14.

1.1K 174 41
                                    

Christine





El ánimo en la sala había cambiado de manera increíble y ahora todos hablaban a la vez, exponiendo sus diferentes puntos de vista con respecto a la situación. Sin embargo todos, absolutamente todos, estaban de acuerdo en que me encontraba en peligro.
Estaba en silencio observándolos, por un lado estaban Uriel, Gael, Cedric, Iván y Ruby, alegando que lo mejor en este momento era regresar a la manada y allí mantenerme segura hasta que todo esto se enfriara. Pero luego estaba todo el resto, que pensaban que irse ahora era una tontería, ya que en menos de diez días debería volver.

—Ahora lo importante es mantener segura a Christine y la manada es lo más seguro que hay. Entiendo que todos quieran que esté en la boda, pero no podemos garantizar que algo no se nos escape de las manos. — observé a Gael un poco extrañada, ¿Acaso no quería que asista al casamiento de su hermano?.

—Quiero a toda mi familia en el día de mi boda, Gael. —Las palabras de Samara eran bajas, pero todos la oíamos a la perfección. — Y Christine es parte de mi familia.

—Lo sé Samy, también es parte de mi familia, pero no quiero que se exponga. — había palabras no dichas en su respuesta y dentro de mi las entendía. —Otra opción es atrasar la boda.

—¡No! —Gruñó Aryeh, frunciendo el ceño hacia su hermano. — Llevo años esperando este momento y al igual que Samara, los quiero a todos allí.

No quería que pelearán por mi culpa, mucho menos cuando lo único que había hecho para meterme en problemas fue haber encontrado a mi compañero.

—También me gustaría estar allí, pero Gael tiene razón, si me expongo, ustedes también pueden salir heridos.

—Christine, eso no es lo que quiero decir.

—Gael, les he dicho que últimamente ha habido más incendios provocados y si esto que sucedió no fue un accidente, puede que vuelvan a intentar lastimarme y no quiero que por estar cerca de mí, salgan heridos.

Tampoco arruinarles el día a todos. Ellos llevaban mucho tiempo planificando este evento.

—Somos familia Christine y nunca hemos huido cuando las cosas se pusieron peligrosas para nosotros y no vamos a empezar ahora. —Todos observamos a Jack, quien se veía tranquilo, junto a Megan. — ¿Qué hubiera sucedido si hubiéramos huido cuando mi luna tuvo problemas? ¿O cuando secuestraron a Abby? ¿Qué sería de tu madre si no la hubiéramos ayudado cuando su jefe quiso matarla? ¿Qué sería de Haley si no la hubiéramos ayudado durante el motín o con Summer y Dylan? Las cosas probablemente serían diferentes ahora.

Creo que todos en la habitación entendimos a dónde quería llegar, pero aún así y a pesar de sentirme segura con su compañía, no quería exponerlos.
El año anterior había sido complicado y algunos de ellos habían resultado heridos, sin ir más lejos mi padre había perdido un dedo y no quería que algo así se repitiera.

Los observaba a todos, junto a sus compañeros y odiaba ser la razón de hacerlos sentir preocupación.
Cuando el timbre sonó, sacudí mi cabeza y me puse de pie, pero Michael ya se había hecho camino y la había abierto.

—Hola, ¿Tú quien eres y a quien estás buscando?

—Mi nombre es Matías Prado y estoy buscando a Christine. — sonreí al saber que Michael le daría un mal momento y se lo merecía por dejarme enfrentarlos sola.

Era un poco vengativo de mi parte, pero él había roto su promesa y llegó tarde.
Sin embargo, si recordaba todo lo que le había contado de ellos, ganarse a Michael sería sencillo. 

—¿Prado? ¿Cómo uno verde? — Él mismo comenzó a reírse, provocando que mi sonrisa creciera.

—Podría ser. ¿Quién es usted?

—Nunca me digas usted, cachorro, no soy tan mayor. Mi nombre es Michael Doll.

—Christine me habló sobre ti.

—¿Enserio? Pero, ¿Qué digo? Por supuesto que lo hizo, ella me adora. —Detrás de mi escuché un resoplido e imaginaba que venía de mi padre. — Pero solo para constatar, ¿Qué te dijo pequitas?

—Que eras una persona asombrosa. —sin dudas Matías lo recordó y supe que eso fue suficiente para meterse a Michael al bolsillo.

—Claro que soy asombroso, ella no exageró. Pero, ¿Por qué demonios sigues afuera? Ven conmigo, oficial Higgins. —Comenzó a empujar a Matías dentro de la sala, sin detener su catarsis verbal. — Siempre supe que pequitas era la más observadora, ella siempre supo lo genial que soy. Único, un muñeco de edición limitada, un ejemplar de la virilidad. ¿Qué puedo decirte Higgins? Soy su padrino y su tío favorito.

—¿Higgins? —Preguntó Matías, más divertido, que confundido.

—Si, ya sabes… —hizo un gesto con la mano, como si fuera algo obvio.

—Si, sé. Tengo una sobrina pequeña y he visto muchas veces zootopia, sin embargo nunca me habían llamado así.

—Me agradas. —La sonrisa de Michael creció y no pude evitar rodar mis ojos. —¡Robert, ven y conoce a tu yerno!

—No hace falta que grites Michael, estoy sentado a un par de pasos. —Respondió mi padre, sin ponerse de pie.

—No le hagas caso, Robert siempre ha sido un amargado.

Mi padre se puso de pie, observando a Michael, antes de negar y estirar a penas sus labios.

—Robert Harrison. —Mi padre estrechó la mano de Matías e hizo un movimiento con el mentón. —No escuches a este idiota, solo le gusta hablar mierda.

—Eso no es muy agradable de tu parte Robert, ¿Has oído lo que le dijo pequitas de mí? Que soy asombroso. ¡A SOM BRO SO!.

—Fortachón, ¿Por qué no los dejas hablar solos?

—Fosforito, eso no es divertido. —entonces bajo un poco la voz, pero no lo suficiente. — Fosforito es mi compañera, la mujer de mi vida, ella tiene tanta suerte y lo sabe. Esa mujer me ama y besa el suelo por el que camino.

—Lo único que haré en el suelo será barrerlo contigo si no dejas de decir tonterías. — a veces envidiaba la paciencia de Abby.

—¿De qué forma de barrerlo hablamos? Porque hay formas divertidas y otras desagradables. Dame detalles mujer. —pero lo bueno es que ya se había alejado hacía Abby.

Mi padre volvió a negar y está vez su sonrisa fue más amplia.

—Es un imbécil, pero es un gran amigo.

—¡Te escuché Robert y también te quiero! — Michael hubiera hecho su camino de regreso, si Abby no lo hubiera retenido.

—Parece agradable. —Matías me vio observándolos y no tardó en guiñarme un ojo, tratando de transmitirme seguridad.

—Me alegro de que Christine te encontrará, aunque me hubiera gustado conocerte en otras circunstancias.

—Señor…

—Mi hija ya nos informó de la situación y estamos listos para ayudar.

—Esto es más peligroso de lo que imaginan.

—¿Por qué te crees que vinimos?

Jack y Ryan se pusieron de pie y caminaron hasta detenerse junto a mi padre.

—No le tenemos miedo al peligro. —Ryan sonaba un poco divertido. —Hemos visitado el infierno tantas veces y siempre salimos ilesos.

—No permitiremos que nadie toque a los nuestros, por lo que no estamos esperando tu permiso, te estamos avisando que si alguien se atreve a atentar contra nosotros, lo destruiremos.

—Bienvenido a la familia, Matías.













Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora