6. Pepino y filete de pollo

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Carlos pasea nervioso por la habitación mientras yo le miro con el ceño fruncido. Han pasado solo dos horas desde que Carla se fue a su cita, no debería ser tan protector.
—Carlos, tiene dieciséis años.
—¡Es mi hermanita por Dios! —habla como si yo tuviese una especie de trastorno del que no me percato.
—¿A qué edad perdiste la virginidad?—alzo una ceja.
—No juegues sucio Mayo —me fulmina con la mirada.
Me da un ataque de risa y me retuerzo en su cama ante su mirada atónita. Finalizo mi ataque con un "hipócrita" mientras me río.
Carlos se lanza encima de mí y comienza a hacerme cosquillas por todo el cuerpo. Intento huir de sus brazos pero me retiene sin apenas dificultad.
—Esto por reírte de mi sufrimiento —dice presionando mis costillas haciendo que estalle en una risa estrepitosa.
Le grito que pare, pero él continúa con su venganza personal.
—¡Y esto por no hacer que mi hermana acabe en un convento! —sus dedos llegan a mi estómago y las lágrimas de risa comienzan a caer.
Levanto las manos en son de paz y Carlos para en un acto de benevolencia. Voy a ser muy mala, pero me encanta sacarlo de quicio y esta parte tan infantil de él.
—Charlie tranquilo, le di condones para que no traiga sorpresa en nueve meses.
—¡MAYO!
Ya no sé si me río por su cara descompuesta o porque intensifica las cosquillas a nivel que me da miedo mearme encima. PERO HA VALIDO LA PENA.
Chillo sin poder contenerme aunque gracias al cielo viene Ana a mi rescate.
—¡Carlos! Deja a la pobre chica —le pega un golpe en el brazo.
—¿Pobre chica? Es el demonio personificado en una cara dulce que parece esculpida por los malditos ángeles —me señala.
¿Es normal que hasta cuando intenta insultarme sea sumamente adorable? No puedo evitar sonreír.
—Señorito, igual que tú salías con chicas, tu hermana tiene derecho a salir con chicos.
Buen punto para Ana. Sonrío de satisfacción al ver la cara de Carlos contrariada.
—¡No es lo mismo!
—Estoy con él —aparece Jose a las espaldas.
Ana pone los ojos en blanco y yo trato de no hacerlo también por respeto. Hombres y sus instintos de cavernícolas.
—Yo soy un hombre, es menos probable que alguien intente aprovecharse de mi inocencia.
—Exacto —asiente Jose.
—¿Te recuerdo la lista de novias que has tenido?
—Que golpe más bajo madre —se lleva una mano al pecho y se sienta a mi lado de forma estrepitosa.
—Gracias a ti querida Abril se ha roto esa racha —me guiña un ojo.
Sonrío incómoda. No me gusta esta expectación que noto en su mirada, como si yo fuese una persona maravillosa a la que vale la pena cuidar. Un pequeño nudo de angustia se instala en mi pecho. Las cosas son demasiado serias, aunque me esfuerce en convencerme de que es lo mejor.
—¿Has olvidado lo de demonio con cara de ángel? —me señala burlándose.
—Pues entonces el que tiene mal gusto eres tú querido —me burlo también.
—Los que se pelean se desean —se suma Jose a la broma.
—Ay, ay, ay... El amor flota en el aire —ríe Ana.
Cuando escucho esa palabra no puedo evitar volver a tensarme, al igual que Carlos. No he pensado mucho en ello, pero desde que salimos nunca le dije te quiero, simplemente sonrío cuando él lo dice, le beso o contesto un simple "y yo a ti". La misma táctica del Héctor del principio y creo que Carlos se ha dado cuenta de eso.
—¿Cómo te fue la charla con Carla? —pregunta su madre.
Nunca pensé que agradecería tanto que la madre de mi novio quiera hablar de sexo conmigo. En serio, nunca.
—Creo que bien —cojo mis manos nerviosas.
La verdad es que no ha sido tan incómoda como parecía. Después de preguntarle si sabe sobre métodos anticonceptivos, explicarle que la marcha atrás NUNCA es una opción y que aunque use anticonceptivos, tiene que usar preservativo para no coger ETS, hablé con ella sobre el estar preparada. Entendió que nunca hay que ceder a tener sexo, que eso no asegura que la persona vaya a quedarse a tu lado y que si por querer esperar te dan la patada, es mejor no estar con alguien que solo te quiere como un objeto sexual.
—Mejor que con vosotros seguro. Al menos, Abril no sacó un pepino y un filete de pollo cortado —dice Carlos reprimiendo un escalofrío.
Mis ojos se abren como platos y sus padres se ríen cómplices.
—Con lo del filete de pollo nos pasamos —le dice Ana a Jose.
—¿Y con el pepino no? Desde entonces he sido incapaz de ver a un pepino de forma pura y el filete de pollo... sin comentarios —me dice Carlos.
Sus padres le llaman exagerado antes de salir de la habitación y él suspira.
—Dime por favor que esos alimentos no han sido alegorías de partes sexuales.
—Me encantaría hacerlo, pero lo que más miedo me da, es como mi madre pudo cortar a ese filete para que pareciese una vagina.
—No me lo puedo creer.
—Y eso dije yo.
Rompemos a reír y acabamos tumbados abrazados. No tardamos en besarnos y dejarnos llevar por las caricias.
Al menos hemos desviado la conversación incómoda.

Ex, vecinos y el Hilo Rojo del Destino (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora