82. Odio

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Héctor:

Leticia me mira con las manos entrelazadas a la espera de mi respuesta. La pregunta es sencilla, solo quiere saber qué me ha parecido el libro que me prestó de la tal Megan White.
—Irreal.
Escribe en su folio mientras espero pacientemente.
Sé que me insinuará de forma profesional que soy un pesimista, pero no es que lo sea. Creo en el amor, por supuesto, pero no creo que el amor lo pueda todo y sea algo por lo que luchar con uñas y dientes. A veces, solo te queda aceptar la derrota y esperar a que algún día conozcas a otra persona que consiga volver a recordarte qué son las mariposas en el estómago. Quizá sea un tópico lo de "un clavo saca a otro clavo", pero la realidad es que así funciona. Utilizamos a gente que sea capaz de quitarnos el dolor que sentimos por otra persona, por lo que al fin y al cabo, pienso que el amor está destinado intentar desenamorarnos de quien ya no tenemos, para enamorarnos de la persona que tenemos, pero no queremos lo suficiente.
—¿Por qué te parece irreal? —pregunta y vuelve a soltar el bolígrafo.
—Creo que ya te lo dije en varias ocasiones. Porque estar enamorado no es suficiente.
—¿Y qué es suficiente?
—El amor debería ser fácil.
—Héctor, siento decirte que el adjetivo que buscas es el antónimo. El amor es difícil y algo que hay que trabajar continuamente.
Sé que no me está incitando a dejar mi relación con Sara, porque ya hemos hablado de esto e incluso me ha llegado a decir que cree que es algo bueno para mí y que se ve una persona estable que me aporta paz, pero a veces siento como si quisiera que lo dejase todo para volver a embarcarme en la toxicidad de una relación con Abril.
Me paro a pensar en unos segundos y me reprendo de la arrogancia de mis palabras, para tener una relación con ella primero debería querer ella, y sé perfectamente que jamás volvería a apostar por una persona que no es todo lo sincera que ella necesita.
—Hay relaciones tóxicas. Las parejas no son el centro de rehabilitación de nadie —imito las palabras que tantas veces me ha dicho.
—Exacto, pero, voy a ser muy clara, tu relación con Abril no es que fuese tóxica en sí, sino que generasteis comportamientos tóxicos a raíz de la falta de comunicación.
—Es lo mismo —me encojo de hombros.
—No, no lo es. No fuisteis tóxicos hasta el incidente. El silencio en el que te refugiaste fue el que ocasionó su desconfianza, y por ende, el resto de sucesos.
—No quiero hablar de ello —la corto.
Vuelve a coger el bolígrafo, pero cuando va a escribir, lo vuelve a soltar y se quita las gafas y las apoya encima del escritorio. Me mira durante unos segundos fijamente antes de volver a retomar la palabra.
—Retomando a Megan White, precisamente si te has leído su libro con atención, relata la historia de cómo salió de una relación tóxica para arriesgar por algo que resultó ser amor de verdad.
—Con todo mis respetos, creo que esa chica es una ingenua. No salió de una relación tóxica hasta que no entró en otra que también fue complicada. Es decir, si no hubiese llegado su príncipe azul probablemente seguiría aguantando a un gilipollas.
—Cualquiera de los dos solo puede decir conjeturas, pero la única realidad es que a día de hoy, está felizmente casada y se la ve muy feliz.
Me enseña el instagram de la muchacha y aunque es cierto que se ve realmente alegre, no puedo evitar pensar que siguió utilizando a un clavo que sacó a otro. Al final, es lo mismo, aunque esté revestido de felicidad.
Sin poder evitarlo soy más brusco de la cuenta cuando le exijo que me diga a qué viene este interrogatorio. No sé si me está diciendo que mi relación actual es una mierda, si Abril es mi maldita media naranja o si estoy destinado al fracaso amoroso por ser un maldito traumado de los cojones. Es jodidamente estresante.
—Lo que trato de decirte, es que elijas a quién elijas, es poco probable que tengas una relación sana si no sanas con esa parte de tu pasado. Creo que eres consciente de que le debes una conversación a Abril.
—Su padre me ha dejado claro que no me quiere cerca de ella.
—Que sea un adulto no es sinónimo de que tenga la razón. Vosotros sois los que debéis juzgar qué es lo mejor para ambos.
—Evidentemente no se nos da muy bien hacer elecciones.
—Ese es parte del problema, Héctor. Crees que la vida se basa en hacer elecciones. O blanco y negro. Te estás perdiendo la gama de grises. Hablar no significa que tengáis que replantearos vuestras actuales relaciones, solo es zanjar temas para que no puedan hacer más daño.
Me quedo en silencio. No voy a tener esa conversación, sobre todo cuando ni yo mismo estoy preparado para analizar el por qué actué así.
Mi silencio hace que Leticia vuelva a apuntar y se ponga las gafas de nuevo. Se me han quitado las ganas de hablar, por lo que dejo que ella haga las preguntas que vea necesarias.
Al principio hablamos del trabajo y le cuento brevemente lo de Isa y Mario por rellenar hueco a la espera de que llegue la hora de salida, pero al final, consigue desviar la atención al mismo tema que al principio.
—¿Por qué te comportaste de aquella forma en la comida?
—Porque me vi amenazado.
—¿Podrías explicarlo?
Trago saliva con dificultad y suspiro para tratar de contener mis emociones.
—Sabía que Abril salía con él, pero que le presentase a sus padres me hizo darme cuenta de la realidad.
—¿Te importaban mucho sus padres?
Asiento. Al principio del todo, estaba tan enfocado en mi dolor que apenas noté la pérdida de sus padres, pero desde que nos reencontramos y aquella semana de prueba, en la que comí con ellos en varias ocasiones, me di cuenta de que echaba de menos aquello. El olor de la casa, la tranquilidad que reside en ella, la familiaridad de un hogar... Nunca valoré lo suficiente lo bien que me trataron. Durante el año de relación con Abril, me trataban como a un hijo más y me enferma que ahora lo hagan con otro que no sea yo.
—¿Crees que son celos?
—No me jodas. Claro que son celos. Odio que esté con ese tío. Odio que vaya a dormir donde yo dormía. Odio que sus padres vayan a recibirlo con los brazos abiertos y odio odiar todas esas cosas, porque me hacen sentir como una mierda de persona, sobre todo cuando mi jodida novia me espera tras esa puerta.
Termino sin apenas oxígeno y ella me mira con una sonrisa deslumbrante.
—Gracias por tu sinceridad.

Ex, vecinos y el Hilo Rojo del Destino (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora