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Al final Katsuki llegó al lugar de trabajo de Inko por sentir ese cargo de conciencia que no lo dejaba tranquilo. No estaba incómodo hablando con ella, ni nervioso, solamente la escuchaba y le daba su opinión al respecto.

-... Y es por eso que Mitsuki actúa así, Bakugou. No tiene un soporte del cual pueda saber que no volverá a caer.

-Si ella no quiere acercarse yo menos voy a poder hacerlo -la voz del rubio era solo desprecio-, al final ella es una extraña que nos paga la casa en la que vivimos.

Conversó sin siquiera mirarla mientras apretaba un poco su mandíbula, odiaba tanto hablar de su madre.

Por mientras Katsuki estaba echado en la silla y jugaba con el mantel de la mesa doblándolo y desdoblándolo, no entendía aún a lo que llegaba esta conversación y no le importaba mucho pero ahí estaba, perdiendo el tiempo.

Inko la tenía difícil, no podía creer que Bakugou le daba esas respuestas tan secas y que sin ningún problema le respondía. ¿Tan mal criterio tenían de ella?

-Me gustaría que hablases con ella dentro de la otra semana -se acomodó en la silla-, que le preguntes como se siente, si quiere algo en especial de comer, cosas así. Todoroki va a hacer lo mismo y está de acuerdo conmigo.

-¿Ah?, ¿te volviste loca? -preguntó asqueado por la idea.

-Yo sé bien que ustedes no tuvieron unos buenos últimos años, por culpa de lo que se hace llamar legalmente tu padre -ella hizo una pausa para afirmarse la cabeza con pesadez y continuó-. Mitsuki sufrió el mayor rebote, pero por consecuencia se los pasó a ustedes.

Inko sentía que quería explotar con el asunto, se estaba involucrando demasiado y le afectaba. Podía ser muy sensible si se lo proponía

-Katsuki... Tú sueles sentir que estás solo todo el tiempo y que tu alrededor es una molestia, ¿verdad? -preguntó a nada de llorar, pero debía calmarse-. Es porque eres desconfiado.

-No hable de mi como si me conociera -dijo en tono de orden frunciendo el ceño.

Katsuki se estaba irritando bastante con la plática y sobre todo porque lo que decía de él era cierto, le molestaba que le dijeran la verdad de las cosas.

-Te dije que me tutees -rodó los ojos-. Puede que no lo sepas pero eso te afecta mucho, eres muy indeciso, si hasta te costó entrar al local.

La mujer se cruzó de piernas y de estiró hacia atrás igual que el chico, ya estaba cansada de estar tanto tiempo sentada, necesitaba moverse y hacer cosas.

Katsuki desvió la mirada molesto e hizo una mueca realmente furiosa, había tachado a Inko como una madre tonta y despreocupada pero nunca pensó que sabría jugar bien las cartas que tenía, en serio se sorprendió de ver el tipo de análisis que tenía, la había mirado a chinche.

-Mentirosa.

Fue lo único que pudo inventar decir para defenderse mientras pasaba su mirada por las paredes del local.

-¿Acaso crees que no te he observado? Hay cámaras aquí, te vi cuando llegaste, pasaron dos minutos y medio.

Con aquello Inko expuso al chico, quién casi se atora con su propia saliva al oír aquello. No podía creerlo, se sintió acosado, era tal para cual con Izuku, ambos aterradores a sus ojos.

-Esa vez que viniste aquí, o cuando fuiste la primera vez a mi casa, supe al instante que me odiabas -hizo una mueca despreocupada y pasó una pierna sobre otra-. Puedes mentir con palabras, pero tus manos estaban empuñadas y estabas tan tenso como si quisieras golpear algo. Más encima...

fuck me, daddy [katsudeku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora