Capítulo 104: La venganza del Dios del Engaño

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Caminé por el enorme jardín que me recibió con una suave brisa, el sonido de las hojas me hizo cerrar los ojos por un breve momento, hacía tiempo que no pisaba este lugar. Aunque me daba la espalda ella pudo percibir mi presencia, volteo a verme y se acercó rápidamente hasta mí.

— Loki...— Me abrazó. — Te extrañé tanto.

— Yo también Sigyn. — Correspondí a su abrazo. — Y dime ¿qué tal todo por aquí?

— Todo en orden, me he encargado exclusivamente de estar al pendiente de todo.

— Sé que cuando me ausento queda en buenas manos.

— Estoy tan feliz que estés aquí... — Me sonreí tan feliz que esa felicidad la veo en sus ojos. — Mandaré a pedir que no sirvan el desayuno en el jardín.

Tal como ordena Sigyn a las sirvientas nos sirven el desayuno en el jardín, hace tiempo que no bebía mi té admirando este paisaje, la fuente de agua a lo lejos y las incontables flores de colores que hacen de un bello espectáculo. Realmente mi mente se está acostumbrando a los rascacielos, al asfalto, a los automóviles hiendo y viniendo, a las multitudes de personas, todo aquí están distinto a Midgard.

— Cuéntame ¿qué tal tu vida allá a Midgard?

— Bien, soy dueño de una compañía, todo un hombre de negocios, he estado trabajando muy duro para ser digno de ese puesto, tengo una oficina más bien soy dueño de un rascacielos y tengo una hermosa secretaria llamada Verity.

— ¿Tú trabajando? — Asentí.

— ¿En un trabajo de humanos?

— Sí. — Sigyn explota de la risa. — ¿Cuál es el chiste? — Dejé mi taza de porcelana haciendo un ruido al chocar el platillo.

— Tú trabajando. — Ríe con tantas ganas que hasta se atraganta. — disculpa...— Bebe un sorbo de su jugo verde. — es que por más que lo intento no te veo en un trabajo de humanos, por lo que sé son muy aburridos, sobre todos los de escritorio.

— Pues si no me crees un día podrías venir y verme.

— ¿Yo en Midgard? Ay no que espanto.

— Lo mismo decía yo, veme ahora... creo que hasta me agrada. — Sigyn me clava su mirada.

— Espero que tu obsesión por Lucía no sea la razón por la que estas allá.

Ella hace mucho que dejó de ser mi obsesión.

— ¿Ella está bien? Lo último que me dijiste es que ella estaba internada en uno de esos hospitales para desquiciados.

— Sé que está bien, pero mientras menos sé de ella mejor para mí.

— Me alegro escucharte decir eso...— Sujeta mi mano con cariño. — podríamos hacer una gran fiesta por tu regreso, con invitados de distintas partes de la galaxia hay que celebrar.

— Sigyn de eso quiero hablarte. — Su expresión de alegría cambia de inmediato. — No he vuelto para quedarme... compré una mansión en Nueva York, estoy viviendo allí con Lizzy, Rick y Jake, él es un niño que yo adopté.

— ¿Tienes un hijo?

— No es precisamente mi hijo, pero si soy el que está a cargo de él.

— O sea, eres su padre... ¿Quién es su madre? ¿Es esa tal Verity?

— No, yo lo adopté, lo encontré en la calle y me lo quedé.

— ¿Tú adoptando un niño de la calle? — Arruga el entrecejo.

La Obsesión del Dios del Engaño - Parte I, II y IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora