Héctor:
Todo resultó ser un desastre. Desde que me separé de Abril en la cocina, todo se desmoronó como un castillo de naipes. Creo que la mejor parte de la noche, fue cuando después de discutir Mario e Isa como dos energúmenos, me los encontré follando en el baño. Es mi baza para que Isa no me toque más los cojones. Desde entonces, no es capaz de mirarme a la cara, cosa que me facilita bastante las cosas.
—¿Qué es lo que pasó para que la noche acabase así? —Leticia coge su bolígrafo y da vueltas sin parar.
Pues no sabría por dónde empezar, aunque supongo que como de costumbre, el catalizador fuimos Abril y yo. Siempre somos nosotros.
Al salir de la cocina, nos cruzamos con Luis quien se puso más entrometido de la cuenta hasta que Bea, en un ataque de nervios, lo mandó a paseo, para cubrirnos, aunque no sé exactamente de qué. No hicimos nada malo, no cruzamos ninguna clase de línea. Después de aquello, Bea se refugió con Nerea y Mario, cosa que enfureció a una Isa demasiado borracha a hizo que como de costumbre, atacase a una Abril que estaba demasiado afectada, a tal punto, que las copas que llevaba de retraso, las igualó en periodo récord, cosa que hizo que minutos después de la discusión, la acompañase a vomitar y nos encontrásemos con el culo desnudo de Mario y los vaqueros bajados de Isa.
—No lo sé. Creo que mis amigos están igual de desequilibrados que yo.
—Amigos. Es la primera vez que mencionas esa palabra —sonríe mientras escribe en su hoja.
Pongo los ojos en blanco y repiqueteo con mis dedos sobre la mesa de caoba. Ya empezamos con esas nimiedades.
—¿Es evidente, no? ¿Pensabas que no tenía amigos? —alzo una ceja acusatoria.
—La pregunta sería, si crees que tú no tenías amigos.
Suelta el bolígrafo y reprimo con todas mis fuerzas poner los ojos en blanco. Odio cuando le da la vuelta a cualquier clase de situación para lanzarme un dardo directo a todo aquello de lo que no me apetece hablar.
—Digamos que no sabía que mis amigos eran tan amigos.
Alza una ceja y vuelve a coger el bolígrafo para anotar. Me encantaría poder robarle la maldita hoja y salir corriendo para ver todo lo que lleva escribiendo meses sobre mí.
—Necesito que me expliques esa frase —sonríe y se recoloca sus gafas.
Me quedo unos segundos en silencio, sopesando la respuesta que no sé dar. Intento explicarlo lo mejor que puedo.
—Tenía a Luis o Bea, antes de Abril, pero no me sentía unido a ellos, o al menos, no como ahora.
—¿Qué crees que ha cambiado?
Recuerdo la primera vez que Luis vino a mi casa y como sin decir nada, supo entenderlo. No se lo contó a nadie, ni a Bea.
—Asumo que cuando Bea y Luis rompieron, acabé metido de lleno —me encojo de hombros.
—O quizá —puntualiza—, hayas ido cambiando este tiempo y te hayas permitido quererlos.
Mi ceño fruncido debe ser bastante exagerado porque Leticia estalla en una pequeña carcajada que me hace fruncirlo aún más.
—Soy el mismo.
—¿Eso crees? Has decidido ir a terapia después de que la chica más importante de tu vida te dejase porque te encontrabas, dicho por ti, "solo y perdido". Medio año más tarde sonríes, tienes una novia nueva y tu amigo se queda contigo en tu casa, la que considerabas un refugio. ¿Crees que eres el mismo?
Mierda. A veces la odio un poquito, sobre todo, cuando tiene razón.
—Supongo que mi vida ha cambiado un poco —me encojo de hombros.
—También puedes llamarlo así —vuelve a sonreír.
Hace una pausa de unos breves segundos y me mira con una pizca de curiosidad.
—¿Quieres a Sara?
La pregunta con premio. Entre Luis y ella, se van a lucir.
—Me gusta mucho.
—¿Quieres a Abril?
Miedo. Noto cono la bilis sube a través de mi garganta y vuelve a bajar, quemándola a su paso. Las manos me sudan y comienzo a mover la pierna sin poder evitarlo.
—Somos amigos.
—Eso no responde a mi pregunta.
—Los amigos se quieren.
—Sí, cierto, pero... ¿Has pensado en lo que puede suponer para Sara?
Asiento con la cabeza y le explico que ya hemos tenido esa conversación, que Sara mismamente estuvo involucrada en todo lo que le pasó a Abril y la ayudó muchísimo.
—Entiendo que ahora mismo, justo en eso, os apoye, pero sabes que todo esto viene de antes, no a raíz de la desgracia. Buscas a Abril.
—No. ¿Te recuerdo que me he mudado? —mi tono se eleva sin pretenderlo.
—Es cierto, pero una vez que os habéis vuelto a cruzar, te es imposible mantener las distancias. ¿No te has replanteado que quizá sigas enamorado?
No. No puedo replanteármelo porque duele demasiado. Mirarla y saber que no estamos juntos por mi cobardía hace que sienta como si fuese a partirme en dos en cualquier momento. Es jodidamente agotador.
—Nunca fuimos buenos el uno para el otro.
—Nunca lo sabrás hasta que no lo intentes.
—Lo hicimos. Dos veces.
—Pero nunca con la verdad
Sus ojos castaños me atraviesan como una ráfaga y mi pierna deja de moverse. Me encuentro agotado como nunca antes me he sentido. La sonrisa condescendiente cae y me siento como un pequeño niño desvalido que no sabe cómo afrontar la vida. Me siento retroceder recordando el frío gélido y comida casera que estaba muy lejos de ser la de mi casa.
—No puedo. No quiero. Estoy cansado de sentirme estancado. No quiero arrastrarla a esto, a mi círculo de mierda. Con Sara... no hace falta fingir. Es ajena a todo aquello.
—A veces. cuando creemos que no estamos fingiendo, es cuando más lo hacemos.
—A veces, no nos queda otra.
Ya no hay máscaras.
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Ex, vecinos y el Hilo Rojo del Destino (2)
Romantiek2ª parte de "Ex, vecinos y otros desastres naturales". ¿Son jodidas las rupturas? Sí. ¿Es jodido volver a enamorarte? Sí. ¿Pero sabéis qué es lo más jodido? Que el maldito destino no pare de reencontrarte con la persona que te rompió el corazón y q...