Capítulo XXX: Fundidos en uno solo.

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Advertencia:

Este capítulo puede tener escenas sexualmente explicitas, lenguaje soez, vulgar y violencia.

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La noche estaba cayendo, las luces amarillas de la ciudad de Nueva York poco a poco se iban encendiendo una tras otra, término de colocar el segundo arete en el lóbulo de mi oreja y ya estoy lista para salir. Pero antes me vuelvo a mirar en el espejo una última vez aplastando los pliegues de mi vestido de seda esmeralda.

Mi maquillaje era sencillo excepto por mis labios rojo carmesí que resaltaban por mi piel blanca, en el espejo veía a una mujer que no volvería a reflejarse en el, ciertamente mi vida después de esta noche cambiaría para siempre.

Sí, sé que suena dramático pero no todos los días se pierde la virginidad, además siempre esperas que el primero sea el hombre que amas, el príncipe azul de tus sueños. En mi caso sería el Príncipe de Asgard, un Dios maniático que intentó destruir la Tierra.

Ahuyento los pensamientos de mi cabeza rociando perfume sobre mi clavícula, ya estaba lista para dejarme llevar por los encantos de la noche. Tomo mi bolsa de mano acaricio a Tomy una última vez para salir de mi apartamento, hago parar un taxi que me lleva hasta el elegante hotel donde se está hospedando el Dios.

Entro al alfombrado hall del gran hotel, me acerco hasta la recepción me atiende una señorita de cabello rubio que pregunta mi nombre y me dice: "Puede subir, el señor la está esperando".

Mierda.

Mientras el ascensor de vidrio subía piso por piso mis piernas no dejaban de temblar, era un manojo de nervios. Intenté calmarme respirando profundo pero no funcionaba.

El ascensor se detiene, camino por el pasillo hasta su puerta pero antes de que toque la madera con mis nudillos esta se abre apareciendo el Dios ante mis ojos vistiendo elegante como siempre, con su traje de marca oscuro pero su camisa esta vez era blanca.

— Buenas noches señorita la estaba esperando. — Dice besando mi mano como un caballero, luego me hace un gesto para que pase.

— H-hola...— Murmuré, la voz apenas me salía de la garganta.

El Dios se dirige hasta el bar de la sala sacando una botella de forma cuadrada con whisky y unas copas.

— Toma asiento. — Me dice indicando el sillón de felpa rojo con decoraciones. Hago lo que me sugiere, tomo asiento casi en el borde apretando mi bolso de mano con mis dedos. — ¿Quieres beber whisky?

— ¡Sí! ¡gracias! — El Dios me sirve una copa con whisky con dos hielos flotando en el líquido.

— ¿Qué pasa Lucy? Te ves tensa.

— Estoy nerviosa. —Bebo un sorbo.

— Tranquila...—Loki se sienta a mi lado entrelazando su mano con la mía.— Si te hace sentir mejor también es mi primera vez.

— Sí, claro. —Digo con un tono de sarcasmo.

— Nunca he estado con una mortal o una mujer virgen, pero no te preocupes no tienes que hacer nada sólo déjate de llevar y disfruta. Seré amable, confía en mí. — Dice observándome con esos hechiceros ojos tan cerca.

La Obsesión del Dios del Engaño - Parte I, II y IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora