65. No es fácil

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Héctor:

Todos vamos por nuestra segunda copa excepto Abril, que lleva la mitad de la primera.
Hemos unido dos mesas donde hemos puesto las cubiteras con todos los preparativos para las siguientes rondas. Al final, los mojitos de Mario estaban sorprendentemente buenos, pero me sorprende que prepare los suyos sin alcohol con ma excusa de que tiene que conducir, teniendo en cuenta que siempre viene de casa andando y nunca he visto su coche, pero prefiero no decir nada.
—¿Entonces también sois ex? —pregunta Mario que señala a Luis y Bea.
Ambos asienten y Mario suelta una carcajada.
—Esa residencia de estudiantes debe ser una puta locura. ¿Y si estudio una carrera y me meto ahí?
—No quiero imaginarme lo que harías ahí —ríe Nerea tomando un sorbo de su bebida.
—Tienes drama asegurado —participa Abril por primera vez en la conversación.
No puedo evitar atragantarme con mi bebida debido a un pequeño ataque de risa. Tiene toda la razón del mundo, creo que no hay lugar con más enredos e historias de todo tipo. Un lugar para no aburrirse.
—¿Y esa risa pequeño Héctor? —me sonríe Nerea.
—A saber cuantas cosas turbias han hecho en ese lugar —arruga la nariz Isa, quien está bebiendo demasiado rápido.
—Demasiadas —responde Bea con una sonrisa pícara.
—¿Y tú que sabrás? —respondo a la defensiva.
—Es que os creíais que éramos gilipollas —me sonríe Luis.
—Creo que siguen creyendo que el resto de la población es gilipollas —ríe Isa con ellos.
Estupendo, ahora resulta que Isa ha decidido convertirse amiga de Bea en este tren de entrometerse en la vida de los demás. Es apasionante.
—¡Ey! Dejad a los pobres chavales, que tienen su vida rehecha —nos apoya Mario.
Abril y yo nos miramos por unos segundos sin poder remediarlo. Me devuelve una pequeña sonrisa que parece más una mueca y siento una punzada justo en el centro del pecho. Sí, supongo que lo conseguimos. Ambos hemos encontrado a personas que no sacan lo peor de nosotros, aunque tampoco sabría decir si lo mejor. Solo espero que así sea.
Abril apura su copa casi de un trago ante mi sorpresa y le pide a Nerea que le pase otra.
Pienso en Sara y vuelvo a recordar que nuestra última conversación no fue como debería haber sido. Desde entonces, solemos hablar principalmente por mensajes y no se ha vuelto a mencionar nada de ello.
Cuando deciden poner una lista de reproducción de Britney Spears, aprovecho que Bea trata de que Abril baile para escaquearme por la puerta trasera y sentarme en el paseo marítimo.
Luis no tarda mucho en llegar.
—Sé que soy increíble, pero por mucho que trates de ser mi sombra, no puedes —me burlo cuando se sienta a mi lado.
—Eres increíblemente idiota —se ríe estirando las piernas—. No puedo creer que esté vestido de Britney Spears —suelta una pequeña carcajada.
—Créeme, yo tampoco.
—Pero el que debería hacer tonterías por amor eres tú, no el resto —me mira con sorna.
Pongo los ojos en blanco y suspiro hastiado. No sé en qué idioma explicar que esto no es por amor, sino porque Abril me importa por el hecho de que hemos tenido una historia juntos.
—A veces, los ex pueden ser amigos.
—¿No te frustra?
—¿El qué? —suspiro.
—Solo tenías que ser sincero, así de sencillo. Si lo hubiese sido, vosotros...
—Para.
Me levanto y comienzo a andar por la arena. Luis me sigue y se pone delante de mí para intentar pararme, pero me suelto y camino hacia el lado contrario hasta que vuelve a interponerse.
—No, Luis. No es fácil. No cuando la miro y me sigue recordando al peor día de mi puta vida. Prometiste no hablar de ello —lo señalo.
—¿Has hablado de ello con la psicóloga?
—Que coño te importa. Me dices que tengo que alejarme de Abril, que Carlos es tu amigo y toda la mierda esa, y parece que quieres lo contrario. Deberías estar contento de que estén juntos.
Sé que es una excusa, que no quiero enfrentarme a su interrogatorio porque lleva toda la jodida razón, pero no puedo evitar volver a alzar esas murallas que tanto trabajo me habían costado bajar. No puedo vivir a la defensiva, pero necesito mi tiempo. No puedo hacerlo de otra forma.
—Me alegro de que la gente sea feliz, pero me jode ver a mi mejor amigo huyendo de esa felicidad —me mira con cariño.
Me quedo completamente en silencio. No sabía que era su mejor amigo. Nunca me replanteé que tipo de relación teníamos, qué grado de amistad.
—Aclárate —evito su mirada.
—Es sencillo. Solo quiero que seáis felices sin perjudicar a terceras personas.
—No vamos a perjudicar a nadie porque no vamos a estar juntos. Sara me dijo que me quiere.
Los ojos de Luis se abren levemente y yo paso mis manos por mi pelo nervioso, quitando las estúpidas coletas para sentarme en la arena y poder masajear mi cuero cabelludo.
Luis se sienta a mi lado completamente en silencio, con la mirada perdida en el mar.
—¿Y tú que le contestaste?
—Nada.
—Menuda cagada.
Asiento en silencio porque es la realidad. Debería haber dicho algo, lo que sea, o explicarle que aunque no puedo corresponderla de momento, eso no significa que no quiera estar con ella, pero me quedé callado como el cobarde que siempre he sido.
—La pregunta es, si crees que alguna vez la vas a poder querer —se gira hacia mí.
—Sí. Lo hará.
La voz de Abril nos sobresalta y por unos segundos se me corta la respiración. Me mira con las manos ocultas en su espalda y esa sonrisa que oculta demasiadas cosas, pero que nunca sé exactamente el que es.
Nuestras pupilas se encuentran en la oscuridad y siento que todos mis miedos se despiertan para disiparse al instante.

Ex, vecinos y el Hilo Rojo del Destino (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora