Capítulo XVII: De vuelta a Midgard

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El siguiente capítulo puede contener lenguaje soez, escenas sexualmente explícitas o violencia.

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[...]

Era un chiste grosero e irónico de la vida, ahora me encontraba encadenada de manos y pies a punto de escuchar mi sentencia, en el mismo salón donde el Dios me presumió ante sus invitados como su nuevo juguete. Sigyn no dejaba de temblar ni de llorar, yo sólo observo las miradas mal intencionadas de la multitud expectantes de escuchar la decisión del rey.

Tenía miedo pero mi amor propio no dejaría que llorara frente a él ni a nadie, si iba a morir sería con la frente en alto.

— Para que vean que soy un rey generoso les daré una oportunidad para disculparse y quizás me conmueva. —Dice el Dios asgardiano con ironía en sus palabras desde su trono dorado.

— ¡Por favor mi señor! ¡perdóneme! yo sólo quería protegerlo de ella, quizás ella sea la chica de la predicción ¡Loki por favor recuerda cuando éramos niños, nuestra infancia! —Suplica Sigyn con lágrimas deslizándose por sus mejillas desbaratando aún más su maquillaje.

— Amordácenla. —Ordena Loki a sus soldados poniendo sus ojos casi en blanco por el aburrimiento que le producía escuchar las palabras de su mujer, finalizando con un profundo suspiro. — ¿Y tú Lucía tienes algo que decir a tu favor? —Me mira desafiante con sus pupilas verde azuladas.

— No tengo nada que decir... has tu estúpida sentencia. —Refunfuñé.

— ¿No tienes miedo de morir?

— Tengo miedo... soy humana, pero tú me enseñaste cuando era una niña a no demostrarme débil ante nada ni nadie, si esperas a que te suplique como lo hace ella... —Dirijo mi mirada hacia Sigyn. —Olvídalo eso no va a pasar... —Vuelvo a mirar a Loki de frente— tú no eres mi Dios menos mi rey.

La multitud se conmociona ante mi insolencia, el Dios del Engaño no despega su maniática mirada de mí y se asoma una leve curva en sus labios.

— Ya escuche suficiente haré mi sentencia...

Se escucha un silencio sepulcral en la sala del trono esperando las palabras del rey.

— Sigyn ... tu sentencia debería ser la muerte pero porque fuiste una gran amiga en mi infancia serás condenada por un año a vivir encerrada en tu habitación, seguirás teniendo todas las comodidades y privilegios del Palacio pero no verás ni siquiera un mechón de mi cabello en ese período y jamás volverás a ser mi brazo derecho para dirigir este reino.

— ¡No por favor! ¡mátame! ¡prefiero morir a estar un año sin verte!

— Quítenla de mi vista. —Los soldados se la llevan mientras Sigyn sigue gritando desesperada. — Y para ti Lucía... tu sentencia es pasar hasta el último día de tu vida encadenada a mi lado como mi mascota. —Se dibuja una mueca burlona en sus labios.

— Maldito cretino. —Murmuré.

Los soldados tironean de mis cadenas llevándome hasta un costado del trono del rey. Loki hace un gesto a los soldados y estos colocan una correa de cuero alrededor de mi cuello con una larga cadena la cual el Dios podía jalar a su antojo como si fuese su perro.

De pronto unos soldados irrumpen en el salón exaltados.

— ¡Majestad tiene visita! —Loki desconcertado no asimila la información.

La Obsesión del Dios del Engaño - Parte I, II y IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora