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La mañana siguiente me bañé, dejé mi pelo suelto, me puse el uniforme, perfume y manteca de cacao. En la sala común, bajé a desayunar con Crabbe, Goyle y Blaise.

Luego fui a clases, todo iba normal. Pero Potter me miraba no muy disimuladamente y con odio, igual que a Draco. Pero Draco le devolvía las miradas. Yo prefería ignorarlo.

Hermione decía esa frase muggle de Platón; La ignorancia es el comienzo de todo mal. Pero no estamos en el mundo muggle así que puedo hacerlo.

Cuando las clases terminaron, como siempre me quedé terminando de copiar algo. Pero esta vez Draco y Blaise se quedaron a mí lado, esperándome. Bajamos los tres juntos al comedor y todos en las otras mesas rumoreaban. Sin embargo, los tres caminábamos como si fuesemos los reyes/reina de Hogwarts. Me sentí perfectamente genial, esta es una manera en la que imponemos respeto hacia nuestra casa. Orgullo Slytherin.

Draco se sentó al lado mío y Blaise en frente. Son divertidos y tienen su lado amistoso con quién quieren.

Parecía que los dos se habían olvidado de la apuesta. Y eso también me gusta pero cada vez que estoy cerca de Draco, recuerdo los besos y la noche que pasamos juntos. Es atractivo él pero no sé si me gusta. 

Mientras hablábamos y reiamos, Draco apoya su mano en mí muslo por abajo de la mesa y comienza a masajearme. Por suerte Blaise no se da cuenta, ellos dos seguían hablando y yo comía disimulando los nervios.

- ¿Y tu t/n, qué opinas? - dice Blaise.

- ¿Qué?

- Hola t/n. Llamando al mundo mágico ¿En qué piensas? - dice él, estoy pensando en las ganas que tengo de cojerme a tu mejor amigo. Draco me mira sonriendo, como si leyera mi mente, y saca su mano.

- Nada, pensaba en la carta.

- No te preocupes, no va a ser tan aburrido pasar la Navidad en mí mansión - dice el chico de ojos grises azulados sin borrar esa atrevida sonrisa - ¿Que tanto miran? - les grita a los de Gryffindor quienes nos miraban y susurraban.

- Ni siquiera saben disimular. - dije cruzando miradas con Hermione.

- Son unos inútiles.

Salimos del comedor y fuimos los tres al salón de pociones a terminar tarea. Pasar tiempo con ellos me hace sentirme parte de Slytherin. Lástima los nervios que siento cuando Draco me mira.

Pasaron varias horas.

- Chicos, voy a ir a la Sala común ¿Vienen? - dijo Blaise mientras agarra sus libros.

- No, tengo que terminar de leer esta página.

- Yo me quedo para terminar la poción pimentonica - dice Draco.

- Bueno, nos vemos. - con la ausencia de Blaise la tensión entre nosotros dos era aún mayor. Después de un par de minutos se levanta de su asiento y se para al lado mio.

- Levántate - me dice.

- ¿Por qué?

- Levántate - repitió a lo que le hice caso. Ya de pie, pude sentir su deliciosa colonia y sus ojos que me miraban como si nunca me hubieran mirado.

Puso una mano entre mi cuello y mi mejilla y la otra en mi cintura, acercándose para que nuestros labios vuelvan a unirse. No se hace cuántos días no nos besamos, pero lo extrañé. Y al parecer Draco también me extrañó y la prueba es este beso apasionado.

Pasé mis brazos por sus hombros y jugué con su suave pelo. Unos segundos después, me agarró por atrás de las piernas y me sentó en la mesa.

- Draco, no nos conviene hacer nada en el salón de pociones.

- Si me miras de esa manera ¿Que esperabas? - dice lleno de lujuria.

- Seguro quieres que alguien venga para que se enteren que ganaste la apuesta ¿Verdad?

- No, es solo que...

- ¿Qué Draco?

- Quiero cancelar la apuesta.

La ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora