Capítulo XXII: El negocio. Parte II

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¡Hola lectores! 

Sé que much@s estamos haciendo cuarentena debido al puto corona virus así que les adelanto el capítulo 22 para hacerla un poco más amena.

Cuídense, no olviden lavarse las manitos.

Miss Loki

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Él sigue conduciendo a una velocidad moderada mientras yo sólo me limito a observarlo. Sólo se escucha una canción desconocida en la radio del automóvil ni siquiera ha dicho una palabra quizás está esperando que yo sea quien rompa el hielo. Pero ¿cuál hielo? Si hace un momento nos comimos a besos y le dije lo mucho que lo había extrañado.

Me siento muy cómoda en el asiento de cuero de su porsche mientras seguimos avanzando por las calles de Manhattan, él me regala a ratos su increíble mirada.

— ¿Tanto te gusto que no dejas de mirarme? — No ha perdido su humildad.

— Me gusta verte conducir... te ves más... "humano".

— No me parezco en nada a los humanos.

— Lo sé, pero déjame fantasear.

— Llegamos.

— Estaciona el auto quiero que subas conmigo a mi apartamento.

— Parece que alguien ya no se aguantas las ganas.

— Dijiste que teníamos que hablar además quiero mostrarte algo. —Digo con seriedad.

Bajamos del lujoso automóvil del Dios subimos por las escaleras hasta mi apartamento, coloco la llave en la antigua cerradura, abro la puerta y de inmediato mi gato se asoma maullando, se restriega en el pantalón del Dios dejando pequeñas pelusas de su pelaje. Loki ve asqueado como se arruina su elegante outfit negro, entra inspeccionando mi apartamento y creo que es normal ya que hace meses que no lo visita.

Lo dejo en la sala mientras voy al mueble de cocina, abro las puertas para sacar una lata de atún la destapo ante la atenta mirada de Tomy quien no le quita la vista de encima, mientras se saborea ansioso le sirvo el atún en su plato.

— Cambiaste la decoración. — Dice Loki mientras examina un cuadro de colores colgado en la pared.

— Si, cuando volví a la Tierra creí sería una buena idea innovar.

— Esta fotografía no la había visto antes. — Dice el Dios asgardiano cogiendo un retrato de mis padres con un marco plateado que se encontraba en una mesita de noche. — Eres igual a tu madre... — Añade viendo fijamente la foto con un atisbo extraño en su mirada.

— Yo creo que no le llego ni a los talones a mi madre... era bellísima. — Digo viendo el retrato que Loki sostiene en sus manos pero acabo fijando mi atención en su perfecto rostro.

— Tú sigues siendo la más bella para mí. — Nuestras miradas se entrelazan.

— ¿Quieres beber algo? ¿jugo, té, agua? café no te ofrezco porque sé que no te gusta. — Pregunto alejándome de él con las mejillas ruborizadas.

— No gracias, no consumo nada de Midgard.

— Bueno tú dijiste que teníamos que hablar. — Me siento en el sofá frente a él.

— Lo principal que quería saber ya me lo dijiste. — Se sienta en el sillón colocando una pierna sobre la otra. — Para mí es suficiente saber que me extrañaste. — Dice mientras un mechón de su rizado cabello se cruza por su frente.

La Obsesión del Dios del Engaño - Parte I, II y IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora