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-Shoto, cielo, ¿a qué hora dijo tu hermano que iba a volver? -preguntó una adulta rubia en su hogar hacia su hijo mayor.

-Se supone que iba a pasar la tarde con Midoriya y llegaría tarde -explicó el chico de cabellos bicolores revolviendo la sopa para servirla, ya que esa noche estaba algo helada y quiso preparar algo agradable.

-Ya van a ser las doce, me preocupa que esté tan tarde afuera...

Mitsuki mientras miraba hacia el suelo algo bajoneada, antes Katsuki acostumbraba a no estar varios días en casa o a llegar a horas bastante imprudentes pero ya había dejado de hacerlo, ahora la rubia en serio estaba preocupada por su hijo.

El teléfono de Todoroki empezó a sonar y entonces dejando la olla tapada dejó el cucharón de lado y sacó el aparato para responder, justamente era su hermano.

-¿Aló? -contestó.

-No voy a llegar hoy -avisó de forma rápida y Shoto estaba seguro de que esa voz expresaba tristeza.

-¿Vas a quedarte donde Midoriya? -preguntó mirando a su madre, quien estaba expectante a lo que él dijera.

-No, chao.

Y cortó la llamada dejando al mayor de los dos sorprendiendo por esa reacción, ¿entonces donde iba a quedarse?

-Me colgó -dijo el chico tratando de asimilar lo que había pasado.

-¿Va a quedarse con Izuku entonces? -preguntó la adulta levantando su entrecejo mientras miraba a su hijo.

-Me dijo que no -respondió con la verdad mientras se volteaba a apagar la cocina y volvió a ver a su madre-. Estaba entre enojado y triste.

Mistuki estaba a punto de llorar, odiaba pensar que le había pasado algo malo, pero pensó quizás que ellos pelearon y se convenció de eso, pero Todoroki no pensaba eso, no teniendo en cuenta que estaba en una mafia.

-Va a estar bien, mañana cuando vuelva hablaré con él -aseguró el de ojos bicolores mientras miraba a la mujer con una mirada compasiva y fue a sacar unos platos para servir.

"Mi hijo." Pensó la mujer mientras apretaba un poco los puños y sentía ganas de llorar, estaba harta de sentirse inútil, quería que si sus hijos tenían un problema se apoyasen en ella, pero era todo lo contrario, la veían como algo que hah que cuidar y proteger nada más.



>~<



-Katsuki, pasa.

Un hombre de lentes negros y trajes del mismo color mientras le abría la puerta al rubio, a quien empezaron a saludar con mucho cariño cuando lo vieron siquiera pasar por la recepción del edificio.

Sí, Bakugou había ido a la guarida principal en la que estaba Sebastián a horas de la noche, él era la persona en quien más confiaba en el mundo entero, sabía que si acudía a él en un momento como ese iba a sentirse mejor.

-Te ves bien, enano -saludó Karina palmeándole el brazo.

Le dio una sonrisa, la cual a la fuerza fue devuelta ya que no estaba en su mejor momento, al menos pudo disimularlo ante los demás pero ante ella no, ella conocía muy bien al rubio.

-Sebastián está en el piso seis, te acompaño -se ofreció Karina.

-Iré solo, hm -respondió el con la voz bastante desanimada.

Empezó a caminar hasta los ascensores mientras se acomodaba el polerón, tenía un poco de frío, y su cuerpo se sentía helado, más que de costumbre.

Karina junto a otro agente que estaba ahí lo vieron marcarse con una mirada preocupada, hace mucho no veían esa expresión en él, desde el suceso de Tomura de hecho.

fuck me, daddy [katsudeku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora