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Las evaluaciones fueron muy complicadas, tanto que Draco me pidió algunas respuestas.

Los horarios libres de aquella semana no parecían libres, ya que estuvimos todo el tiempo con libros y pluma en las manos. La última vez que recuerdo haber estudiado tanto fue para los TIMO.

Lo único que me alegraba eran los almuerzos y las cenas, en las que Draco, Blaise, Pansy, Daphne y yo conversabamos y reíamos.

También me alegró la carta que los gemelos me enviaron antes de las evaluaciones;

T/n,

Nuestra tienda está siendo un éxito, cientos de personas nos visitan día tras día.
Todo gracias a nuestros encantos, tu sabes.

En Hogwarts tienen prohibido usar nuestros artículos, pero eso no impide que nuestros compradores compren y los usen allí igualmente.

Estamos en el proceso de crear una nueva generación de bromistas tan geniales como nosotros. Y nos alegra tener tu apoyo.

Sabemos que estas pasando por exámenes y por eso te enviamos Felix Felicis o Suerte Líquida. No seas mala y acepta nuestro regalo.

Te extrañamos,
George y Fred
Weasley
.

Entonces, antes de las evaluaciones tomé un poco de aquel filtro. Por eso tengo confianza y creo que tendré buenas notas.

El sábado dormí un poco mas, ahora si tenía tiempo libre. Me vestí con ropa cómoda pero formal y me dirigí a la habitación de Draco sin que nadie me viera.

Estaba en el baño, se escuchaba el sonido de la ducha. Lo esperé mientras buscaba alguna prenda para robarle. Su camisa del equipo de quidditch de Slytherin. 

Llámenme loca, pero la olí y sentía que me derretía ¿Quién le pone perfume a su ropa de entrenamiento? Draco es uno de ellos. Esta camiseta va definitivamente a mi baúl de ropa.

Escuché la puerta abrirse, Draco con su sexy torso desnudo, su pelo rubio platino mojado y despeinado y una toalla cubriendo su parte íntima, me hizo recordar a ese amanecer del año pasado. Apenas lo vi, escondí su camiseta atrás mio.

- ¿Qué tienes ahí atrás? - preguntó acercándose a mi.

- Nada...

- ¿Estas segura? - se acercó más y empecé a caminar hacia atrás. Asentí con la cabeza sin dejar de alejarme, intimidada por su altura y su mirada, y por supuesto su cuerpo casi desnudo.

Sin darme cuenta, caí en la cama y él se puso en cuatro sobre mi. Agarró la camiseta de mis manos.

- Solo tenías que pedirla. - hizo una media sonrisa, mirando mis ojos y mis labios. Tiró la camiseta hacia atrás y agarró mi cuello - Tenemos algo que terminar...

- Esta noche estaré disponible, solo si me das tu camiseta de quidditch. - me entregó la camiseta y salió de encima mio. 

Se comenzó a vestir enfrente mio, obvio a propósito. Él sabe que me pongo nerviosa.

Caminamos a la Sala Común cuando se escuchó un golpe que provocó que todo el castillo temblara ¿Un terremoto en Hogwarts?

No, ya que todo volvió a calmarse pero otra vez sentimos el golpe. Sacamos a todos los alumnos de ahí y subimos con los alumnos de Hufflepuff, quienes tampoco sabían lo que pasaba. Había gente en el Gran Comedor y todos salían hacia la entrada principal del castillo.

Había una fuerte tormenta, pequeñas gotas de lluvia, ráfagas de viento y relámpagos infrenables. El día parecía noche y lo peor de todo, es que en una nube monstruosa estaba conjurada la Marca Tenebrosa.

Cuando Voldemort murió, McGonagall nos sacó esa Marca de nuestros brazos con magia muy poderosa.

Bajé mi mirada y en frente de todos nosotros estaba Theo, él estaba conjurando la Marca Tenebrosa. Mis ojos no creían lo que veían.

Agarré mi varita y caminé hacia él. Tenía que pararlo. Pero Draco agarró mi mano.

- No te vayas.

- Solo hablaré con él, confía en mi. - lo solté y seguí caminando. Tiene razón, es mejor que me aleje de él pero prefiero arriesgarme yo a que lastime a los demás.

No me acerqué mucho.

- ¡Theo! - me miró y sonrió maliciosamente - No tienes que hacer esto...

- Ni siquiera sabes qué voy a hacer.

- Sea lo que sea que hagas, está mal. Puedo ayudarte.

- Tu silencio todas estas semanas después de Hogsmeade me indicó que no. No puedes ayudarme. - su físico comenzó a cambiar, no podía ver muy bien por el estorbo del viento. Lo único que alumbraba eran los relámpagos.

Sabía que no era Theo, pero tampoco pensaba que podía ser él.

Su cabello oscuro ondulado, y sus ojos verdes que brillaban por los rayos.

- ¿Tom? - exclamé, me había dicho que empezaría una nueva vida ¿Todo fue una mentira?

La ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora