La Apuesta

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Sábado, me puse una camisa verde oscura a botones, unos pantalones negros formales, un saco, el collar con el pequeño dije de serpiente que Draco me regaló y unos zapatos. 

La mayor parte del día, estuve con Oliver, Fred, George y Cedric haciendo pequeñas carreras de escoba, nunca me divierto tanto con alguien como con ellos, si no fuera por sus presencias esta escuela sería bastante aburrida.

Antes de las siete de la tarde, encontré a Draco en la Sala Común con su traje negro, mirando su varita en su mano. No había nadie mas.

- Draco... - me miró y se puso de pie - Voy a estar a tu lado en todo momento. - él asintió, arreglé su corbata y noté su respiración alterada. Estaba nervioso, como yo. Pero tenemos que hacerlo, por Cissy - Haremos esto por tus padres, no nos queda otra alternativa. 

Tragó profundo, agarró mi mano, y caminamos a la Torre de Astronomía, escuchamos murmuros. Al subir, Draco le apuntó con la varita a Dumbledore, se podía ver el cielo nublado de fondo y había viento cálido.

- Buenas noches Draco, T/n... - dijo Dumbledore - ¿Qué los trae aqui en esta bella noche de primavera?

- ¿Con quién está? Lo escuchamos hablar. - preguntó Draco mientras nos acercábamos a él.

- Suelo hablar solo en voz alta, me parece extraordinariamente útil ¿Alguna vez se han hablado a ustedes mismos? - respondió, yo solo sostenía fuertemente su mano.

 Además sentía la presencia de otra persona escuchándonos. No le respondimos.

- Draco... Tú no eres un asesino.

- ¿Cómo sabe lo que soy? He hecho cosas horrendas.

- ¿Como maldecir a Katie Bell esperando que a su vez ella me entregara un collar maldito? ¿Cambiar una botella de hidromiel por una con veneno? - Dumbledore sabía todo y sin embargo no había hecho nada al respecto - Perdoname Draco, pero pienso que esas acciones fueron tan débiles, que no las hiciste de corazón - dijo con tono compasivo y sabio.

- Él confía en mi, fuimos elegidos. - Draco me soltó y le mostró su Marca Tenebrosa, no la había cubierto. Dumbledore lo miró con detenimiento.

- ¿Tú también T/n? - preguntó con cierta decepción en su rostro, asentí y tragué profundo - Déjenme facilitárselos - agarró su varita.

- Expelliarmus - exclamó Draco.

- Muy bien... - Draco comenzó a temblar, y a suspirar. Los nervios recorrían todo mi cuerpo. Escuchamos el golpe de una puerta, los mortífagos habían llegado. Agarré mi varita de mi bolsillo. - Ah, no están solos. Hay otros... ¿Cómo?

- El Armario Evanescente en la Sala de Menesteres, lo estuvimos reparando. - comentó Draco, yo no sabía que decir pero quería que todo esto se detenga.

- Supongo que tiene un hermano, un gemelo - la voz de Dumbledore estaba calmada como a diario, como si nada estuviera pasando.

- En Borgin y Burkes, forman un pasaje. - la voz de Draco, al contrario, temblaba. Sentía mi corazón en mi garganta y él seguía apuntándole con la varita.

- Qué ingenioso... Draco, hace años, conocí a un joven que tomó muchas decisiones equivocadas. - hablaba de Tom - Pero tienes la ayuda de T/n, permíteme ayudarte también.

- ¡No quiero su ayuda! - exclamó Draco mientras una lágrima deslizaba su mejilla - ¿Qué, no lo entiende? ¡Debo hacer esto, debo matarlo! O él matará a mis padres... 

Volví a tomar su mano, cuando escuchamos pasos acercándose a nosotros.

- Vaya, vaya ¿Qué tenemos aqui? - Bellatrix, Fenrir Greyback y otros mortífagos llegaron - Bien hecho Draco - susurró y la dio un beso en la mejilla.

- Buenas noches Bellatrix - dijo Dumbledore - Esto amerita presentaciones ¿No crees?

- Me gustaría Albus pero me temo que no tenemos tiempo ¡Hazlo! - le ordenó a Draco, pero él seguía temblando. 

- No tiene las agallas - murmuró Fenrir - Igual que su padre, déjame hacerlo a mi manera.

- ¡No! El Señor Tenebroso dijo que el niño debe hacerlo. Este es tu momento Draco, hazlo... ¡Adelante, ahora! 

Sin embargo, Draco seguía sin lanzar ningún hechizo, me miró, volvió a mirar a Dumbledore.

- No. - se escuchó la fría voz de Snape atrás nuestro, nos dimos vuelta. Dumbledore miró hacia abajo, como si hubiera alguien ahí.

- Severus... Por favor.

- ¡Avada Kedavra! - exclamó Snape, Dumbledore se cayó de la Torre. No lo podía creer, unas lágrimas se me cayeron, Draco y yo estabamos espantados.

- ¡Siiiiiii! - gritó Bellatrix invocando a la Marca Tenebrosa en el cielo. Mi corazón latía a mil por hora, no sabía que decir, solo seguía sosteniendo la mano de Draco.