Capítulo 132: El cumpleaños de Daisy

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Las horas se pasan muy rápido junto a ella, las luces encendidas de la ciudad anuncian la llegada de otra noche, y aunque hablamos de finanzas, estadísticas y otros temas, el trabajo no parece trabajo cuando está a mi lado, ella me está hablando, pero mis ojos solo se concentran en esos labios y en la abertura de su blusa, creando innumerables fantasías en mi mente.

— Voy a terminar comiéndome todo el sushi.

— Estoy satisfecho... para ti. — Digo dándole las ultimas piezas de mi plato.

Ella me sonríe y se lleva el bocado de arroz a su boca, volví a fantasear con esos suaves labios.

— Van a ser las diez... — Dice ella viendo su móvil. — lo bueno es que avanzamos harto.

— Sí.

— ¿Por qué tan callado?

— Tengo una fantasía...

— ¿Cuál?

— Tú y yo aquí... — Digo paseando mi mano por el escritorio de madera.

— ¿Ahora?

— Ahora es perfecto, ya no debe haber nadie todos ya se fueron.

— En ese caso, estoy dispuesta a cumplir todas sus fantasías señor Odinson.

Ella se levanta de su silla y camina hasta mi sentándose en mis piernas, su falda se levanta y yo aprovecho la oportunidad de acariciar sus muslos. Llego hasta su cadera y tiro del elástico de su ropa interior bajándolo por sus piernas, pantorrillas y finalmente la prenda queda enredada en sus tacones. Sostengo su figura entre mis brazos me levanto para dejar su anatomía sentada sobre mi escritorio, mi amada tiene ambas piernas totalmente abiertas y dispuestas para mí, maravillando mi vista con esa deliciosa entrada al Valhalla. Me arrodillo atendiendo la piel de sus muslos con besos y caricias mientras ella solo se limita a observar desde lo alto como una verdadera Diosa.

— Sabes que te adoro y que te venero con el alma... ¿verdad? — Susurra mi boca muy cerca de los labios mojados de su vagina.

Su cabeza asiente y sus ojos se cierran para disfrutar del arte de mis lamidas, brindarle placer a una mujer es un arte que muy pocos están dispuestos a dar.

Mi lengua se desliza suave como si fuera un pincel pintando una hermosa obra sobre ese cuadro majestuoso que nace entre sus piernas, mi saliva dibuja extensos caminos para satisfacer a mi musa. Sus gemidos tiñen de interminables colores mis oídos provocando una erección totalmente digna de ella entre mis pantalones.

Mis manos se impacientan y con dos de mis dedos dejo trazos coloridos sobre ese punto diseñado para el placer de una mujer. Hundo mis dedos en su entrada y ella gime mi nombre levantando la voz, mis falanges se sumergen en ese mar húmedo mientras mi lengua sigue pintando trazos por cada pliegue y rincón. Su espalda se dobla y succiono con fuerza, su flor me regala el sabor de su néctar detrás de un orgasmo mágico e indescriptible.

Levanto mis rodillas del suelo y mi boca se junta con la de ella, danzan sincronizadas por la melodía de la pasión. Estrujo uno de sus pechos y desabrocho su blusa siendo una tortura cada botón que separa mi tacto se su piel, termino desenganchando su brasier y emergen para mi sus delicados y tiernos pechos los que tanto disfruto lamer y morder.

Ella me sujeta de la corbata, y sus manos se encargan de bajarme el cierre, mi miembro endurecido recibe sus manos masturbándolo, jadeo en su boca al sentir el contacto de sus palmas.

— Cógeme como una puta. — Me dice entre dientes. Le sonrío, y tiro del cabello haciendo que su cabeza baje hacia atrás.

— ¿Eres mi prostituta?

La Obsesión del Dios del Engaño - Parte I, II y IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora