Desde la charla con Isa, reconozco que no paro de seguir a Mario con la mirada. Estaba tan enfrascada en mi drama personal que ni siquiera me di cuenta de su cambio de actitud. No ha bromeado en todo el día, está serio y parece que tiene puesto el piloto automático.
—¿Qué pasa? —pregunta Carlos.
Hace unos minutos que vino a tomar uno de nuestros famosos batidos y se ha traído el portátil para investigar cosas sobre su TFG.
—Nada.
—No paras de mirar a ese chico como si fuese un experimento —me sonríe.
—Resumo —me giro hacia él y le robo sin que me vean los clientes un poco de batido—. Hay drama —le sonrío de vuelta.
—¿Mayo en un sitio sin dramas? No me lo creo.
—¡Oye! El drama me persigue a mí —río.
Seguro que si Bea estuviese aquí afirmaría que el drama nos persigue a ambas. Tengo muchas ganas de verla.
—¿Sabes que ese ha sido un resumen nefasto?
—Eres un poco cotilla...
—Me interesa saber por qué mi novia comete acoso con alguien que no soy yo —vuelve a bromear.
Le pongo los ojos en blanco y le doy un pequeño beso en la nariz, nunca reconoceré que es porque Héctor nos está mirando, antes de coger la bandeja para seguir trabajando.
—Por favor, con todo el respeto, sois vomitivos —se burla Isa, pero esta vez juraría, que en un tono bromista, sin la maldad que la caracteriza.
Carlos me mira sorprendido y se le tiñen las mejillas sin poder remediarlo.
—No te preocupes, es así. Es lo más bonito que nos va a decir en toda la vida.
—Yo prefiero decir que es un súcubo sin alma —aparece de repente Mario a mis espaldas—. Que no os marchite el amor su agujero negro que tiene por corazón —nos regala una sonrisa amarga y se va.
Y Carlos vuelve a mirarme perplejo.
—Tienes unos compañeros muy...
—¿Complicados? Lo sé. Luego te cuento —le hago un pequeño gesto para indicarle que vuelvo al trabajo.
Entro en la cocina y el ambiente en general es bastante tenso. Isa prepara una bandeja con los labios afinados, Mario la observa de vez en cuando mientras abre los refrescos, a la vez que Nerea me pide auxilio con la mirada y Héctor lee las comandas como un robot sin sentimientos. Es sencillamente maravilloso.
Paso sutilmente por el lado de Mario para poder hablar sin que nos escuchen.
—Espérame al acabar el turno. Tenemos que hablar.
Me mira con el ceño fruncido. Héctor nos mira levemente y reprimo poner los ojos en blanco. Parece que solo me presta atención cuando interactuó con un ser humano de género masculino.
—¿Qué hice mal?
—¿Tienes miedo? —sonrío con maldad.
—Los "tenemos que hablar" nunca conllevan a nada bueno —suspira.
Le guiño un ojo con burla y continuo mi jornada hasta que llega la noche.
Carlos me espera fuera, así que procuro darme prisa en hablar con Mario, a quien espero en la sala de estar que se ha quedado vacía.
Entro y ya está vestido con la ropa normal, con las manos metidas en los bolsillos mientras mira a la pared sin apenas reparar en mi presencia.
—Iré un poco al grano —se gira hacia mí mi sorprendido—. ¿Qué te pasa? Y no me cuentes la parte de que no te pasa nada y me hagas interrogarte, por favor —le sonrío.
Ahora mismo juraría que he parecido Héctor.
Mario rompe en una bonita carcajada antes de acercarse al sofá y sentarse con la mirada fija en el suelo. Suspira y se pasa las manos por las rodillas antes de volver a ponerse serio.
—Mamá, no hace falta que me des la charla. Se ha encargado papá —me sonríe.
Frunzo el ceño sin comprender cuando Héctor aparece con la toalla de la lucha liada en la cintura y una media sonrisa que no puede ocultar.
—Parece que coincidimos en que está siendo muy incómodo trabajar desde que os lo montasteis en los baños —sonríe a Mario.
Me quedo unos segundos más de la cuenta observando su pecho desnudo y tatuaje hasta que recuerdo que estoy muy dolida con él.
—¿Vas a recordarme mucho más lo del baño? —suspira Mario.
—No, si no te juzgo. Me encantan los baños.
No podemos evitar cruzar una mirada cómplice mientras Héctor se apoya contra la pared y vuelve a evitar mi mirada. Reprimo bufar como un animal furioso.
Lo ignoro y vuelvo a centrarme en Mario y en que me dé algunas respuestas para poder entender la situación.
—Me siento como una mierda —confiesa—. Isa había bebido y yo estaba prácticamente sobrio.
—¿Crees que no quería acostarse contigo? —me siento a su lado.
—No lo sé. Aunque sea un súcubo sin alma...Me gusta. Me dejé llevar cuando me besó y creo que ahora me odia. Soy un maldito cerdo —hunde la cabeza en sus manos.
Héctor se sienta a su otro lado y unas pequeñas gotas se deslizan por su cuerpo de forma demasiado tentadora. Este chico necesita con urgencia que le regalen más camisetas.
"Abril, céntrate. Estamos enfadadas, muy enfadadas".
—Isa no te odia —le aseguro.
—¿No crees que te evita precisamente porque tú la evitas?
—Si ella no me evitase yo to tendría que evitarla.
—¿Y no crees que ella te evite porque tú crees que no la estás evitando, pero en el fondo la evitas porque te da pánico que te evite? —digo finalmente.
Ambos me miran en un silencio sepulcral antes de que Mario estalle en una carcajada y Héctor reprima la risa y se tape los labios para que no lo vea. Me cruzo de brazos observándolos hasta que les pregunto de mala forma qué les pasa.
—Creo que acabo de aborrecer el verbo "evitar" —me sonríe Mario.
—He visto trabalenguas menos elaborados que lo que acabas de decir.
—Vaya, si el señorito se digna a hablarme.
Héctor me mira sorprendido. Mario se levanta del sillón con un pequeño golpe en las rodillas y se aleja de nosotros con una sonrisa. Intento pararlo, pero me interrumpe.
—Me ha quedado claro que tengo una conversación pendiente con Isa, Héctor me ha comido lo suficiente la cabeza toda la semana, pero espero que no seáis unos hipócritas y tengáis también vuestra conversación pendiente. Vuestros cambios de humor también se notan. ¡Buenas noches amiguis! Paz y amor —nos manda un beso.
Miro fijamente como se cierra la puerta y el silencio se vuelve a instalar entre nosotros. Apunto en la lista de tareas para mañana matar a Mario.
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Ex, vecinos y el Hilo Rojo del Destino (2)
Storie d'amore2ª parte de "Ex, vecinos y otros desastres naturales". ¿Son jodidas las rupturas? Sí. ¿Es jodido volver a enamorarte? Sí. ¿Pero sabéis qué es lo más jodido? Que el maldito destino no pare de reencontrarte con la persona que te rompió el corazón y q...