C.6

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Iván






Ella no lo entendía. No se daba cuenta de la dimensión del problema en el que estábamos metidos.
En su mundo de fantasía, dónde todo parecía estar pintado de color rosa, lleno de flores y héroes que vencían a los tipos malos, no cabía la posibilidad de morir.

Era una verdadera lástima que ahora vivamos en el mundo real, dónde es todo diferente. Las calles son oscuras, excepto por aquellas que tienen una luz iluminándolas, pero aún así no significa que no sea peligroso y aquí los héroes no existen, solo hay personas actuando por un interés personal.
Desde el punto de vista de cualquiera, yo podría ser el héroe que rescató a Lyra, pero solo actúe de esta manera porque ella es mi compañera. Pero no lo hubiera hecho por alguien más, al contrario, probablemente estaría ayudando a Henry.

Habíamos acabado con tantos lobos traidores, que conocía muy bien el modo en el que operaban.
Ahora mismo, Pablo debe estar rastreándonos y si no somos cuidadosos, no tardaría en encontrarnos. 

Cansado de deambular por las vacías calles, decidí regresar, ahora estaba siendo yo el irresponsable. Si seguía vagando por aquí sin rumbo, nos les costaría mucho dar con nuestro rastro.
La habitación se encontraba con las luces encendidas y en cuanto abrí la puerta, encontré a Lyra, dormida en el suelo. Ella se veía tan frágil de esta forma, luciendo incapaz de cuidarse a si misma. No entendía cómo pensó que podría luchar contra una manada entera ella sola, era una de dos, o tenía una confianza enorme en sí misma o era demasiado estúpida.

Me acerqué a ella y la tomé en mis brazos, llevándola hasta la cama.
Estoy seguro de que si estuviera despierta, no dejaría que la toque. No, ella armaría un escándalo por ello.

Era increíble cuan pequeña e inocente se veía de esta manera, si tan solo permaneciera así y no como la niña consentida que siempre creía tener la razón.

—¿Dónde estabas? — preguntó entreabriendo sus ojos, su voz sonaba adormecida y quedada.

—Eso no importa, sigue dormida. —la cubrí con las mantas, listo para recostarme en el sillón.

Si no estuviera tan molesto con ella, me quedaría a su lado, pero luego de la discusión anterior, quería mantener la distancia.

—Si importa, cuando salí me molestaste, ahora dime dónde estabas tú.

—Salí a caminar.

—¿Eso no te parece irresponsable? —Se sentó en la cama y me observó. — Tratas de darme consejos de cómo debo o no actuar, pero tú haces lo que quieres, eres un hipócrita de primera.

—¿Sigues con ganas de pelear?

—No. Lo siento, es horrible estar en esta situación, no quiero pelear y parece que es lo único que podemos hacer. Quiero confiar en ti, pero no puedo hacerlo, tú eres el enemigo, perteneces a ellos.

—Ya no, no pertenezco más a ellos.

—¿Cómo puedo estar segura? Esto puede ser una trampa. —y ahí estaba de nuevo esa locura, debía dejar de pensar que la quería dañar.

Tomé su rostro entre mis manos y lo atraje hacia el mío. Besarla quizás sería un inconveniente al encontrarnos en esta situación, dónde ella no confiaba en mí, pero ya no lo resistía, debía sacar mi frustración de alguna manera.
Me aferre a sus labios con una hambrienta necesidad de consuelo, de complicidad o algún sentimiento de su parte.

Ella lejos de resistirse, me acercaba más. Era como si ambos necesitáramos un respiro de tanta guerra.
Sería considerado una pequeña tregua, al menos hasta que logrará demostrarle que no era su enemigo, sino tal vez, el único aliado que tenía. Uno dispuesto a darlo todo por ella.

—¿Por qué me besas Iván? Estoy confesándote que tengo miedo de que sea una trampa y tú haces esto para distraerme.

—Déjate de decir tantas tonterías, te besé porque quise, no para distraerte. Necesito hacerlo Lyra, te necesito, eres mía, mi compañera.

—Lo sé y también siento la atracción entre los dos, no creas que no, pero no puedo confiar en ti.

—No es la primera vez que nos besamos Lyra. —no entendía porqué seguía mostrándose de esta manera, acababa de decirle que la necesito.

—Pero es la primera vez que lo haces conociendo la verdad.

—Eso no cambia nada.

—Se que sigues molesto porque salí, pero en verdad los extraño. —ella junto sus manos en su regazo y dirigió sus ojos hacia allí. —Jade merecía saber que estoy bien, ya que ella me ayudó a llegar a ti.

—No quiero aislarte de tu familia, pero este es el momento de mantenerlos seguros y a ti misma. ¿Cómo te sentirías si llegan a ellos?

—Horrible, pero sé que ellos están sintiéndose igual al no saber nada de mí.

—Si tanto te preocupa, encontraré la manera de que puedas comunicarte con ellos. Pero por favor, no vuelvas a alejarte.

—De acuerdo.

—Mañana nos iremos de aquí, debemos buscar un nuevo lugar al cual irnos.

—Podríamos ir a la manada, no creo que nos encuentren allí.

Había pensado en esa opción, pero había dos problemas. El primero es que no sabía si sería bien recibido allí y el segundo es que si perseguían mi rastro, no tardarían mucho en encontrarnos.
Viví con Pablo y los demás, conocen mi olor a la perfección y aunque me mudarse a Alaska, terminarían por hallarme.

—No es buena idea, podríamos exponer a más personas, pero puedo llevarte a ti e irme a otro lugar.

—¿Por qué no podrías quedarte?

—Conocen bien mi olor.

—¿Qué hay del olor de Rubí y Lorenzo? Ellos también son buscados y nadie los encontró.

—Es diferente. Piensa que tanto Lorenzo como Rubí, no vivieron en la manada, pero yo sí.

—Entonces iremos a otro lado, no te dejaré solo, no cuando yo te metí en esto. Solo espero que no estés engañándome.

—No lo estoy haciendo.

—Quiero creerte, en verdad quiero hacerlo.

—Esta bien si desconfías, a la larga terminarás por darte cuenta de que siempre estuve de tu parte. 

De que seguiría en su bando aunque fuera ella quien volviera a traicionarme. Era un imbécil y cada día a su lado, no hacía sino comprobarlo.

Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora