a comprar muchas cosas para que tengas que comer, ¿de acuerdo? te dejé aguita ahí, no quisiera que hagas mucho esfuerzo para bajar a la cocina —le dijo, dándole un beso en la frente antes de retirarse.


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𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora