Capítulo XIII: Decepción y alcohol

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Advertencia:  

 Este capítulo puede contener lenguaje soez, escenas sexualmente explicitas y violencia.

Disfruten ;)

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La gran puerta dorada estaba entre abierta sin soldados resguardándola. Me adentré en la habitación ahí está esperándome descalzo con el mismo atuendo de la noche anterior.

—Sígueme —Dice Loki caminando hacia al balcón.

Me coloco frente a él sólo nos ilumina la luz de la luna llena, Loki mira en dirección opuesta al balcón y veo unas escaleras de piedra en forma de caracol que ascendían alrededor de la torre donde nos encontrábamos, él empieza a subir me estira su mano para ayudarme.

— Sostente de mi mano y no mires hacia abajo.

Intento no mirar hacia abajo pero era inevitable no hacerlo un paso en falso o un tropiezo y caigo al vacío. Loki no deja de apretar mi mano con fuerza mientras subimos los interminables escalones hasta que llegamos a la techumbre del palacio. Intentaba recuperar el aliento respirando hondo cuando exclama.

— ¡Ta da! —Dice Loki viendo al cielo como si se tratara de un espectáculo.

Y si lo era.

— ¡Wow! ¡las estrellas se ven muy cerca! —Digo sentándome en el techo del palacio que ahora se encontraba bajo mis pies.

— Este es mi lugar favorito siempre he venido solo aquí hasta hoy. —Se sienta a mi lado muy cerca.

— Gracias por compartirlo conmigo y por volver a salvarme la vida. —Agradezco viéndolo con mis mejillas ruborizadas. Loki también me ve fijamente con sus fascinantes ojos verdes pero con un atisbo de misterio que se mezclaban perfecto con el tono de sus pupilas. La luz de la luna se reflejaba en su piel haciéndola perfectamente blanca. —Si no hubieras llegado a tiempo no estaríamos aquí.

— Siempre voy a protegerte eres especial.—Hace una pausa. — Tan diferente ...

— ¿Diferente a quién?

— A todos... todas las chicas del harem, ellas quieren joyas, vestidos finos y tú sólo te conformas con ver las estrellas.

— Soy común y corriente.

— No lo eres.

Ambos nos quedamos viéndonos buscando el reflejo en el otro. Mi vista se desviaba hasta su boca que tanto deseaba.

— Has pensando ¿qué va a suceder entre nosotros cuando pasen los años. —Digo interrumpiendo el momento. —¿Y me vuelva una anciana?

— No lo había pensado. —Medita arrugando el entrecejo.

— Porque tu seguirás siendo guapo y joven pero yo no. ¿Me visitaras cuando tenga ochenta años, esté arrugada y mi cabello este blanco?

La Obsesión del Dios del Engaño - Parte I, II y IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora