Capítulo 58: La negación del Dios

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[...]

— Lucy sé que estás ahí... — Hablo detrás de la puerta de su habitación. — Sabes que puedo entrar si quiero como un fantasma como dices tú, pero no quiero invadir tu privacidad. Sé que te impactó lo que viste pero eso no es real, de verdad caí en la trampa de Amora me encontró en un mal momento por favor créeme. — Hago una pausa pero ella no responde. — ¿Sabes? Preferiría un insulto de tu parte que tu silencio. — Suspiro profundo. — ¿Recuerdas cuando eras una niña y cada vez que tu abuela te regañaba te ibas a esconder al closet? Decías mi nombre para que yo apareciera, era tu peculiar forma de invocar a tu hada madrina y de verdad odiaba que creyeras que era un hada porque jamás me vestí con una faldita de tul rosa, ni tuve una varita mágica en mis manos, pero aun así me veías como alguien extraordinario, como un héroe y eso me agradaba.

— Te sigo viendo así... — Por fin abre la puerta de su habitación dándome un fuerte abrazo.

— Me sigues viendo como tu hada madrina... que bien. — Ella suelta una pequeña risa.

— Te veo como mi héroe, mi amigo y mi amante.

— Por favor no gastes tus lágrimas en la estupidez que hizo Amora... de verdad creí que eras tú... perdóname.

— Lo sé... lo sé... perdóname tú por salir corriendo como una adolescente, es que verte besando a otra chica que era yo misma, fue tan extraño... pero no dejaré que esa perra nos separe.

— Eso está mejor... así habla mi chica.

— ¿Sabes? Tengo ganas de ir al club a divertirnos hace ya tiempo que no vamos.

— Ehm... bueno aun no sé si soy bienvenido allí, la última vez que fuimos me exalté un poco...

— ¿Un poco? Golpeaste a un tipo porque me guiñó un ojo, lo dejaste inconsciente... pero quiero volver al club, esa atmosfera de seducción y lujuria es tan excitante, allá me siento diferente, deseada, sexy, y esa sensación de sus miradas acariciando mi piel me gusta.

— Está bien... si tú quieres iremos.

A la noche siguiente llevo a Lucy al club tal como se lo prometí, la verdad es que no tenía ganas de volver a ese lugar, pero no puedo negarle nada. Como siempre ella luce radiante, escogió un vestido rojo que combina con el color carmesí de sus deseables labios que resaltan con su piel pálida, su cabello castaño que ya casi llega hasta su cintura se mueve al compás de su caminata. Su vestido tiene una abertura que comienza en una de sus finas y estilizadas piernas y su aroma a frutas cítricas con notas de canela puede embelesar a cualquier mortal.

Acaricio sutilmente sus mejillas rosadas mientras ella me sonríe, dejo un beso en su frente y finalizo colocando la correa de cuero en la argolla dorada de su collar, la que lleva mis iniciales. Yo he jugado innumerables veces a ser el amo, pero ella es novata todavía en este juego oscuro, y esa inexperiencia es la que te hace desear cada vez más. Ha mordido el dulce fruto de lo prohibido y le ha encantado ese dulzor que nos hace esclavos y nos incita a querer probarlo una y otra vez, hasta que las ganas sean saciadas o hasta que se transgredan los límites de la lujuria.

¿Pero cuáles son los límites de este juego? Romper una de las reglas del acuerdo establecido es traspasar los límites, pero ella no ha roto ninguna de las dos explícitas reglas de nuestro trato, soy yo quien está pasándose de la línea de lo permitido y nunca antes en todos mis años de vida me había sucedido.

— ¡Loki viejo amigo! — Dice Antonio con una sonrisa mientras sostiene un vaso de whisky. — Bienvenido a mi humilde club.

— No esperaba un recibimiento así de tu parte después de lo que sucedió ...

La Obsesión del Dios del Engaño - Parte I, II y IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora