Actualidad.
Héctor:
Sostengo la mano de Abril en todo momento, mientras ella trata de contar lo que recuerda, aunque soy yo el que cuenta la mayoría de los detalles, respaldado principalmente por Sara y con la aportación de Bea, quien estaba un poco ebria y no recuerda todos los detalles a la perfección, por lo que se centra en contar cómo intentaron incordiarlas.
He insistido en que me atienda Gonzalo, ya que fue el que estuvo a cargo de mí y sabe la situación, además que se esforzó en soltarme la noche anterior, porque de ser por el novato con aires de grandeza, lo más probable es que hubiese pasado dos o tres noches detenido.
Cuando terminamos, nos quedamos Abril y yo con él, para terminar de llenar la hoja de denuncias. Ella apenas habla, tiene la mirada perdida en la pared de la habitación y a mí me está matando verla en este estado. La ansiedad sube por mi pecho y me concentro en tensar y destensar músculos, para ver si así se me pasan las ganas de salir de esta sala y buscar a ese hijo de puta para enterrarlo. Tengo que calmarme.
—Las grabaciones están pedidas y si vemos algo, lo tenemos vigilado. No dudes que se hará justicia.
Asiento de forma educada cuando la realidad es que el concepto "justicia"'me parece la mejor broma del siglo XXl. Recordemos que he pasado parte de la noche detenido mientras ese tío estaba en la calle. ¿Eso es justicia?
—¿Y si no se ve en las grabaciones? —pregunta repentinamente Abril.
Yo aprieto su mano y ella la mantiene débil, sin reaccionar a nada.
—En ese caso, abriremos investigación —responde con seriedad.
—¿Estará en la calle? —su tono se vuelve brusco.
—No podemos detener a alguien sin pruebas.
—Porque que un desconocido me quite la camiseta, me encierre en un baño y me babosee no es motivo suficiente. Claro.
Abril se levanta afectada de la silla y comienza a dar vueltas por la habitación. Me pongo a su lado y trato de tranquilizarla cogiéndola de las manos.
—Entiende que podría haber sido él o cualquier otra persona.
Fulmino a Gonzalo con la mirada y Abril explota.
—¡No ha sido otra persona!
La abrazo contra mi pecho y rompe a llorar mientras Gonzalo nos mira visiblemente incómodo, sin saber qué decir para aliviar la situación, por lo que nos dice que no nos puede mentir.
—Abril... Deberías pasar estos días con tus padres y tu novio si son las personas que más paz te producen. Te quiere mucho, gastó su llamada en llamar para preguntar como estabas —trata de tranquilizarla.
Me quedo rígido y Abril se separa de mí para mirarme con un rastro de duda, pero evito su mirada. Dije que era mi novia y si me paro a pensarlo, no tiene sentido, porque sería igual de válido que fuese mi amiga. Soy un gilipollas posesivo.
—Sí, yo también le quiero mucho —dice con un susurro.
Esta vez la miro y sus ojos atrapan a los míos. Nos quedamos en silencio, a tan solo unos centímetros y me pierdo en las pequeñas motas color miel de sus iris. Sus mejillas se tiñen de rojo y mi cuerpo que estaba paralizado, reacciona buscando una de sus manos temblorosas, sin saber qué decir o qué hacer más que entrelazar mis dedos a los suyos y acariciar con mi otra mano su mejilla humedecida.
Siento vértigo en lo más hondo de mi pecho y como cada terminación nerviosa responde.
Pienso en todas las veces que soñé que me dijera esas palabras, en cómo nunca las pronunció y se revuelve algo en mí que sé que tengo que apagar, porque aunque lo dijese en serio, sigo sin estar preparado para enfrentarme a tantos fantasmas del pasado.
—Os informaremos si descubrimos algo. Id a descansar.
Abril separa rápidamente nuestras manos y con un leve gesto sale de la sala nerviosa. Me despido de Gonzalo y la sigo a lo largo del pasillo de paredes blancas llenas de diplomas y fotografías, hasta que consigo sujetarla y darle la vuelta, pero se separa de un tirón.
—No me sujetes sin mi permiso.
Sé que no está enfadada, que simplemente hay gestos que ahora mismo no son los adecuados. Doy un paso atrás para dejarle espacio.
—Como me preguntes cómo me encuentro, entro a la sala, le robo la pistola al poli y me meto un tiro en la cabeza. Estoy cansada de esa pregunta.
La hora y media que llevamos aquí la ha vuelto a desequilibrar y ahora se muestra de nuevo a la defensiva. Suspiro ante su broma de mal gusto e intento reconducir la conversación para no caer en la misma pregunta de siempre.
—¿Te encuentras algo mejor?
—Te he dicho que...
—No es la misma pregunta.
Abril se muerde el labio nerviosa y evita mi mirada mientras sujeta sus manos tan fuerte que sus dedos se quedan blanquecinos.
—Ey relájate princesa, te vas a hacer daño.
Abril suelta sus manos y se abraza a su cuerpo mientras mira a una de las cajas expendedoras de la sala.
Me acerco a una de ellas y meto una moneda. Señalo una de sus chocolatinas favoritas y cuando cae me mira con el ceño fruncido sin entender.
—No soy yo, pero esto también está muy bueno.
Una pequeña sonrisa sale en su rostro y yo me doy por ganador. Odio que esté seria. Puedo soportar que se enfade conmigo, que me grite o se cabree por cualquier tontería, pero verla tan rota hace que quiera incendiar media ciudad y esas pequeñas sonrisas, son lo que me demuestran que puede salir de esto y lo hará.
—Esto está más bueno que tú —dice arrancándome la chocolatina de las manos.
—Déjame dudarlo —le guiño el ojo.
Nos sentamos en la sala de espera en vez de buscar al resto y no sé cómo preguntarle lo que llevo un rato pensando. Sus palabras siguen en mi cabeza en bucle y aunque sé que debería dejarlo, tengo que confirmar que ha sido un error, porque no puede volver a pasar. No podré soportarlo de nuevo.
—Abril respecto a lo de antes. Necesito que me explique el "te quiero".
Soy directo, porque a estas alturas, es lo que debo hacer, lo que mi psicóloga me está ayudando a conseguir.
Su cuerpo se pone rígido y deja la chocolatina a medio comer.
—Has fingido que éramos pareja, no iba a desmontarlo todo, porque eso es mentir a la autoridad y no creo que sea bueno.
Con eso me vale. Intento evitar la señal que me dice que me está mintiendo al igual que evito la punzada de decepción.
—¿Por qué fingiste que era tu novia? —pregunta sin mirarme.
—Pensé que surgiría más efecto y me sacarían antes.
La realidad no la puedo decir, porque ni yo mismo puedo darme una respuesta adecuada.
Pasamos unos minutos más en la sala, si saber qué decirnos, hasta que ella rompe el silencio y contesta a mi primera pregunta.
—Estoy mejor. Muchas gracias por todo —me sonríe tímidamente.
—No hice nada.
Abril se acerca a mí y sujeta el dobladillo de mi camiseta con manos temblorosas.
—Me salvas cada vez que tengo problemas y esta vez no tendré vida suficiente para darte las gracias —las lágrimas se escapan de sus ojos.
La abrazo contra mi pecho y ella se deja hacer, apretando su cuerpo contra el mío hasta que deja de llorar y seguimos abrazados unos minutos más mientras la gente sale y entra a nuestro alrededor.
—Toda princesa tiene que tener a su guarda persona —río en su oído.
—¿No sería principe? —ríe contra mí.
Sé que tengo que parar esto porque es lo adecuado. Cierro los ojos antes de continuar la broma, porque sé que lo que voy a decir es algo que me quema las mismísimas entrañas y odio decirlo en voz alta.
—Tu príncipe creo que te está esperando fuera.
Noto como se le corta la respiración y se queda unos segundos más pegada a mí antes de separarse con una pequeña sonrisa, pero esta vez algo más apagada.
—Y creo que a ti te espera tu dueña —me quedo unos segundos sin entender—. Ya sabes, porque es la única que ha conseguido domesticarte.
Me río ante su broma pésima y me ofrezco una mano para ayudarla a levantarse. Antes de salir de la habitación me vuelve a dar las gracias, pero esta vez hemos marcado la distancia, porque ambos volvemos al sitio donde pertenecemos, que es con otras personas. La vida avanza al fin y al cabo.
Al salir todos están frente a la comisaría, sin hablar entre ellos y cada uno con la mirada perdida. Carlos es el primero en vernos y viene corriendo hacia Abril y ella se abraza a él con fuerza, provocando una punzada en mi pecho.
Bea es la siguiente en llegar preguntándome que ha pasado y Sara se mantiene al margen, con una pequeña sonrisa en los labios.
Tras explicar todo, Carlos me pide hablar un momento a solas, así que dejo a las chicas a un lado y nos apartamos unos metros.
Miro al chico que llevo un año odiando sin razón aparente y que sé que es correspondido, porque yo me encargué de eso, esperando que me diga lo que tenga que decir. Respeto que Abril rehaga su vida y en el fondo, me alegro que sea con él porque sé que es buena persona, pero aún así, no consigo sacar una mínima sonrisa o un atisbo de otra cosa que no sea rechazo. Espero algún día poder encontrarlo.
—Muchas gracias por todo.
Sus tonto está lejos de ser amistoso, pero sus palabras suenan sinceras, así que hago lo mismo, las acepto pero sin dar mi brazo a torcer.
—De nada. Abril siempre podrá contar conmigo —recalco en su mismo tono.
—Lo sé. Abril tiene muy buenos amigos. Como novio intentaré estar a la altura.
Reprimo una mueca y las ganas de decir una barbaridad y me despido.
A los pocos minutos se marchan y vuelvo a estar a solas con Sara sintiéndome culpable por todo lo sucedido. Gracias a ella, pude estar tranquilo de que Abril estaba en buenas manos.
ESTÁS LEYENDO
Ex, vecinos y el Hilo Rojo del Destino (2)
Romance2ª parte de "Ex, vecinos y otros desastres naturales". ¿Son jodidas las rupturas? Sí. ¿Es jodido volver a enamorarte? Sí. ¿Pero sabéis qué es lo más jodido? Que el maldito destino no pare de reencontrarte con la persona que te rompió el corazón y q...