Capítulo 139: La transformación de Lucy

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Son las 08:30 y ya me encuentro sentado en mi escritorio, Verity ingresa por la puerta trayendo una bandeja con mi primer café del día, lo deja encima de la pequeña mesa que compone la sala de estar de mi oficina.

Este lunes por la mañana tiene un sabor distinto, entre ácido y amargo, seguramente hoy deba volver a enfrentarme a ella, aunque existe la posibilidad de que no asista a trabajar. Lucy es una mujer muy sensible y quizás esté muy afectada por todo lo sucedido, y con justa razón, volví a partirle el corazón en dos.

— ¿Cómo está Sigyn?

— Afortunadamente está bien, el doctor dijo que nuestra discusión afectó sus nervios y por supuesto a su embarazo, no debe pasar rabias y debe guardar reposo, gracias por preguntar.

— ¿Se está quedando en tu mansión?

— Sí... ¿dónde más? aquí en la Tierra no tiene donde ir. — Verity se pasea hasta el ventanal con los brazos cruzados y voltea a verme.

— ¿Qué conveniente para ella no?

— ¿Sigues creyendo que ella lo planificó todo?

— Hay que ser estúpido para no darse cuenta.

— Aunque estes en lo cierto, Sigyn lleva dentro a mi hijo... y no quiero que nada le suceda.

— ¿Ya pensaste en que va a decir la prensa? tu reputación se verá muy afectada.

— Lo siento, no he tenido cabeza para ponerme a pensar en el qué dirán.

— Lucía era tu novia oficial ante todo el mundo... lo lógico sería que ella fuese la embarazada.

— ¿Crees que hoy venga a trabajar?

— Sinceramente si yo fuera ella no querría verte la cara, a menos que venga a renunciar.

Escuchamos que tocan a la puerta.

— Disculpen si interrumpo... — Dice asomando medio cuerpo Rosemary la recepcionista. — La señorita Lucía llegó hace 10 minutos está en su oficina.

— Gracias por avisar. — Cierra la puerta.

— Creo que adiviné y si vino a renunciar. — Me dice la colorina.

— ¿Crees que deba darle un obsequio antes de disculparme? Flores... es muy básico, ¿chocolates tal vez? siempre le han gustado.

— No puedo creerlo... ¿aun tienes esperanzas de que te perdone?

— No voy a rendirme tan fácil, ella es la mujer de mi vida y no voy a perderla sin antes pelear por ella.

— ¡Admite de una vez que la cagaste! Ni un cargamento de flores ni un millón de chocolates podrán repararlo.

Vuelven a llamar a la puerta y cuando cruzó el umbral me costó reconocerla.

Me quedé atónito observándola, no creí que se tratara de ella porque su atuendo es completamente diferente al habitual.

Está vestida totalmente de negro, la falda que está por encima de su rodilla es negra al igual que su blusa de seda, también trae panty medias del mismo tono lúgubre. Lo único de color son sus zapatos rojos de tacón, y el labial que pinta sus labios de un rojo apasionado. Pero lo más llamativo no es su vestimenta, es su cabello levemente recogido de color negro, llega casi hasta su cintura y brilla como nunca lo había visto.

— Buenos días. — Dice con total seriedad.

— Buenos días. — Respondo. — Verity por favor déjanos a solas.

La Obsesión del Dios del Engaño - Parte I, II y IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora