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Izuku se iba a su hogar esa tarde, solo, como siempre y empezó a pensar muchísimo en Katsuki, ya no podía sacarlo de su cabeza, quería saber como estaba, que había comido, que cosas piensa, las cosas que le ocurrieron en el camino, saber si tenía planes de hacer algo... pero no sabía nada, y no iba saberlo hasta que se sienta capaz de verlo nuevamente.

Llegó a su casa normalmente y caminó de inmediato hacia su habitación, dejó su mochila y se lanzó a la cama boca abajo, estaba aburrido y triste y sentía un vacío en él.

Se quedó unos minutos así sintiéndose pésimo consigo mismo, es que cada vez que pensaba en Bakugou embarazando a su compañera su sangre hervía en enojo y celos, celos que sabía que no debía sentir.

Se levantó y fue hasta su closet y sacó la primera prenda que Katsuki le prestó esa vez que colapsó en el instituto, nunca se la devolvió al igual el polerón que dejó cuando tuvieron sexo esa otra vez. Tomó el cortavientos en sus brazos y lo olió un poco, aún estaba la esencia de su pareja impregnada en él y le encantaba, era embriagador, así que mejor se la puso, obviamente le quedó como un vestido y se puso hasta el gorro.

Salió de su habitación y caminó hacia la cocina para buscar algo que haya dejado Inko del día anterior, y efectivamente había un brazo de reina que se veía exquisito, así que sacó un cuchillo y cortando dos pedazos pequeños se llevó de a uno a la boca, su madre siempre cocinaba tan exquisito que no podía evitar darse esos gustos, lástima que él no aprendió nada de ese don de ella, su único don era cagarla en todo.

Pasaron horas y Midoriya estaba dando vueltas en la casa mientras escuchaba música en la televisión del living, tenía K-pop a todo volumen y se puso a hacer un poco de aseo en el primer piso, ya que no tenía nada que hacer.

Las ocho de la noche, en media hora volvía Inko, si es que no pasaba a otro lado primero, estaba cansado y sentía que la ansiedad no la curaba con nada. Empezó a sobarse los brazos para evitar rascarse las piernas ya que no estaba soportándolo bien.

Fue hacia su dormitorio corriendo y casi se tropieza porque pisó mal un escalón, pero siguiendo con su camino tomó su teléfono, marcó a Bakugou dejando su ego de lado y se lo puso en la oreja.

Uno, dos, tres, hasta doce intentos y no contestaba nadie, su corazón empezó a acelerarse y sentía una molestia en el pecho, tenía ganas de llorar, ¿y si le había pasado algo? ¿Debía llamar a Todoroki? Pero es que ni él sabía algo la última vez.

"Mitsuki."

Eso era, marcó al número de su suegra con impaciencia y esperó hasta que conteste, era su última esperanza, sino ya no sabría que hacer.

'¿Aló, Izuku?' Contestó la mujer con ese mismo tono tímido de siempre y el pecoso casi solloza de solo oírla.

-Tía Mitsuki, hola -saludó el pecoso escondiendo su terrible estado de ánimo-, quería saber si Kacchan está en casa porque n-no me responde el teléfono.

Explicó rápido ya que estaba algo asustado, no olvidaba que Bakugou estaba en una mafia y no quería empezar a pensar en cosas malas.

'Creo que él estaba durmiendo, ahora estoy en el centro de la ciudad con Shoto, estamos en un tráfico terrible, pero si quieres puedes pasar a verlo', ofreció. 'Dejé cerrada la casa con llave, pero ya sabes donde están las de repuesto escondidas.'

Finalizó ella de manera amable como siempre, Midoriya sentía hasta como la adulta estaba sonriendo al otro lado de la línea, Mitsuki siempre era tan cariñosa con él.

fuck me, daddy [katsudeku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora