C.28

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Lyra







Michael e Iván terminaron compartiendo la habitación, por lo que con Abby estábamos juntas a la espera de que nuestros compañeros despertaran.
Ambas teníamos los mismos nervios, sintiéndonos un poco ansiosas de escuchar sus voces. Pero es que la cirugía había terminado hacía ya varias horas y dudaba que aún quedará anestesia en sus cuerpos, pero sin embargo, ambos seguían dormidos, sobre estas limpias camas.

Cuando fuimos a ver a mi padre, lo encontramos luchando con Nathan y Ryan. Al parecer él quería ponerse de pie e ir a comprobar cómo había resultado la cirugía y los otros dos, se negaban a permitírselo. Y luego decían que yo era problemática.
Le llevo bastante tiempo a mi madre convencerlo de que descansará. Él estaba bien, su brazo sanaría en unos días y no quedaría marca alguna de este incidente.

Robert por su parte, estaba tranquilo, no parecía importarle demasiado el hecho de haber perdido un dedo y si le importaba, estaba haciendo un magnífico trabajo en disimularlo.
Uriel, quien había llegado cuando nosotros entrábamos a la habitación de su padre, lo puso al tanto, al igual que a nosotras de lo sucedido. Al parecer Benjamín, debió acercarse a la comisaría y solicitar algunos favores, o como Uriel lo dijo: “devolución” .

Sabía que esto quedaría en la nada, tanto Benjamín, como Jonás y Gael, tienen buenos contactos, por lo que no tardarían en ocultar todo bajo la alfombra.
Pero mientras caminaba hacia la habitación que les habían administrado a mi padrino y a mi compañero, no dejaba de pensar, en si utilizar de esta manera los contactos, no nos volvía tan corruptos como aquellos con los que siempre luchábamos. Queriendo dejar eso de lado, al entrar a la habitación me concentré solo en Michael, quien a pesar de que Abby no lo haya notado, ya había despertado.

—¿Y mis flores Pinki? Soy un hombre herido y no veo una sola rosa en esta habitación. — su sonrisa era perezosa, pero no importaba, porque en cuanto Abby lo escuchó, se abalanzó sobre él y sin importarle nada más, lo beso.

Por un lado verlos de esta manera me hacía sentirme feliz, ellos seguían tan enamorados o más que al principio. Pero por otro lado, me sentía culpable, porque fui la responsable de casi arrebatarles esto.
Los había arrastrado a mi caos y a penas habían logrado salir con bien.

—Me asustaste, te lastimaron. —dijo Abby, entre lágrimas, luego de romper su beso.

—¿Por qué te asustas fosforito? Entiéndelo mujer, ni la muerte nos alejará, no te será tan sencillo librarte de mí.

—No quiero librarme de ti, te amo tanto fortachón.

— Además, ¿En serio crees que espere tanto tiempo para tener un nieto y cuando ese momento se acerca, me dejó morir? Demonios no. —ahora la sonrisa en el rostro de Michael era completa. —Soy invencible mujer.

—Cállate tonto, en verdad pudieron matarte.

—Pero no lo hicieron, así que ya no lo mencionemos. De cierta forma lo que más herido termino fue mi orgullo, pero lo he decidido, quiero la revancha.

Antes de que Abby terminará de perder la paciencia, decidí ayudarla y quitarle esa idea de la cabeza a Michael.

—Lo siento tío, pero no tendrás oportunidad, por lo que oí todo terminó.

—Pinki, cada día me recuerdas más a caperucita, también me hirieron por ella. —Entonces comenzó a reírse, como si esto fuera algo divertido. — En ese entonces ella también se preocupó bastante, pero no es necesario, con solo verme saben que estaré bien.

—Estuviste mucho tiempo en cirugía, no sabíamos cuán herido estabas.

—Lo entiendo, pero nunca dejaría sola a mi fosforito, ella es mi vida y lo sabe. —sus palabras provocaron que las lágrimas de Abby aumentarán.

Ella había estado muy asustada, todos habíamos estado muy preocupados por él. Pero verlo ahora así, me tranquilizaba bastante y solo necesitaba que Iván despertara también para que todo estuviera en su lugar.
Dejándolos a ambos volver a procesarse su amor, caminé y me senté junto a la cama de Iván. Él estaba dormido, pero aún así, su ceño estaba fruncido. No sabía que tipo de pesadillas lo atormentaban, pero sabía que me gustaría hacer lo posible por quitárselas.

Cuando la noche cayó, mi madre, en compañía de Cédric trataron de persuadirme de irme descansar, pero no estaba alejándome de su lado. Esta vez haría las cosas bien y quería estar aquí cuando él despertara.
Abby tampoco quiso irse, sin embargo, ya estaba dormida junto a Michael. En cambio yo, seguía a la espera de que mi chico abriera los ojos.

Gracias a la Diosa no debí esperar tanto, ya que casi a las tres de la madrugada, Iván despertó.
Aunque se notaba confundido y un poco desorientado, me dio una de esas sonrisas arrogantes que parecía solo reservar para mí.

—¿Me extrañaste? — preguntó y luché contra el impulso de lanzarme sobre él.

—Tal vez un poco. —respondí, llevando mi mano a su mejilla. —Aunque una parte de mí sabía que no me dejarías sola, que cumplirías tu promesa.

—Por supuesto que lo haría, tú cumpliste la tuya. — levantó su mano y la puso sobre la mía. —Gracias por eso Lyra, tenía miedo de que algo pudiera pasarte, pero me escuchaste.

—Aún así saliste lastimado.

—Solo un rasguño.

—Estuviste en cirugía y perdiste mucha sangre.

—Ahora estoy bien y hay algo que ya no perderé. —Lo mire con mi ceño fruncido.

—¿Qué cosa?

—Mi tiempo contigo.

Ahora entendía las lágrimas de Abby, porque aunque yo no las soltará, estás llenaban mis ojos.

—Ahora que estamos juntos Lyra y que finalmente haremos las cosas bien, estoy decidido a esforzarme por ser alguien bueno para ti. Te seguiré a dónde quieras ir, te pondré siempre en primer lugar y me encargaré de que nada te dañe.

—¿Y si quisiera volver a la manada?

—Volvería contigo. No tengo nada que me até a ningún lugar, solo te pertenezco a ti.

El sentir que él estaba entregándose a mí, fue lo que me terminó de romper. Habíamos pasado por el infierno en solo un par de horas y el ver qué todo había acabado, que todos estaban bien y que ya nadie nos dañaría, hizo que terminará de colapsar.
Me permití llorar por todo, por mi padre, por mis tíos, por él e incluso por quienes no salieron heridos, pero aún así se expusieron por mi culpa.

—Voy a prometerte algo Iván, nunca más voy a exponerme, ni a exponer a nadie. Ya no quiero una aventura o demostrar que valgo, solo te quiero a ti.

Estuve cerca de perderlo dos veces, no podría soportar que esto pasará otra vez, me aseguraría de que no pasará nuevamente.
Sin esperar más, acerque mi rostro lentamente al suyo y lo besé. Esta vez yo sellaba mi promesa.

Jugando limpioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora