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Llegó el dia de mi partida, antes de salir de La Madriguera me despedí de todos.

Abracé a Fred y le di un beso en la mejilla.

- Te voy a extrañar Fred.

- No me digas asi que me pongo a llorar - dijo volviendo a abrazarme. Luego abracé a George.

- A ti también te voy a extrañar.

- Los dos sabemos que me vas a extrañar mas a mi - susurró y mostró una sonrisa divertida, besé su mejilla y asentí.

Salimos al patio delantero donde estaban mi mamá y mi papá. Abracé a Molly.

- Puedes venir cuando quieras T/n.

- Gracias Molly, los extrañaré a todos.

Saludé a mis padres y subí al coche. En el camino a casa les comenté algunas de las bromas que hicimos.

Cuando me acosté en mi cama a dormir, escuché unos golpes en mi ventana. Encendí el velador y caminé hacia ella. Encontré a Tom, volando en escoba, ya que estoy en el segundo piso.

- ¡¿Qué haces aqui?! - susurré.

- Quiero llevarte a un lugar...

- ¿A esta hora? ¿A dónde? - abrí la ventana y entró a mi habitación.

- Cállate y ponte algo mejor. - ordenó mirando mi pijama.

- Esta bien señor, solo espero que mis padres no nos descubran. - agarré mi ropa y camine al baño de mí habitación.

- ¿A dónde vas?

- A cambiarme de ropa - respondí y antes de que diga algo entré y cerré la puerta. Al terminar, salí y Tom estaba jugando con Moony, lo cual me dio mucha ternura.

- Se llama Moony - comenté, mirando a mi gata.

- Ya lo sé, lo dice en su collar.

- Bueno, sabelotodo. - rodeé los ojos y me miró con una sonrisa engreída.

Tuve que confiar en él para subir a la escoba, ya que si se movía yo podía morir estrellada en el suelo. Pero me dió su mano para sostenerme y no caerme. Comenzamos a movernos hacia el este.

La noche era azul y no había muchas estrellas. No confío mucho en Tom, entonces para que no pase nada malo, rodeé su cintura con mis brazos.

Él usaba una camisa gris a botones de mangas largas, un saco gris también, unos pantalones negros formales y unos zapatos, y yo me puse una camisa verde de mangas cortas, un pantalón gris oscuro y unos zapatos.

El viento fresco enfriaba mis mejillas, pero la vista desde arriba era hermosa. Bajamos en un camino angosto e infinito de piedra lisa, alrededor de un bosque. Unos faroles lo alumbraban.

- Encontré unas bicicletas - dijo sacando dos motocicletas raras detrás de un árbol.

- ¿Unas qué?

- Bicicletas, digamos que es uno de los pocos objetos muggles que me gustan. Quiero volver a usarlo.

- ¿Conmigo?

No dijo nada y me pasó la bicicleta. Agarró mi pierna y la pasó alrededor de la bicicleta.

- Siéntate aqui - agarró mi cintura, sosteniendome - Tienes que mantener el equilibrio, apoyar tus pies en los pedales y empujarlos. Estos van a girar e impulsarte y así te llevan. Con el volante eliges a que lado ir. Te enseño.

Se puso en su bicicleta, se sentó, agarró el volante, puso los pies en los pedales y estos comenzaron a girar al igual que sus piernas, al mismo tiempo comenzó a andar hacia adelante. Además se veía super atractivo. Dobló el volante y giró hacia mi hasta llegar.

- Fácil - dijo arreglando su pelo azabache ondulado.

- Ahora yo - esto es más difícil de lo que parece, ubiqué mis pies pero no tenía equilibrio, me caía a los costados. Tom me daba órdenes para que eso no pasara, mientras yo intentaba andar, él sostenía mis manos en el volante.

Luego de bastante tiempo, intenté hacerlo sola y me salió. Tom me seguía con su bicicleta. Lastimosamente me olvidé de cómo frenar y me caí hacia el costado.

Era obvio que Tom no me iba a ayudar a levantarme y me senté. Sin embargo, y sin poder creerlo, tomó mis manos y me puso de pie.

- Gracias - dije confundida.

- Eres una tonta, ya te dije como frenar. Debes escucharme cuando te hablo.

La ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora