Capítulo VII: Feliz cumpleaños

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— Sirveme otro. —le digo al barman devolviendole el vaso vacío. Este me da otro whisky con tres hielos flotando en líquido marrón. Lo bebo de un enorme sorbo y dejo unos cuántos dólares sobre el mesón del bar y salgo del lugar.

Camino unos metros bajo una fría noche, llego hasta el motel donde me estoy alojando hace cinco días, subo las escaleras hasta el segundo nivel y abro la puerta de la habitación 26 , cierro lanzando mi bolsa al piso me quito el abrigo y dejo caer mi cuerpo exhausto en la cama. Busco mis cigarrillos en el bolsillo derecho de mis jeans prendo uno y aspiro una gran bocanada de humo expulsándolo por mi nariz.

—¿De verdad creíste que podías huir de mí?

Mierda reconozco esa voz. Me incorporo sentándome en la cama.

Me ha encontrado.

—Tenía que intentarlo al menos aunque de todos modos algo en mí me decía que era inútil. Le respondo aventándole mi encendedor este lo atraviesa. —Ni siquiera eres el real ¡Ya déjame en paz!

—Tienes una deuda más bien una doble deuda y mañana vence el plazo solo vine a refrescarte la memoria y a recordarte que no importa donde te escondas te voy a encontrar hasta en el más mínimo escondite de este asqueroso planeta.

—¡No quiero irme de aquí! ¡No soy tu juguete! ¡¿Quién te crees que eres para venir y decidir por mí?!

—Soy el que te salvo la vida cuando eras una niña.

—¡¿Y por eso mi vida te pertenece ?! ¡Entonces me hubieses dejado morir ahí!

Después de haberle gritado esas palabras con producto de la ira acumulada me vi acabada sin escapatoria no tenía más opción que ir con él. Mi plan no había resultado hasta deje el apartamento que alquilaba tratando de huir, dejé mi trabajo incluso a mi gato que quedó bajo los cuidados de una vecina.

Hace una semana que no veía al Dios del Engaño y por un momento pensé que lo había logrado pero me equivoqué.

Mi vida le pertenecía ya no tenía salida más que aceptar mi destino.

—Te veré mañana. —Me dice su ilusión desvaneciéndose iluminando el lugar con una luz verde.

Cojo el cenicero y lo lanzó con fuerzas contra la pared.

Mi cumpleaños número 25 era el día de mañana y como dicen no hay fecha que no llegue ni deuda que no se pague. 

Y con Loki estoy en números rojos.

Me recosté en la fría e incomoda cama del motel.  De tanto pensar el sueño y el cansancio me vencieron ignorando lo que acontecería al despertar.

Despierto al siguiente día sobre una suave y cómoda cama con sábanas de seda fina. Aún medio dormida veo a mi alrededor y ya no me encontraba en la habitación 26 del motel.

 El piso era blanco y las paredes transparentes parecían de cristal. No habían ventanas y tampoco una puerta por donde salir. Era una habitación, más bien una jaula de vidrio donde había una enorme cama, un televisor colgando de una de las paredes, una silla, una pequeña mesa con una torre con libros y un sillón de cuero negro.

De inmediato busqué la salida pero no había escapatoria. El pánico de estar recluida allí me hizo gritar.

—¡Loki! ¡Sé que tú hiciste esto déjame salir! ¡Lokiiiiii! ¡Lokiiiiiii!

Mis gritos fueron escuchados y una puerta se abre, Loki aparece en escena con su traje de cuero de tonos verdes y sus cuernos dorados adornando su cabeza, en su rostro una sonrisa burlona y sus ojos viéndome fijamente como si hubiese cazado a la más exótica ave que un cazador puede atrapar.

La Obsesión del Dios del Engaño - Parte I, II y IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora