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Luego de contarle a Draco que sin querer queriendo saqué a Tom del Diario, parecía enojado conmigo.

- ¿Por qué hiciste eso? - me preguntó.

- Porque me ama. - respondió Tom con una sonrisa maliciosa.

- No, simplemente quería que fuera libre con la condición de que se aleje de mi y mis amigos. Pero no hizo caso.

- ¿Desde cuándo hago caso? - dijo Tom, cruzando sus brazos.

- No me interesa si haces caso o no. Me interesa que no hayas cumplido lo que dijiste.

- ¿Cómo ibas a confiar en él? - dijo Draco, aun con la varita en la mano - Es un maldito mentiroso.

- La verdad no sé como pude confiar en él. - dije y la expresión de Tom ya no parecía tan relajada - Por su culpa Cedric murió, y eso también lo convierte en mi culpa, por dejarlo libre.

- Tuve que defenderme - se defendió Tom - Ese chico comenzó a atacarme y lo saqué de mi camino.

Solo me hacía sentir mas enojada. Draco lo noto y volvió a apuntarle con la varita.

- Quiero que te vayas, no lo volveré a repetir. - ordenó Draco, me levanté del sillón. Tom rodeó los ojos y también se puso de pie.

Caminamos hasta la puerta, Tom me miró con, no muy notable, arrepentimiento y se fue.

Le mostré mi habitación a Draco, él se quedó ahi jugando con Moony mientras me duchaba.

- ¿Alguna vez tuviste una mascota Draco? - le pregunté después, él estaba sentado sobre mi cama jugando con mi gata.

- Mi familia tiene una lechuza águila, pero mascota propia no... - parecía medio decaído o enojado.

- ¿Estás bien?

- No... - estaba enojado conmigo, por no haberle contado sobre Tom. Y bueno, tiene razón, eso debía contárselo porque Draco me entregó el diario.

- No te enoojes - dije en tono juguetón, mientras terminaba de peinarme

Él me miró intensamente, se levantó y se acercó a mi.

- Me gustaría castigarte de alguna manera. - susurró en mi oído, su perfume y el tono grave de su voz me dió un escalofrío.

- Con la habitación de papá cerca no creo que sea posible.

- Veremos... - dijo sin dejar su media sonrisa y salió de la habitación. Respiré profundo, no se cuando dejaré de sentir esos cosquilleos en la parte baja de mi estómago cada vez que se me acerca.

Bajé al comedor, donde Draco ayudaba a mi papá a poner los utensilios en la mesa. Me sorprendí porque Draco piensa que eso es trabajo para elfos.

En el almuerzo nos la pasamos conversando sobre libros, puede sonar muy aburrido. Pero papá y yo le comentabamos a Draco lo emocionante que es cuando permites que las páginas de un buen libro te lleven a un mundo completamente nuevo mediante la imaginación. Ya que con magia es imposible.

Aquella tarde, papá nos permitió ir a explorar un lugar muggle.

- Pueden ir a un cine...

- ¿Qué es un cine? - preguntó Draco.

- Es un establecimiento muggle con salas, y en cada una de ellas hay asientos y una gran pantalla adelante donde de proyectan películas cinematográficas. - contestó papá.

- ¡Vamos! - exclamé pero Draco me observó con cara de "no quiero" - Será divertido. Lo prometo.

- No se preocupen que los acompañaré hasta la entrada y los esperaré hasta que la película termine.

- Bueno, vamos... - dijo Draco con voz arrastrada, di un pequeño salto de felicidad y fui por mi saco.

Papá nos llevó con el auto hacia el cine, pero conduciendo en el suelo. Era algo nuevo para mi y Draco. Cuando llegamos, entramos al lugar que tenía luces amarillas y un cartel que decía "Golden Cinema" en el exterior. Adentro, había bastantes personas, Draco miraba con desconfianza y tomó mi mano. Un señor habló con mi papá, y este le dio dos entradas, un paquete con unas cositas blancas en él y dos bebidas.

- Esta comida - dijo pasandome el paquete - tiene diversos nombres en muchas partes del mundo, como palomitas, pochoclo, crispetas, pororó, popcorn. Es muy rico.

Agarré unas con mi mano y las probé, eran dulces y deliciosas.

- Ahora deben buscar la sala B, allí están proyectando "Matilda", la película que elegí para que vean. Antes de entrar deben darle las entradas a quien esté de guardia y seguir sus instrucciones.

Luego de unos minutos nos sentamos en los asientos correspondientes, sonreí y Draco miraba alrededor con detenimiento, siempre con su aspecto superior.

- Esto es genial ¿No? - Y estos cosos son deliciosos - dije señalando la comida y comiendo más antes de que la película empezara.

- No tanto como yo... - opinó con esa mirada atrevida.

- ¿Te estas comparando con comida Draco? - pregunté jugando - Porque nadie es mejor que la comida.

- No me hagas enojar más, o recibirás doble castigo. - murmuró.

- Ni que fueras mi papi. - hice una mirada desafiante y el puso su mano en mi muslo y lo masajeó provocativamente. Ubicó mi pelo atrás de mi oído y se acercó.

- Quieres doble castigo ¿Verdad T/n?


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