Cuando Isa me ha llamado a primera hora de la mañana para quedar conmigo frente al trabajo, nunca me imaginé esta historia, al igual que nunca pensé que la vería suplicando por ayuda.
Ahora comprendo la conversación del otro día o por qué Mario está tenso cada vez que Paco está cerca.
Mario es un buen chico. La imagen que Isa me ha contado no se parece en absoluto al chico risueño y abstemio que he conocido en este tiempo.
—¿Y estás segura de que él no...?
Paro justo cuando su cara de horror me hace sentir una persona miserable. ¿Tan mal está replantearse la situación? Héctor juró que había cambiado y no me volvería a hacer daño e hizo todo lo contrario. Lo único que quiero es que no sufra por las malas decisiones de otra persona.
—No te debería haber contado esto —ríe nerviosa.
Se da la vuelta y comienza a alejarse como si la hubiese abofeteado. Trato de pararla, pero cuando la toco, se suelta con rabia y se acerca hacia mí con un dedo acusatorio.
—Ni se te ocurra. Mario te ha defendido en el puñetero trabajo en incontables ocasiones y ¿dudas de su palabra?
—No dudo, es solo que...
—Que sí, que me ha quedado claro. Eres una mártir que no supera a su ex y se cree que todos los hombres con como él.
La miro con los ojos abierto como platos y soy incapaz de responder. No es que dude de Mario, solo... Que sea buena persona no es sinónimo de que no pueda llegar a hacer otras cosas. ¿Cómo voy a confiar y poner la mano en el fuego? Quizá si fuese el caso, lo que necesita es rehabilitación para así superar sus adicciones.
—¿Sabes qué? Héctor será un idiota, pero ha demostrado ser muchísimo mejor persona de lo que nunca vas a ser tú.
No impido que se marche. Las lágrimas vienen a mis ojos, pero son de pura rabia contenida. Las limpio con fuerza y me siento en un banco sin saber qué hacer.
Pulso el número de Bea sin pensarlo. Cuando parece que no lo va a coger, su voz adormilada suena al otro lado de la línea.
—Diosa buenorra al habla.
Pese a todo, sonrío un poco al escuchar su voz.
—Una pregunta rápida y te dejo dormir —sueno con voz culpable.
—Dormir está sobrevalorado —intuyo una sonrisa al otro lado de la línea—. Dispara.
—Crees... ¿Crees que juzgo a todos los hombres?
Se hace el silencio y escucho sonidos que no sé identificar. De repente, vuelve a sonar su voz al otro lado. Esta vez parece estar más despierta.
—Vaya... ¿Ha pasado algo?
—Es con un compañero de trabajo... Mario, ¿recuerdas?
—El guapetón del pelo rapado, sí.
—Digamos que se ha metido en un problema del que aparentemente no tiene culpa, pero soy la única que puede solucionarlo y...
—Crees que sí tiene la culpa —finaliza por mí.
Cierro los ojos y suspiro con fuerza. Las palabras de Isa aún resuenan en mi cabeza. No dudo en que Héctor sea mucho mejor persona. Hace mucho que dejé de serlo.
—No lo sé.
Isa me dijo precisamente que le ocultaba cosas, y quizá le ocultaba esa parte de su pasado porque seguía siendo parte de su presente. Cabe lo posibilidad de que si lo defiendo, solo esté cubriendo algo que va a perjudicarle a ella y a él.
—Si eso, por ejemplo, me pasase a mí o a otra chica... ¿Qué harías?
Pienso de nuevo en Isa y me doy cuenta de la gran diferencia. Pese a que siempre se ha mostrado distante conmigo, la he defendido continuamente y he intentado arreglar las cosas en innumerables ocasiones.
A Carlos tampoco se lo puse fácil. Dudé constantemente de su comportamiento hacia mí y por mucho que me demostraba que me quería o que no era como los demás, me lo tomé como un juego en el cual yo no podría salir herida, o con Luis, al que no dudé en culpabilizar sin tener en cuenta que conmigo había sido un buen amigo.
—Soy lo peor —río en voz baja.
—No, no lo eres. Solo estás herida —noto el cariño en su voz y los ojos se me vuelven a humedecer.
—Acabo de dudar de una de las personas más buenas que he conocido.
Esta vez las lágrimas si salen, y las dejo con total libertad. Es la única manera de aliviar este nudo que tengo en el pecho.
—¿Y qué? Como diría mi maravilloso ex... —carraspea para cambiar el tono de voz—. Dudar es de humanos. No hay que confiar ciegamente en nadie, sino dejarnos llevar por los hechos y experiencias y... —vuelve a su tono de voz normal—, más mierdas del estilo. Con lo bien que me estaba quedando —suelta una pequeña carcajada.
—Excepto por el insulto final, me hubiese creído que es Luis —río con ella.
—Luis es alguien justo que no suele juzgar por lo que oye de fuera, sino por lo que le demuestran.
Tiene toda la razón.
Me despido de Bea y vuelvo a casa para desayunar con Carlos y su hermana, quienes seguían dormidos cuando salí de casa.
Al llegar, Carlos me prepara el desayuno mientras Carla me cuenta un sueño que ha tenido con un actor de una serie que le gusta. Carlos bufa cuando cuenta que se besaron y hace varios gestos de arcadas que me hacen reír.
—Ese tío jamás saldría con alguien tan insoportable como tú —se burla de ella.
—Pues Abril sale contigo, así que los milagros existen —se la devuelve.
Choco el puño con ella y Carlos se pone la mano en el pecho de forma dramática y va hacia atrás hasta chocarse con la encimera.
—Las dos mujeres de mi vida, contra mí —niega con la cabeza.
—¡Has empezado tú!
—O tú, hablando de besitos con tíos antes del desayuno —pone los ojos en blanco.
—Hombre, está en edad de...
—De meterla en un convento con un cinturón de castidad de por vida —sentencia.
Carla y yo ponemos los ojos en blanco y decidimos por nuestro propio bien ignorarlo un rato. Tras hacerse el ofendido y llamarme "Mayo" más de cuarenta veces hasta que he decidido hacerle caso de nuevo.
Los dos hermanos me hacen sentir una calidez especial.
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Ex, vecinos y el Hilo Rojo del Destino (2)
Romance2ª parte de "Ex, vecinos y otros desastres naturales". ¿Son jodidas las rupturas? Sí. ¿Es jodido volver a enamorarte? Sí. ¿Pero sabéis qué es lo más jodido? Que el maldito destino no pare de reencontrarte con la persona que te rompió el corazón y q...