Capítulo 169: Padre e hija

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Volví a llamar a Kaan con la esperanza de que esta vez sí me contesté. Pero entró el buzón de voz.

Lucy: Te extraño.

Le escribí, aunque sé que no habrá respuesta.

En eso suena el timbre.

Sé que no es Kaan porque él no toca a la puerta, pero lo raro es que tampoco estoy esperando a nadie.

— ¡Luuucy! — Dice la pequeña abrazándome cuando abro la puerta.

— ¡Freya! — Respondo a su abrazo. — ¿Cómo has estado?

— Bien... conocí a una señora que odia los niños y huele muy feo, tú hueles a flores.

— Hola... ¿podemos pasar? — Me dice Loki.

— Adelante.

— ¿Estás sola? — Me pregunta el Dios entrando con cautela.

— Sí... Kaan no está.

Freya saluda a Tommy quien está acostado en un sillón.

— Disculpa por venir a esta hora sin avisar, pero Freya moría por verte.

— Freya puede venir a visitarme cuando quiera.

— Gracias.

— ¿Quién es la señora que mencionó Freya?

— Verity... estuvimos en su departamento y bueno... ella fuma hierba.

— ¿Y cómo se lo tomó?

— No muy bien.

— Papá... — Le dice la niña tirando de su pantalón.

— ¿No me digas que otra vez quieres ir al baño?

— Tengo hambre.

— Pero ya comiste.

— ¿A qué hora fue su última comida? — Pregunto.

— Como a las 4 de la tarde.

— Pero son las 10 de la noche.

— ¿Y?

— ¡Loki! ¡¿quieres matarla de hambre?!

— No me regañes... estoy aprendiendo te recuerdo que soy padre primerizo y fue de la noche a la mañana.

— ¿Y que le diste de comer?

— Comió galletas y tomó café.

— ¡¿Le diste café a una niña?!

— Ya sé que no estuvo bien... pero lo supe cuando vomitó en el sillón de Verity.

Suspiro.

— Le prepararé algo de comer.

— No te molestes puedo pedir comida.

— La comida rápida no es saludable para un niño, además quedó preparada del almuerzo.

Después de calentar los alimentos, los serví en dos platillos sobre la encimera, uno para Freya y otro para Loki.

La niña observa con asco el platillo que tiene en frente.

— ¿Qué es eso verde?

— Son verduras, tienes que comerlas para crecer sana y fuerte.

— Pero yo quiero hotcakes

— Loki... — Le llamo la atención para que intervenga.

— Si no te comes todo te abandonaré en Central Park para que te coman las ratas.

La Obsesión del Dios del Engaño - Parte I, II y IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora