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El celeste cielo pronto empezaría a a oscurecer y el doctor aún no volvía a informar el estado del de ojos color ruby, cosa que tenía en pánico a ambos en la pequeña habitación, es que sólo podían pensar en que algo malo pudo haber pasado.

-Iré al baño, ya vuelvo -dijo Shoto empezando a caminar hasta la puerta, hace mucho tiempo estaban ahí esperando saber algo y necesitaba en serio ir al baño.

La adulta solamente asintió con la cabeza y se quedó ahí sentada en el pequeño sillón mirando sus manos entrelazadas con cansancio. Quería olvidar todo lo que estaba pasando, sentía que iba a colapsar pronto si no sabia la situación actual de Bakugou, ya no sabía que más hacer que lamentarse.

Entonces se quedó ahí sola por unos minutos hasta esperar a que Shoto llegué nuevamente. En realidad Mitsuki no quería quedarse sola porque sentía que podría llegar a hacer alguna tontera, bien sabe que su salud mental es terrible, está consciente de ello, y sobre todo cuando ve tantas cosas en esa salita para hacerse daño.

Había una mesita con un cajón en el lugar y le dio curiosidad por saber que había adentro, así que en forma desesperada se levantó y caminó hasta aquello que le llamaba la atención. Al estar al frente abrió y vio un llavero junto a dos llaves y unos lápices de tinta azul. Al ver aquello una fugaz imagen de enterrarse el lápiz en el pecho se le vino a la mente mientras lo levantaba, estaba demasiado tentada a hacerlo, pero finalmente logró llegar a tierra y se dio cuenta de lo que hacía y tiró el lápiz al suelo con fuerzas y se arrodilló al frente del mueble para llorar. Sin poder controlarse empezó a darse golpes en los muslos con rabia e hizo una mueca destrozada, ya no quería seguir sufriendo de esa forma y lo que hiciera era inútil, si su hijo moría estaba segura de no poder seguir al lado de Shoto.

La puerta se abrió mientras la rubia estaba en el suelo y apareció el doctor por ella, quien corrió rápidamente al verla ahí y quedando a un lado suyo se inclinó un poco hacia ella y la tomó de las muñecas para que pudiese parar.

-¡Señorita Bakugou, cálmese por favor, su hijo está bien! -anunció rápidamente para poder tranquilizar a la mujer.

Y como si fuesen las palabras mágicas la adulta se detuvo y miró al doctor con la boca entreabierta mientras sus lágrimas caían sin parar.

-Mi hijo... -dijo casi como en un susurro relajando su cuerpo-. Mi hijo e-está bien -repitió apretando los labios.

Todoroki, quien ahora venía de vuelta iba en el pasillo de la pequeña habitación y al visualizarla a lo lejos vio la puerta abierta y pensó que quizás su madre se había escapado o algo y corrió con todas sus fuerzas hasta llegar allá, y una vez estuvo ahí vio la situación actual interrogante.

-Katsuki es un verdadero milagro, n-no sabemos como es que ha podido vivir -confesó el doctor algo emocionado, es que ni el se la había creído cuando participó en la operación-. Él perdió tanta sangre, estaba dispuesto a no seguir con vida, tenía todo en contra... Pero ahora está medianamente bien.

Todoroki, quien pudo escuchar aquello se quedó ahí tieso de pie mientras se afirmaba del marco de la puerta y sin evitarlo soltó unas pequeñas carcajadas de ansiedad. La habían pasado pésimo por todo lo sucedido y ahora resultaba que todo había salido bien. Sentía que no era cierto, era imposible que estuviese bien.

-Gracias por salvarlo, doctor -dijo la mujer lanzándose a abrazarlo casi haciendo que caiga al suelo, pero por suerte el hombre fue rápido y la sostuvo.

Cuando estuvieron el suficiente tiempo abrazados así el doctor le palmeó la espalda para que se separe y ella entendió, el tiempo en el hospital es oro y no podía quedarse ahí tanto tiempo.

fuck me, daddy [katsudeku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora