Capítulo 115: Bienvenida al Infierno

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No tenía planificado encontrarme en este restaurante a Lucía, es inevitable que deje de mirar hacia su mesa, y sé que Verity puede percibirlo. Hay que ser muy idiota para no darse cuenta de que algo sucede.

— ¿Vas a explicarme que pasa?

— Estoy distraído, debe ser el cansancio.

— ¿El cansancio o tu nueva asistente? — Me quedo callado, intentando procesar una respuesta más bien una mentira. — Ni te esfuerces en mentirme, sabes que conmigo no funciona.

— Nunca te he mentido, lo sabes.

— Por tu cara algo tienes que decirme.

— Sí, pero no aquí...

Ya habíamos acabado nuestros platillos, pido la cuenta y salimos del restaurante, esta vez no miré hacia la mesa donde ella se encontraba. Abrí la puerta de mi automóvil, Verity ingreso tomando asiento en el copiloto, me subí al carro y encendí el vehículo conduciendo a nuestro destino.

La mansión iluminada nos recibió a ambos, al igual que el personal de seguridad que cuida la entrada, estacione mi vehículo y caminamos hasta la entrada, cuando llegamos a la sala Jake estaba en un sillón bebiendo un vaso de alcohol, leyendo un libro y escuchando música.

Al vernos una sonrisa pícara se dibuja en su boca.

— ¿Y ustedes? ¿Vienen de un mo...

— De un restaurante. — Lo interrumpe Verity.

— Entonces ¿tuvieron una cena romántica?

— Loki siendo romántico, que buen chiste. — Añade la colorina.

— Bueno, hace lo que puede. — Jake se encoge de hombros.

— Oigan estoy aquí... puedo oírlos, y aunque no lo crean si puedo ser romántico.

Jake y Verity que están sentados en el mismo sillón se quedan viendo y explotan de la risa.

— Si búrlense. — Me siento en el otro sillón que esta frente a ellos.

— ¿Y qué tal la cena?

— Loki se encontró con Lucy, la nueva asistente, estaba comiendo con una amiga.

— ¿Sí? ¿Y ustedes solo fueron a comer?

— ¿A qué otra cosa iríamos a un restaurante? — Le pregunta Verity.

— No sé, tal vez a charlar de sus vidas, o de las cosas que tienen en común, supongo que vinieron a comerse el postre aquí. — Jake sonríe, Verity bufa.

— Vamos Verity... — Me coloco de pie.

— Oye viejo sé más sutil, por lo menos ofrécele un trago antes de invitarla a tu cuarto.

— ¡No la estoy invitando a mi cuarto niño idiota! vamos a ir a conversar a mi despacho.

— A conversar... claro. — Alza las cejas. — Ver, puedes gritar con confianza yo me pondré audífonos. — Vuelve a sonreír divertido.

— Piidis gritir cin cinfiinza... — Le lanza un cojín y viene detrás de mí.

Entramos a mi despacho, ella se sienta en uno de los sillones de cuero en la pequeña sala de estar.

Mientras yo voy a un pequeño bar y sirvo dos copas de vino tinto.

— Por tu cara no es nada bueno lo que tienes que decirme.

— Depende de como lo veas tú. — Le entrego la copa, y tomo asiento frente a ella.

— Déjate de rodeos y habla.

La Obsesión del Dios del Engaño - Parte I, II y IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora