Hace 6 meses...
Sus abrazos me hacen sentir como en casa. Hundo mi rostro contra su sudadera gris y me dejo mecer por sus brazos, sintiendo ráfagas de cariño a las que no estoy acostumbrada, pero podría acostumbrarme.
Sus ojos verdes se funden con los míos y una sonrisa nos sale a la vez.
Sé que estamos en una especie de nube de irrealidad, en la que no ha podido pasar tiempo suficiente para adaptarnos a esta nueva etapa, pero no puedo evitar querer pasar todo el tiempo con él y que veinticuatro horas signifiquen mucho más de lo que en realidad son.
Cuando me doy cuenta de que estamos en frente de mi portal me separo de él y me muerdo el labio nerviosa.
—¿Pasa algo? —pregunta preocupado.
—No, no... Mis padres tienen que estar al llegar —sonrío incómoda.
—Ah... comprendo —se mete las manos en los bolsillos.
Las cosas deben tener un tiempo y desde luego no es el momento de que mis padres me vean con él, no sin antes saber que este periodo de prueba se va a transformar en algo más. Saber que la bola de nieve no va a ser una simple esfera de lo que somos cuando volvemos, sino que nos podemos enfrentar juntos a mucho más que lo que fuimos en el pasado. Además, el último recuerdo que mis padres tienen de mi relación con Héctor es de mí llorando por las esquinas, no creo que sea adecuado que se encuentren con esta situación cuando ni siquiera les he dicho que lo estamos volviendo a intentar, además, seguro que vendrán preguntas de qué pasó en esa época y no quiero mentirles, pero tampoco contar la verdad. Odio la sensación constante de tener que mentirles a todos y una de las cosas que mas me quema es ocultárselo a Bea, pero no puedo arriesgarme a que nadie lo sepa, porque parecerá que lo que está pasando es real y no quiero hacerme falsas ilusiones para volver a salir dañada. Esta vez seré más precavida.
—Esto... ¿Te apetece ir a dar una vuelta? —pregunta balanceándose hacia delante y atrás levemente.
Quiero comprobar realmente como va esto y lo mejor es ir en contra de mis instintos y hacer lo que es lo correcto.
—Debería seguir con el proyecto —le sonrío—, pero me hizo mucha ilusión verte—le doy un breve abrazo.
—Cierto... ¿Cómo lo llevas?
—Muy mal. No sé por qué mi mente anda distraída con un intensito de ojos verdes —me burlo.
—¿Sí? Tengo una solución para sacarlo de tu mente.
Héctor me agarra de la cintura y en un segundo giramos la esquina, por lo que ya no estamos de cara a mi portal.
Mi espalda topa con la pared y sus ojos me miran con deseo, bajando hasta topar con mis labios. Trago saliva con dificultad y él se humedece los suyos, provocando que un escalofrío me recorra la columna vertebral.
—¿Sabes que hay público? —río nerviosa.
Héctor echa un vistazo con desdén a la calle y se vuelve con una sonrisa pícara.
—Princesa... solo veo a esa pareja de ancianos paseando y dudo mucho que se vayan a traumatizar por esto.
Alza mi barbilla y sus labios se unen a los míos, un beso tierno que en pocos segundos reaviva el fuego de mi interior y hace que mi lengua se una con la suya.
Nuestros labios se buscan con pasión y de pronto la vergüenza se va, porque no hay nada más satisfactorio que sus besos y sus manos sobre mi cuello.
Nos separamos con la respiración entrecortada y me centro en sus ojos, porque como vea que alguien ha visto nuestra escenita, juro que me va a dar un infarto.
—¿Y con esto se supone que debo concentrarme en el trabajo? —río nerviosa y una nube de vaho sale de mis labios.
—Quizá te interese hacer más un trabajo de anatomía —me sonríe con descaro.
—Espera que me la sé. ¿Cómo era? —finjo recordar—. Ah sí. Ojos —señalo una a una sus facciones—, nariz, boca...
Héctor muerde mi dedo de forma juguetona y se acerca un poco más.
—Te has aficionado a robarme las frases princesa... Y que yo recuerde, en ese momento estábamos mojados. Muy mojados —me sonríe.
—Al menos esta vez no tengo grasa de pollo —juego con los cordones de su sudadera.
—Si te preocupa no estar sucia —se acerca a mi oído—, se me ocurren varias formas de ensuciarte —muerde el lóbulo de mi oreja.
De pronto parece que el invierno se transforma en verano.
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Ex, vecinos y el Hilo Rojo del Destino (2)
Roman d'amour2ª parte de "Ex, vecinos y otros desastres naturales". ¿Son jodidas las rupturas? Sí. ¿Es jodido volver a enamorarte? Sí. ¿Pero sabéis qué es lo más jodido? Que el maldito destino no pare de reencontrarte con la persona que te rompió el corazón y q...