28.

988 159 9
                                    

Christine






Me encontraba algo mareada, desorientada y a pesar del esfuerzo que me costó, logré abrir mis ojos, solo para encontrarme con la oscuridad.
No entendía que estaba sucediendo, ya que lo último que recordaba era haber sido inyectada por un paramédico y luego sentirme, repentinamente, muy débil.

¿Dónde me encontraba? ¿Acaso me habían atrapado? Aún sintiendo mucha debilidad, traté de concentrarme en los olores y ruidos a mi alrededor.
Lo primero que sentí es un fuerte olor a gasolina y aceite, lo siguiente fueron voces masculinas acercándose.

—Solo pudimos enterarnos de que ha sufrido una crisis emocional y debió ser trasladado al hospital de sur, con una guardia constante.

No tenía idea sobre quién hablaban, pero podía percibir la preocupación en la voz del hombre.

—¿Pero qué lo provocó? Tobías nunca ha sufrido ningún problema emocional y se supone que allí estaría seguro. — escuché el ruido de varias cosas chocar con el suelo. — Estoy pagando una gran suma para proporcionarle a mi hijo todas las comodidades que necesite, mientras logro sacarlo de ese maldito lugar.

—Al parecer el policía que se encarga del caso descubrió que le quitamos su juguete.

—¿Así que se atreve a provocarme? El imbécil cree que doblegando a mi hijo me ganará, pero yo le demostraré lo que significa doblegar la voluntad de la persona que más le preocupa.

Algo en su tono, provocó escalofríos en todo mi cuerpo. O talvez fue el hecho de que conocía a alguien encargándose de un caso así y que probablemente a quien pensaran doblegar, fuera a mí.
Entonces ese pensamiento me llevo a otro, uno que solo me provocó furia. Estos imbéciles, con tal de atraparme provocaron el incendio en el hogar, exponiendo la vida de muchos niños inocentes. ¿Qué clase de personas harían algo como eso?

Forcejee, tratando de liberar mis manos, las cuales parecían encontrarse esposadas en mi espalda. De no sentirme tan mareada, podría romperlas, pero no en este estado.
¿Qué demonios me habían inyectado? ¿Un maldito tranquilizante para elefantes?

—Ese hombre debe estar desesperado, ahora tienes a su novia en tu poder, no tendrá más remedio que hacer lo que le órdenes.

—Esto ahora es personal, nadie se mete con mi hijo.

Los pasos avanzaron hacia donde me encontraba y luego de un momento de silencio, arrancaron la tela que bloqueaba mis ojos. Pestañeé con fuerza, tratando de adaptar mi mirada a la luz, sintiendo repentinas ganas de vomitar.
Una vez logré adaptarme, me encontré observando a dos hombres, vestidos con un traje, pulcramente planchado y limpio.

—¡Pero mira que sorpresa! —Reconocía esa voz, este era el hombre que quería doblegarme. —Nuestra invitada ha despertado.

Cambié mi mirada hacia su acompañante, quien no dijo nada, solo sonrió, de una manera que me hacía notar que era todo, menos amable.

—¿Dónde estoy? — pregunté, sintiendo mi boca seca y pesada.

—¿Acaso importa? — acercó su rostro al mío, demasiado cerca para mi gusto. —Tu novio te ha metido en tantos problemas, deberías elegir mejor a tus parejas.

Entonces para mi completo disgusto y desagrado, el viejo degenerado, paso su lengua a través de mi mejilla. La sensación de repulsión y asco, casi me hace retomar las náuseas.

—¡No me toque, viejo asqueroso! —volví a forzar el agarre en mis manos, para conseguir el mismo resultado.

No tenía fuerzas, parecía como si mi propio cuerpo no quisiera obedecerme y solo se encontrará adormecido.

—¿Y si quiero hacerlo? Tal vez jugar un poco contigo, antes de darte una lección y si estoy de humor, devolverte con ese maldito policía.

—Matías nunca hará lo que ustedes quieren. —Escupí hacía ellos. — Y tampoco permitirá que me hagan daño.

—¿Y donde está para impedirlo? Porque estás a mi merced, sin nadie que te ayude, puedo hacer lo que me venga en gana contigo. —Para mostrar su punto, con una de sus manos tiró de mi cabello hacia atrás, mientras paseaba la otra por mis pechos. —Dime una cosa, ¿Cuánto tiempo crees que me tomará romperte en mis manos?

—No me romperé, pero una vez que pueda moverme con libertad, lo mataré.

—¿Tú? —se carcajeo, en compañía del otro hombre, el cual parecía ser solo un espectador.

—Provocó un incendio donde muchos niños pudieron resultar heridos o peor aún, pudieron morir allí.

—No tengo porque preocuparme por pequeñeces. Si no les preocupo el bienestar de ellos a sus propios padres cuando los abandonaron allí, ¿Por qué me preocuparía eso a mí? —Odiaba a este hombre como nunca había odiado a nadie. —Solo me preocupa mi hijo, el cual fue arrestado por tu pareja. Un oficial principiante, creyéndose un héroe al arrestar al hijo de una de las familias más importantes del país. ¿No crees que es un idiota?.

—¿Qué clase de psicópatas son usted y su hijo?

—Unos con el suficiente poder para caminar libremente.

Este hombre estaba loco, completamente fuera de si, llevándome a entender el porqué Matías se encontraba tan preocupado por mí.
Cuando sus manos regresaron a mi cuerpo, empecé a moverme, tratando, inútilmente, de salir de su agarre.

—¡Basta! No vuelva a tocarme.

—Haré lo que quiera. Ya te lo he dicho, estás a mi merced y sin nadie que te ayude.

Entonces escuchamos los ruidos que venían del exterior. Se escuchaban golpes, cosas chocando contra otras, antes de escuchar dos disparos, los cuales no tardaron en detener mi respiración.
¿Acaso Matías había venido por mí? ¿Y si lo habían herido con uno de los disparos?

Alcé mi mirada hacia el hombre que parecía llevar la voz cantante, resistiendo la mueca de dolor, la cual me provocaba el fuerte agarre que estaba ejerciendo en mi mandíbula.

—Al parecer nuestro momento termino antes de que pudiera enseñarte lo que es un verdadero hombre. —forcejeé, para soltar mi rostro. — Aunque, después de que acabe con tu novio, te lo demostrare.

Estaba lista para mandarlo a la mierda, pero mis palabras murieron en mi boca, al momento en el que esté asqueroso, chocó mis labios contra los suyos.
Sentía como sus labios se movían contra los míos, de una manera exigente, esperando a que le devolviera el beso. Algo que nunca sucedería.

Cansada de sentir su boca en la mía, mordí con fuerza su labio inferior, sintiendo el sabor metálico de su sangre inundar mi boca.
No tardó en alejarse de mí, llevando su mano y comprobando cómo la sangre brotaba de su labio, antes de darme un puñetazo en mi mejilla, el cual me dejó más mareada de lo que ya me encontraba.

—Te vas a arrepentir de esto. —prometió y no me importaba.

No me importaba las amenazas que hiciera, porque no lo dejaría tocarme. Esta mierda no duraría para siempre, por lo que cuando recuperara mis fuerzas, lo iba a matar. 





Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora