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Las luces se apagaron lentamente y la película comenzó.

Luego de aproximadamente una hora, las luces volvieron a encenderse ya que la película había terminado.

Estuvo buena, entretenida. Los muggles buscaron otra manera de divertirse sin la necesidad de moverse, me imagino un cine mágico, sería fascinante.

Nos levantamos y salimos de la sala, tiramos a un tacho de basura el paquete y una bebida, ya que yo no había terminado la mia. Salimos del lugar.

- ¿Qué hora es?

- Casi las siete.

- Holaa, vamos al auto. - dijo papá acercándose a nosotros con unos libros en su mano. Entramos al auto.

- Estoy seguro de que Matilda era bruja - comentó Draco mientras viajábamos a casa.

- Si, seguro. O sino era una muggle común con superpoderes.

- Si era bruja, eso prueba por qué esta mal la discriminación a los "sangre sucia" como les llaman. - comentó papá, Draco escuchaba con atención - No es la culpa de nadie tener padres o madres magos o no y no hay que tratarlos mal por eso.

- Tienes razón, si solo fuera ministra de magia, podría cambiar toda esa situación. - opiné, Draco sonrió y le guiñé el ojo. Luego sostuvo mi mano para sentirse más cerca a mi. Creo que estoy convenciendolo sobre este tema, no quiero que cambie, solo que reflexione sobre esto.

Cuando llegamos a casa, cenamos y fui a mi habitación. Draco dormirá en otra habitación, ya que bueno, papá es sobreprotector a veces, igual me gustó que nos dejara solos en el cine.

Ya había pasado una hora y yo no lograba dormirme, me levanté de la cama y me senté a mi escritorio a dibujar.

Escuché la puerta abriéndose, era Draco y no se había puesto es pijama todavía. La ropa que papá le había prestado; unos pantalones lisos, grises oscuros, un buzo de lana negro que le quedaba demasiado bien, sin olvidar el anillo que siempre usa, y sus manos atractivas y grandes.

- ¿En qué piensas? - preguntó, yo me puse de pie.

- Mmm nada - murmuré jugando - ¿Y que te trae por estos lados?

- Tu doble castigo. - respondió con una media sonrisa y acercándose a mi lentamente.

- No podemos, la habitación de papá está cerca.

- ¿Y eso es un problema? - lanzó el hechizo cerrador de puertas y silenciador, se acercó a mi para besarme y yo jugué y me moví hacia atrás.

Al parecer no le gustó que esquivara su beso, porque colocó su mano en mi cuello y me empujó a él para esta vez si besar sus labios.

Sus labios de movian junto a los mios fogosamente, mordió mi labio inferior y solté un leve gemido. Seguía sosteniendo mi cuello, apretando un poco a los costados, sintiéndome débil.

Me pegó a la pared, separándose de mis labios y mirándolos. Con su dedo pulgar los acarició.

- No juegues conmigo. - dijo con voz grave y agitada, ya me sentía caliente.

- Que sea rápido el castigo.

- Esta noche será solo el comienzo. - sacó mi remera, agarró la varita de su bolsillo - Incarcerous - ató mis manos con una soga.

- ¿Que planeas ha-

- Silencio. - ordenó, acarició mi cintura, y me acostó en mi cama. Bajó mis pantalones y comenzó a besar mi cintura a la vez que masajeaba mis muslos y cadera.

Por Merlín, ya me sentía mojada, la manera en que sus labios dejaban marcas allí me hacía derretir.

Que no haga nada en donde yo quería era como una tortura. Sus besos y chupones bajaron hacia mi feminidad, donde hizo mi movimientos con su lengua. Cada contacto me estremecía, intenté soltarme del hechizo pero era algo imposible.

Introdució dos dedos dentro de mi, gemí y arqueé mi espalda, de movió para adentro y afuera.

- Mmm Draco... No pares. - hizo caso y además cada vez iba mas rápido. Él me miraba como si fuera un rey. Era raro no tener control de mi misma pero era un castigo.

Se agachó y ayudó a sus dedos con el castigo, me sentía indefensa pero llena de placer, no quería gritar muy fuerte. Pero no pude, cuando llegué al climax grité y mi abdomen se tensó. Suspiré e intenté calmar el ritmo de mi respiración.

- Diffindo - la soga que sostenía mis manos se rompió, miré a Draco y él solo sonreía orgullosamente.

La ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora