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Leticia



No podía quitarme el nerviosismo, no dejaba de dar vueltas de un lado a otro, convirtiendo mi cabeza en una jodida batidora de ideas algo locas.
Estaba lejos de sentirme tranquila, pero no me faltaban razones, por un lado, ya sea que estuviera delirando por la fiebre o no, mi enorme bocota le había confesado a Santiago lo bien que olía y quien sabe cuantas cosas más. Y por otro lado, no dejaba de pensar en que me había enfermado.

Para muchos una gripe puede ser una tontería, pero para mi, es algo importante, ya que no debería suceder. Podemos sanar rápido, dependiendo la herida que hayamos obtenido y nuestras defensas nos hacen inmunes a enfermedades, por lo que esto que sucedió, puede terminar siendo algo muy grave.
Tenía muchas preguntas, pero no tenía a quien hacérselas. Si llamaba a mis padres, estos no dudarían en aparecerse aquí y si mi vida ya de por si era caótica, con ellos vigilando cada uno de mis pasos, sería peor.

Llamar a Jack, Ryan o a Logan, sería lo mismo que decírselos a ellos. No era por nada, los amaba, pero ellos tres eran una especie de radio manada, cosa que se enteraban, cosa que no tardaba en dispersarse.
Luego estaba Michael, quien no dudaría en generar un escandalo para sumarse al auto en el que vendrían mis padres, cuando el convirtiera mi simple gripe, en una posible enfermedad terminal. Definitivamente, él no estaba entre los números a marcar, para consultar esto.

Por último me quedaban Robert y Benjamín, quienes al saberlo se quedarían callados, evaluando cada detalle, antes de terminar aconsejándome que hablará con mis padres, lo cual era lo último que quería hacer y donde todas las opciones parecían llevarme.
De mis amigos, ninguno me podría ayudar. Al igual que yo, me dirían que es raro que suceda y que investigarían. Ni siquiera Uriel podría ayudarme esta vez, estaba sola y rebosante de inquietudes.

Estaba volviéndome loca, cuando finalmente la Diosa pareció iluminarme. Ya sabía a quien llamar, solo una persona podría tener respuestas al respecto, ya que trabajaba en el hospital de la manada.
Sin perder tiempo tomé mi teléfono y busqué su número, cuando di con este, empezaron las dudas. Pero lograría convencerla de guardar mi secreto, eso me dijo mientras apreté la tecla.

-Hola hermosa, ¿Cómo estas? -saludó a penas respondió.

-Hola Abby. -tragué saliva, sintiéndome repentinamente asustada. -Mmm... ¿Bien?

-No, no lo estas. ¿Qué esta sucediendo?

-La verdad es que estoy un poco nerviosa y asustada, no sabía a quien llamar, ya que lo último que quiero es preocupar a mis padres.

-Dímelo Leticia. -suspiré y lo solté. ¡Que sea lo que la Diosa quiera!

-¿Has escuchado sobre algún lobo, que luego de su transformación se enferme?

-Sí, ya sabes alergias, algún que otro moquillo, nada grave.

-Estuve con fiebre, no una leve, esta me hizo dormir durante un día y delirar.

-¿Cuándo?

-Ayer. Tuve suerte de que algunos amigos me cuidaran, pero estoy asustada, no conozco ningún lobo transformado que se haya enfermado.

-Primero quiero que te tranquilices, porque por lo que dices solo fue fiebre. Segundo, no recuerdo haber asistido a algún lobo enfermo, pero veré si encuentro algo en el historial del hospital.

Eso sería de mucha ayuda ya que podría encontrar algo útil.

-Gracias Abby, sabía que llamarte a ti sería lo correcto. Pero debo pedirte algo más.

-No le diré nada a tus padres por ahora, pero esto es algo que deberían saber. -al parecer no hizo falta recordárselo. - Si alguno de mis hijos se enfermara y no me lo dijeran, deberían prepararse, porque estarían en serios problemas.

-Lo sé, es solo que no quiero preocuparlos, por algo que podría terminar siendo nada.

-Solo espero que estés en lo cierto y no sea algo grave Leticia, respetaré tu decisión y no les diré nada, pero piensa bien si quieres ocultarles algo así.

-Te prometo que se los diré cuando sepa algo más.

-Muy bien, ahora tengo que colgar, acaba de llegar el hombre de mi vida, o eso dice él. -dijo riendo, mientras en el fondo escuché la clara voz de Michael gruñir "Escuché eso mujer".

-Gracias por todo Abby y por favor, no dudes en decirme si descubres algo.

-Tranquila Leticia, te llamaré luego.

Cuando la llamada terminó, comencé a pensar si no estaba pidiéndolé demasiado. Mi madre solía pasar bastante tiempo en compañía de Abby y las demás, por lo que no estaba tan segura de que mantenedría mi secreto.
Mientras trataba de buscar algo más en lo que pensar, mi teléfono volvió a sonar y cuando el nombre de Michael apareció, el miedo solo creció en mi.

¿Y si Abby le había contado? Seguro lo había hecho, Michael era capaz de conseguir sacarle la verdad.

-Hola...-comencé a decir solo para ser interrumpida por el hombre al que consideraba como uno de mis tíos más camaradas que tenía.

-¿Por qué llamas primero a fosforito y no a mi, Rapunzel?

-Porque tenía que pedirle un consejo, ya sabes, sobre cosas de mujeres. -Creí erróneamente que eso lo detendría, ya que su interrogatorio solo estaba comenzando.

-Pero soy mucho más sensible que ella, sabes que doy mejores consejos.

-Sí, pero quería hablarlo con ella.

-¿Es un chico? Dime cómo es. Sabes que soy un hombre muy curioso, así que quiero detalles, detaaaaalles. -podía imaginarlo, sentado en su sofá con una pierna sobre la otra.

A veces envidiaba la personalidad de Michael, a él nada parecía perturbarlo y a todo le encontraba lo bueno.

-No hay ningún chico. Era algo para la universidad.

No iba a hablar sobre Santiago aún, no hasta saber que sentimientos tenía por mi, si es que tenía alguno.

-No se porque no te creo. Decir mentiras es malo, no solo te crecerá la nariz como a pinocho, sino que luego eso crecerá y crecerá, sin que puedas recordar cuando dijiste qué.

-De acuerdo, hay un chico.

-Lo sabía. Ahora cuéntame.

-No hay nada que contar, me siento atraída por él, pero creo que sigue interesado en su ex.

-Entiendo. No vayas allí, cuando no terminan de superar a su ex es una mierda, porque siempre te compararan con ella. Eres demasiado genial para eso, ¿Sabes por qué?

-Puedo imaginarlo, pero te dejaré a ti decirlo.

-Porque aprendiste de mi.

Y ahí estaba, olvidándome de los problemas y centrándome solo en las locuras que Michael solía decir.
Mientras continuamos hablando de todo lo que estaba sucediendo en la manada, tomé una decisión. Iba a tomarme unos días de descanso, para asegurarme que todo estuviera bien.

A veces era mejor prevenir problemas, mientras aún se esta a tiempo.

Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora