Capítulo 129: El tres de espadas

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Conversamos mientras sostengo su mano, ella besa la copa de espumante dorado y bebe un poco. Contemplo el brillo en sus ojos, ese destello único que solo ella tiene en su mirada, y que hace que mi existencia tenga sentido.

Un movimiento en la mesa contigua me distrae, de reojo observo que uno de los comensales nos está tomando fotografías con su celular sin ningún disimulo. Lucy también se percata de la situación.

— Oye... ¿sabes que es ilegal tomar fotografías sin consentimiento? — Lucy lo increpa.

El sujeto no dice nada, solo guarda el móvil en su bolsillo.

— Vas a tener que hablar con Jacob cuanto antes.

— Si lo sé, pero que esto no arruine nuestra cena.

— Por supuesto que no... pide la cuenta, quiero ir a un lugar más íntimo. — Siento su pie recorriendo mi pantorrilla hasta llegar a mi pierna.

— ¿Dónde quieres ir? Podríamos ir a un hotel cinco estrellas.

— Tengo una idea mucho mejor, vamos a mi departamento. Ese lugar está muy inmaculado, necesita un poco de nuestra lujuria.

— Vamos.

Nos levantamos de la mesa, sujeto su mano y salimos del restaurante, mi vehículo pronto nos dejó en el departamento nuevo de Lucy.

Ingresamos a la sala besándonos con desespero, mis manos tallaron sus senos y mi boca se sumergió en ese escote que me tuvo hipnotizado toda la noche. Froté mi erección contra su figura, levante una de sus piernas mientras mi miembro se presiona en su centro, ella me regaló gemidos placenteros mientras su espalda se pegaba a una de las paredes, comencé a mover mi cadera cuando el tacón de Lucy que permanecía en el aire, derribo una pequeña mesa con un adorno de cerámica.

Ambos reímos y jadeamos encima del otro.

— Alguien está muy caliente.

— Me has tenido sin sexo dos semanas, mañana no vas a poder sentarte. — Ella me sonríe.

Desanudo mi corbata para envolver sus muñecas con la tela, hago un nudo doble para jalar de la corbata acercándola a mí y así poder besarla. Me destrabo de su boca para desnudarla, le quito el vestido a tirones, hasta que queda solo con su ropa interior, ella permanece quieta atada de manos esperando mi próximo movimiento. La jaloneo del cabello hasta mis brazos, sostengo su cuerpo subiendo las escaleras, su espalda se apoya en el colchón y estira sus manos atadas dejando su torso desnudo completamente expuesto para mi disfrute.

Lamo y muerdo sus pezones duros mientras mi mano se deshace de sus prendas interiores. Estimulo su intimidad y mis dedos esparcen toda su humedad por cada rincón de su sexo, mi mano se escabulle por cada uno de sus pliegues, presionando y frotando cada espacio. Retiro mis dedos mojados de su centro, me los llevo a la boca para probar el sabor de sus jugos, ese néctar que emana de mi fruta favorita y que deseo probar todos los días de mi vida. Vuelvo a hundir mi cara entre sus piernas, lamo y succiono con adoración su sexo, como si ella fuese una Diosa a la que quiero honrar y venerar para siempre.

Entre dientes dice mi nombre.

— Loki... quiero orinar. — Sonrío en medio de sus piernas.

— Entonces hazlo.

— ¿Estás loco?

— Vamos mi amor confía en mí... conmigo no tienes que reprimirte. — Digo dejando besos y lamidas en la cara interna de sus muslos.

Mis labios acarician con suavidad su clítoris, mi lengua se resbala mezclando mi saliva con sus fluidos, incremento los movimientos frotando esa parte tan íntima y que fue diseñada para el placer de una mujer. Las piernas de Lucy tiemblan, abrazo sus muslos para que mi lengua llegue hasta el último de sus escondites, ella repite mi nombre casi suplicando y termina expulsando un chorro transparente que moja las sábanas.

La Obsesión del Dios del Engaño - Parte I, II y IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora