5. Soy caritativo

746 57 18
                                    

Actualidad.

Héctor:

Los rayos del atardecer se cuelan en mi habitación dándole una calidez agradable que contrasta con el frío que transmite. El aire acondicionado nos refresca de este verano sofocante.
Hace meses mi habitación estaba bastante vacía, pero desde que me mudé aquí, esta habitación ha ido adquiriendo más mi esencia. No es definitivo y me está costando más dinero del necesario mantener la habitación de la residencia sin vivir allí, pero no estoy preparado para mudarme definitivamente.
Las estantería de madera negra queda en penumbra dejando ver unos objetivos y algunos libros, las baldas de las paredes siguen bastante vacías, adornadas solo con algunas fotografías y las paredes azul marino están desnudas. Es una buena representación de cómo me encuentro.
Miro con detenimiento dormir a Sara. Su pelo castaño ha crecido bastante y sus bonitos pechos tienen pequeños lunares adorables.  Hace más de una hora que me desperté, pero los pensamientos no me dejan hacer otra que no sea evaluar mi situación actual. Es agradable tenerla desnuda en mi cama. O... quizá sea agradable no sentir esta soledad. No lo sé.
Es la primera chica que entra en mi casa y trato de convencerme de que eso debe significar algo y quizá sea el paso necesario para olvidar todo el pasado y ser feliz.
Acaricio su rostro mientras pienso en lo guapa que es y le agradezco en silencio que siga a mi lado. Tampoco se lo he puesto fácil con mis idas y venidas y aún así siempre tiene esa sonrisa en el rostro, incluso cuando duerme.
Pensaba que nadie me volvería a querer, que soy demasiado complicado como para poder tener algo real, pero ella a veces me hace pensar que puede pasar. Puedo ser feliz, o al menos, eso es lo que deseo.
Sus ojos castaños se abren y sus dientes relucen al verme.
—Hola desconocida no sexy —le sonrío de medio lado.
—Para no resultarte sexy... estoy desnuda en tu cama —me devuelve la misma sonrisa.
—Soy caritativo —me burlo.
—Lo que eres es un acosador que me mira mientras duermo.
Se reincorpora con una sonrisa sexy y en un segundo está encima de mí, totalmente desnuda y agarrando mis muñecas.
Me encanta su picardía y naturalidad.
—¿Sabes que me puedo soltar cuando quiera? —la reto.
—El truco no está en que te puedas soltar... —se acerca a mi oído y un escalofrío me recorre— El truco está en que me supliques para que no te suelte...
Muerde el lóbulo de mi oreja y contengo la respiración. Definitivamente sabe jugar sus cartas y así sucede. En este momento soy todo suyo.
Después de explotar en el tercer orgasmo del día, ella está exhausta sobre mi pecho y ambos tratamos de relajar la respiración.
La abrazo contra mí y vuelvo a intentarlo. Sé su respuesta incluso antes de formular mi pregunta, pero aún así no quiero rendirme.
—Sal conmigo.
Sara sigue con su rostro hundido en mi cuello.
—No.
Pongo los ojos en blanco. Otra vez.
—¿Y por qué no?
—Te lo he explicado tres veces acosador —se ríe.
—No me has convencido ninguna de las tres.
Sara se aparta y se tapa con la sábana. Pone su típica cara de "vamos a tener una conversación seria". Me daría la risa de no ser porque me molesta que no acceda a algo más. No lo entiendo.
—Tú no quieres salir conmigo Héctor —comienza.
—Sí quiero.
—No. No quieres.
Suspiro molesto y me tapo el rostro para calmarme. Es una cabezota de cuidado.
—Si no quieres salir conmigo, no te excuses en que soy yo el que no quiere. Te lo estoy pidiendo y créeme que eso no suelo hacerlo.
—Héctor sí quiero salir contigo.
—Pues sal conmigo —la frustración me sale por los poros.
—Saldré contigo el día que sepa que me quieres.
Mis manos se congelan en mi rostro y noto como Sara abandona la cama.
Cierro los ojos y escucho el sonido de la cremallera y de la tela deslizándose por su cabeza.
Pregunto a dónde va aunque ya sé la respuesta. Cada vez que hablo sobre esto se agobia, cosa curiosa cuando es a mí a quien dan calabazas, pero asumo que tiene parte de razón.
—¿Sabes que pienso convencerte para que salgas conmigo?
—Y eso me encanta. Realza tu faceta de acosador —se acerca a mí y me besa con ternura.
Intento alargar ese beso en vano. Sara con un beso en la mejilla de despide de mí.
Va a volverme loco.

Ex, vecinos y el Hilo Rojo del Destino (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora