Actualidad.
Héctor:
Me siento increíblemente mal e increíblemente bien. No tiene sentido, pero siempre que se trata de nuestra historia particular, no lo tiene.
No paro de pensar en el daño que le haría esto a Sara. No estoy haciendo nada malo, pero el hecho de sentir lo que siento cuando Abril duerme plácidamente a mi lado, hace que una punzada de dolor me atraviese.
Solo quiero que todo sea sencillo. Avanzar, pero cuando Abril reaparece en mi vida, rompe cada uno de mis esquemas. Ya no siento esa ansiedad y agonía del principio, pero sigo sin estar preparado para pensar en el día que lo perdí todo. Solo hay un culpable, y aunque llevo repitiéndome durante años que era ella, la única realidad es que no fue así.
Tapo mi rostro cuando recuerdo que Sara me dijo lo que sentía y me quedé callado como un imbécil. Debería haber dicho algo, cualquier cosa. Me imagino la clase de dolor que debe sentir al no ser correspondida. Ese dolor lo conozco a la perfección. No es que no la quiera, o no quiera que lo nuestro sea serio, porque sí lo es, es solo que... Cómo vas a decirle a alguien que le quieres cuando sigues añorando estar con otra persona.
Me levanto con cuidado de no despertarla para ir al baño para cuando algo en su tobillo llama mi atención. Me acerco con cautela para no despertarla y bajo con cuidado su calcetín del que sobresale algo celeste en su piel. Cuando veo la caravana tatuada, siento un vuelvo en el corazón que me hace agarrarme el estómago con fuerza. Precisamente no me encuentro bien para emociones fuertes. Me fijo en cada uno de los detalles de nuestro viaje y recuerdos dolorosos de cómo acabó todo me invaden. Se suponía que esta vez tenía que ser diferente. Acaricio el contorno y veo las rosas dibujadas, aquellas cómo las de mi marcapáginas.
Me siento en el suelo totalmente agotado sin dejar de mirar su tatuaje oculto de nuevo.
—No me jodas, Abril... No puedes hacerme esto —susurro en mitad de la oscuridad.
Cientos de preguntas me invaden entrelazadas, sin saber bien qué me pregunto, pero teniendo todas la misma esencia. Cuándo se lo hizo, por qué no dijo nada al verme el mío, qué la incitó a marcar su piel con algo nuestro...
Voy hacia el baño y me refresco el cuello y la nuca para aliviar el mal cuerpo que tengo. Cojo el móvil y decido pagar mi frustración con Mario. No estaría así por su maldita culpa, así que le amenazo con sacar la basura lo que queda de año. No tarda mucho en contestar.Mario:
Uhhh... Algo me dice que estás enfadado jajajajaja
Yo:
¿Tú crees? ¿Por qué será?
Mario:
Pues no tengo claro si por haberte pegado la diarrea o haberte mandado a tu ex a casa, la verdad.Suelto el teléfono frustrado después de contestarle que por ambas. Unos toquecitos en la puerta me sacan de mi infierno personal para meterte en otro muy diferente.
La cabeza de Abril asoma por la puerta y no puedo evitar que mi vista descienda a lo largo de sus pantalones hasta pararme en aquello que trata de ocultarme.
—¿Estás bien? —me mira preocupada.
Claro que no lo estoy.—Sí, vuelvo en cinco minutos —sueno demasiado cortante.
Abril me mira con una pizca de culpabilidad y cierra la puerta para dejarme a solas. Me siento como una puta mierda.
Salgo tras de ella y cojo su muñeca justo cuando está llegando al sofá. Giro su cuerpo y la dejo a unos centímetros de mí. Su mano se apoya en mi pecho para equilibrarse y sus dedos acaban encima de la caravana. Necesito esas respuestas.
—Cuándo te tatuaste.
Abril abre los ojos como platos y retrocede, aunque sigue aprisionada por mi muñeca. Baja su mirada hasta el calcetín y aparta la mirada avergonzada.
Intenta zafarse de mi contacto, pero se lo impido y la vuelvo a acercar a mí.
—En el viaje. Ese tío con el que creías que me había acostado —no me mira a los ojos.
—Por qué —quiero saber.
—Por qué ¿qué? —suspira.
—Por qué te tatuaste eso.
Abril se suelta de mí con fuerza y me mira ardiendo en cólera. Hago una mueca al ver lo capullo que estoy siendo.
—¿Crees que tienes algún derecho a hacerme estas preguntas?
Me quedo en silencio mientras miro cómo comienza a andar de un lado para otro cada vez más enfadada.
—No, Héctor. No tienes ninguna clase de derecho. ¿Te recuerdo por qué estamos así? —nos señala— ¡Por mis mismas preguntas! Hemos invertido los putos papeles —ríe de forma nerviosa.
—Te contesté, Abril.
—¡Y una mierda! No me explicaste nada. El engaño, la falta de información, tu silencio... ¡Nada!
Cada camina más deprisa y su respiración suena más acelerada hasta que distingo el principio de un ataque de ansiedad.
Me acerco a ella e intento tranquilizarla, pero se libra de mí mientras comienza a llorar sin poder evitarlo y sigue hablando sin poder parar.
—Así que ni se te ocurra darme lecciones —me señala—. ¿Quieres saber por qué me lo hice? ¡Pues bien! !Porque te quería, Héctor! ¡Te quería!
Estalla en un llanto desgarrador y la sujeto antes de que caiga al suelo. Coge sus manos y cuando me doy cuenta, araña los laterales de los dedos. Sujeto sus manos y forcejea conmigo mientras me grita que la suelte, pero no lo hago.
—Shhh... Abril, respira. Esto es un ataque de pánico.
—¡Que me sueltes!
—No pienso soltarte, Abril. No pienso hacerlo.
Deja de forcejear y su llanto se intensifica. Acaricio su espalda susurrando todos los pasos que tiene que seguir. Inspirar y expirar aguantando la respiración unos segundos. Más tarde le indico que se concentre en mis caricias y vaya siguiendo en su cabeza el recorrido de mis dedos a través de su cuerpo, para darle un estímulo que la conecte con la realidad. He tenido que hacer esto tantas veces, que me resulta sencillo guiarla hasta que consigo que en menos de cinco minutos deje de hiperventilar.
Sujeto sus manos y las miro con detenimiento. Tiene pequeñas heridas por los bordes y muchas de ellas no son recientes, como pequeñas cicatrices.
—Desde cuándo te pasa esto —susurro.
—Desde que me dejaste —dice tan bajo que me cuesta escucharla
Retengo la respiración durante unos segundos.
Su respiración es pesada y tengo que luchar contra la ansiedad que ahora me aparece a mí.
—Te quería —vuelve a susurrar en un pequeño sollozo.
Duele. Duele escuchar esas palabras que tanto luché por que me dijera, ahora pronunciadas en pasado.
Duele demasiado.
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Ex, vecinos y el Hilo Rojo del Destino (2)
Romance2ª parte de "Ex, vecinos y otros desastres naturales". ¿Son jodidas las rupturas? Sí. ¿Es jodido volver a enamorarte? Sí. ¿Pero sabéis qué es lo más jodido? Que el maldito destino no pare de reencontrarte con la persona que te rompió el corazón y q...