Hace 6 meses...
Termino de preparar mi maleta, aunque podría hacerla mañana por la mañana, pero necesito mantener mi mente ocupada hasta la hora de quedar con Héctor.
La noche fue mejor de lo esperado. Héctor estuvo encantador y mi padre, pese a su actitud inicial, acogió a Héctor como hace años, incluso estuvieron viendo vídeos de fútbol juntos.
Miro de nuevo el conjunto que he sacado para hoy con indecisión. Unos pantalones vaqueros junto a un jersey azul marino. Algo simple y cómodo. Necesito sentirme yo misma para decirle lo que siento y afrontar que esto va a pasar a ser una realidad.
—Muy buena elección.
La voz de mi madre me sorprende. Sus manos se apoyan en mis hombros y nos miramos en el reflejo del espejo. Es mucho más fácil hablar así.
—¿No es muy simple?
—Aunque sea simple lo que hay abajo no lo es. No necesitas nada para brillar.
Es el típico discurso madre e hija, pero es justo lo que necesito para creerme que puedo lidiar con esto.
—¿A ti te gusta?
Ambas sabemos que no se refiere al conjunto de ropa, pero hago como si lo fuese. Mis mejillas se tiñen de rojo antes de contestar.
—Mucho.
—Entonces, adelante —besa mi mejilla.
Me visto con los nervios en la boca del estómago y cojo mis llaves antes de que me pueda arrepentir. Cuando abro la puerta de casa, se escucha la voz de mi padre desde el salón.
—¡Recuérdale que como te haga llorar...
—¡Que sí!
Salgo de casa y no puedo evitar soltar una pequeña carcajada. Es demasiado sobreprotector.
Esta vez hemos quedado directamente en el puerto, en concreto, en el puesto de algodón de azúcar cercano a la noria. Quiero dar un paseo para poder pensar cómo decirlo y estar mentalizada.
Héctor intentó hacer una recreación de nuestra primera cita, así que pensé en hacer algo parecido. Saco los boletos y los miro con el corazón en un puño, evitando pensar en lo que sucedió después.
"Lo he perdonado" —me recuerdo una vez más.
Llego al paseo marítimo con media hora de antelación y me voy directa a por una buena dosis de azúcar para calmar los nervios.
Los niños ríen por la calle y el sonido de la música de los puestos y el murmullo, hacen que no me sienta sola y me reconforta.
El hombre del puesto me ofrece mi chocolate caliente y me regala una galletita de canela.
—¿Abril?
Una voz familiar me llama a pocos metros. Busco entre la gente cuando un rostro familiar se me acerca con una sonrisa. La galleta resbala de mis manos y tengo que sostener la taza con fuerza para que esta no tenga el mismo camino. Siento el calor pasar a través del cartón y quemar la yema de mis dedos.
—¡Sí, eres tú! Que alegría verte, casi no te había reconocido de rubia. ¿Qué tal?
Andrea me mira con sus preciosos ojos miel poblados de unas pestañas larguísimas y en este mismo instante, comprendo por qué estuvo con ella. Piel bronceada, pequeñas pecas en la nariz, pelo brillante con betas rubias naturales... Es como una preciosa muñeca que no necesita nada para sobresalir.
Las palabras se atascan en mi garganta y solo puedo recordar la horrible imagen de ellos dos en la cama con la ropa a medio quitar.
—¿Te encuentras bien? ¿Estás sola?
Su mano agarra mi brazo y como un impulso me aparto. ¿Cómo puede actuar como si no hubiese pasado nada?
Los reproches de años se acumulan en mi estómago y aunque me repito que debo hacer caso a Héctor y dejar el pasado atrás, no puedo.
—¿Cómo? ¿Cómo eres capaz de hablarme después de lo que me hiciste? —digo apenas en un susurro.
Su mirada sorprendida es la gota que colma el vaso. Me acerco a ella y la enfrento. Nuestras caras están separadas por centímetros mientras dejo que mi boca tome la iniciativa.
—¿Vas a ser tan repugnante de fingir que no pasó nada?
—No sé qué quieres decir —su tono de voz se vuelve serio.
—¿No? A ver, déjame que te recuerde. Hace cinco años pillé a mi novio poniéndome los cuernos con la mayor zorra del instituto. ¿Te suena ahora?
Odio, rencor, celos... Un remolino que me hace ser la peor versión de mí misma.
La mirada de Andrea se oscurece y se aleja un paso de mí para mantener las distancias. Sus ojos me miran de arriba abajo y agarra su bolso marrón con fuerza. ¿Está enfadada? Pues ni imagina como lo estoy yo.
—Asumo que no lo sabes —me mira con cautela.
—Os vi con mis propios ojos, así que ahórrate el numerito de mosquita muerta.
Me doy la vuelta dispuesta a irme a casa. Esto ha salido una pésima idea. ¿Cómo voy a lidiar con una relación si ni siquiera puedo afrontar algo que pasó hace cinco años?
Me agarra por la muñeca y la empujo hacia atrás. Da un traspiés, pero se mantiene en pie y me fulmina con la mirada.
—Nunca me acosté con Héctor.
—¿Crees que soy idiota?
—No. Creo que prefieres echarme las culpas a mí que asumir que tu novio buscaba una excusa para dejarte.
—¡Os vi!
—¡Lo que viste no es real! —suspira y me mira con ojos arrepentidos—. Sabes que era uno de mis mejores amigos. Cuando me pidió hacer ese paripé... él no se veía bien, le ayudé por inercia. Después de eso desapareció. Ambos lo hicisteis.
Dejo de escuchar. Las palpitaciones erráticas taponan mis oídos y la bilis sube por mi garganta. No puede ser.
Tiene que estar mintiendo para quedar bien. No hay otra explicación.
La noche de los chupitos. Héctor no bebió, ni tan siquiera me miró hasta que yo no exploté delante de todos acusándolo. Solo entonces bebió. ¿Y si...?
No. No. No. No. Joder, no.
—Lo siento. Cuando me enteré que rompisteis ya os habíais marchado, y yo solo quería pasar página. Me dolió que Héctor se fuera sin una explicación.
Asiento levemente y esta vez deja que me marche. Ni tan siquiera una disculpa puedo pronunciar.
En algún momento del trayecto, he perdido o tirado mi bebida y me he sentado en un banco con la mirada perdida y la mente en blanco.
El chaquetón no consigue quitarme el frío, ni tan siquiera cuando veo que unos ojos verdes demasiado conocidos se aproximan hacia mí.
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Ex, vecinos y el Hilo Rojo del Destino (2)
Romance2ª parte de "Ex, vecinos y otros desastres naturales". ¿Son jodidas las rupturas? Sí. ¿Es jodido volver a enamorarte? Sí. ¿Pero sabéis qué es lo más jodido? Que el maldito destino no pare de reencontrarte con la persona que te rompió el corazón y q...