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Izuku justo llegó a la sala de su pareja y abrió la puerta, pero no se esperó a que Sebastián estuviese ahí también a nada de abrir.

-¡Ahhh! -el pecoso chilló asustado por lo inesperado dejando caer sus bolsas.

-Izuku, lo siento mucho -dijo el adulto cambiando el semblante.

De estar molesto fue de inmediato a ayudar al menor y le entregó las bolsas en su mano, no tenía problema.

-G-gracias -dijo algo avergonzado de ser ayudado por alguien como el jefe de la mafia.

-Oye -lo llamó Sebastián ahora algo desanimado-, quiero decirte algo.

-¡Sí, yo escucharé lo que usted me diga! -respondió como un militar a su superior. Estaba súper nervioso, pero no iba a demostrarlo para dar buena impresión ahora.

"Se nota por qué le gustas al pequeñín..."

-Ayuda a Katsuki a no ser rencoroso -pidió sin siquiera poder fingir que estaba bien-, te lo pide este viejo que ya no puede ayudarlo.

Midoriya cambió el semblante y se puso algo mal, se ponía mal con ese tipo de ambiente siempre.

"La señorita Mitsuki me dijo algo parecido... ¿Por qué piensan que yo podría hacerlo cambiar así?"

-Yo haré lo que sea por él, no dude de eso -respondió el pecoso con confianza de que lo que decía era en serio.

El hombre sonrió y después se puso los lentes negros para después sacar de su bolsillo otro billete de veinte mil pesos, al parecer le sobraron de algo que se compró y estaban ahí haciendo bulto.

-Toma -le pasó en las manos de manera forzada-, cómprate un juego si quieres, se nota que te gustan.

-A-ah, ah...

Midoriya estaba en pánico, no sabía como reaccionar al ver que alguien le daba dinero tan fácilmente si ni siquiera Inko le daba más de diez mil.

-No me agradezcas, es un regalo -y se bajó un poco los lentes para guiñarle un ojo para después empezar su camino-. Nos vemos, Izuku.

-Gra... -por cotidianidad lo dijo, pero lo arregló-. D-digo, nos vemos, señor...

Y se fue de ahí dejando al menor embobado mirando el dinero. Ya tenía para comprarse un montón de tonteras, solo debía no decirle a Inko porque de seguro le quitaría un poco.

Entró a la habitación del paciente entonces y lo vio ahí con un rostro de enojo terrible, aunque más que enojo era como de no querer aceptar algo, como de berrinche.

-¿Kacchan, estás bien? -preguntó en voz bajita y cerró la puerta.

-Nerd, sí -salió del trance y se relajó un poco por verlo-. Ven.

Como si fuese una orden fue hasta allá dejando en una mesa las bolsas y lo abrazó subiéndose un poco a la camilla.

-¿Y ese dinero? -le preguntó Katsuki viendo el billete en una de sus manos.

-¡Ah! Es que... Sebastián me lo regaló.

Rápidamente se lo guardó en un bolsillo y abrazó de vuelta a su pareja para reposar su mejilla en el torso ajeno. Sintió la mano buena del mayor en su cabello acariciarlo y cerró los ojos a la vez que sonreía.

-Eres todo un consentido.

-Ni siquiera pude agradecerle, me dijo que no lo hiciera.

-Ah, eso significa que ya cayó por ti -explicó el rubio sin problema-, le agradas un montón.

fuck me, daddy [katsudeku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora