Capítulo VIII : Devastada

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La hermosa mujer de piel blanca y de rojos labios que decía ser la esposa del mismísimo Loki quería ayudarme. Pero su mirada despectiva y de arrogancia me hacían dudar de sus "buenas" intenciones. Sin embargo, no tenía a nadie más quien pudiese ayudarme a salir de ese lugar. No tenía más alternativa que aceptar lo que ella me propusiera con sólo el fin de liberarme de la prisión de cristal.

— ¿De verdad puedes ayudarme a escapar de aquí y volver a la Tierra?

— Claro que sí , por proteger lo que me pertenece soy capaz de todo.

—Esta bien acepto. ¿Qué es lo que tengo que hacer exactamente? Será difícil engañar a Loki.

—Por supuesto, conozco a Loki desde hace muchos años y sé que es difícil de engañar pero no imposible. Yo también poseo poderes mágicos que serán de utilidad.

—¿Cómo voy a escapar de aquí?

—Paciencia yo vendré por ti cuando sea el momento, Loki se aburre con facilidad y sale del reino de vez en cuando hay que aprovechar ese momento para que puedas huir, por eso siempre debes estar preparada y deberás obedecer en todo lo que te diga, entiendes que si algo sale mal y nos descubren estaremos en graves problemas.

—Entiendo.

— Esta conversación nunca existió.

Se va del lugar desplazándose delicadamente mientras yo me recuesto sobre la cama pensando en como lo hará Sigyn para ayudarme a escapar de aquí. Además debía disimular muy bien frente a Loki para que no descubra nuestro plan.

El tiempo había transcurrido. Los días se iban junto con mis esperanzas de volver a la Tierra.

Ya se habían cumplido dos semanas en aquella jaula de cristal y seis días desde que vino a visitarme Sigyn.

No soportaba un día más en aquel lugar, había bajado de peso y caminaba de un extremo a otro igual que un león enjaulado. Aunque podía hacerlo no me aseaba, siempre traía la misma camiseta rota y los calzones de color negro. Mi cabello todo enmarañado y mi demacrado rostro hacían de mi una sombra de lo que fui.

La depresión, la furia y la desesperación por salir tomaron control provocando que destruyera todo lo que había a mi lado.

Primero fue la televisión, con una silla destrocé toda la pantalla, los libros despedazando las hojas, luego la cama, rasgando las sábanas de seda y los cojines que expulsaban miles de plumas.

Con la misma silla comencé a golpear la gran pared de cristal frente a mi.

A pesar de ser de vidrio no se rompía, al parecer no era de un ordinario cristal. Tenía magia ya que cada vez que lo golpeaba con la silla una luz dorada aparecía. Estaba protegido con un campo de protección. Sin embargo mi furia descomunal seguía insistiendo y no paraba de golpear el vidrio hasta que se hace una pequeña grieta.

Las puertas de la sala se abren entran unos hombres vestidos con armadura dorada, eran soldados de Loki que oyeron el ruido de mis destrozos, ven la deplorable escena y salen del lugar a toda prisa.

No me detuve. Seguí golpeando el vidrio, la grieta que había logrado se expandía más y más hasta que la silla se rompe. Caí rendida de cansancio al suelo en medio de todo el desastre que había hecho.

Se vuelven abrir las puertas y entra Loki.

Yo sigo inmóvil en el suelo de la prisión mientras lo sigo con la mirada. Él se acerca hasta la jaula de cristal inspeccionando de cerca la enorme fisura que le había provocado al vidrio.

—Increíble. —Dice viendo el vidrio roto.— Sabes esta jaula de vidrio la diseñe especialmente para ti, para que un humano no pudiera hacerle ningún rasguño ¿y tú le haces una enorme grieta? Eres genial.

La Obsesión del Dios del Engaño - Parte I, II y IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora